viernes, 31 de julio de 2009

In memóriam

(Ayer murió Fernando Arévalo, uno de los últimos representantes en nuestra provincia del periodismo de la vieja escuela. Defensor a ultranza del periodismo de autor y, sobre todo, del periodista/periodismo de provincias, se marcha haciendo hasta el último día lo que le dio la vida durante tantos años: comunicar.
El día 13 de enero del año 2008 publicaba yo aquí mismo un catite dedicado a Fernando. No sé ni siquiera si llegó a leerlo. Yo lo escribí a modo de homenaje a una leyenda viva, y hoy lo recupero en su memoria.)


El último Alatriste
He compartido con él insuperables conversaciones de mesa camilla, y alguna tertulia de televisión. Menos de las que me hubiera gustado, a pesar de que sus charlas son siempre de dia y vuelta; se deja sonsacar a conciencia con la intención de conseguir lo que a él le interesa. Perro viejo.
Ahora veo a Fernando Arévalo cabalgar cada noche en las pantallas de Canal 23, y cada día en las páginas de Ideal, especialmente los lunes.
Una persona que levanta odios y pasiones. Unos quieren un hijo suyo, mientras otros han estado a punto de matarle (me consta). Es lo que pasa cuando se dicen las cosas como se sienten. Lo llamativo no es que se digan, sino poder decirlas. No todo el mundo puede permitirse ese lujo. Quizá ese sea su gran valor. No tiene miedo a tirarse a la piscina, aunque en ocasiones lo haga cuando el agua está demasiado baja.
Políticamente incorrectísimo, he de decir que a mí me pone un agüelete que ha elegido su edad dorada para dejarse bigote sensual y melena canosa, al estilo Sandokán, que le da un aire juvenil que ya quisieran para ellos muchos quinceños.
Está de vuelta de todo, y quizá por eso mismo son pocos, muy pocos, quienes aceptan compartir cartel con él. Saben que la cogida es segura o, al menos, la embestida con bravura; y no una, sino las veces que haga falta. Manoletes quedan pocos.
Hace poco le cortaron los huevos, y le jodió. No sólo por lo que eso duele y porque él no pudo hacer nada para evitarlo, sino porque se cargaban lo que había sido su vida: un modelo de radio que ha hecho historia en la historia reciente de nuestro país. Lo que más le dolió es que nadie en esta España -ya con himno- dijera ni mú.
Ahora se desquita de todo eso. Me recuerda a aquel tercio español en Flandes que defendía su posición, sobre todo por honor, pese a las muchas bajas sufridas y a la manifiesta superioridad del enemigo. El milagro puede llegar cuando el general contrario decide perdonarles la vida ante tal derroche de valor de un puñado de soldados malheridos. Antes de ordenar lo que será el último -y definitivo- ataque contra los españoles, les permite marcharse. Pero la respuesta del capitán Alatriste es clara: Muchas gracias, señor, pero esto es un tercio español.
Qué lástima, Fernando, que Flandes se perdiera hace siglos, y con él parte del orgullo de los españoles. Ojalá regrese.

miércoles, 29 de julio de 2009

Algo más que fútbol

No dudé ni por un momento en incluir en mi maleta la camiseta del Real Jaén cuando hace un par de meses preparaba un viaje a Liverpool y Londres. Y no sólo la llevé, sino que además me la puse al menos un día en cada una de las dos ciudades.
Desde entonces he reparado que en los Sanfermines hay corredores que vestían camisetas de equipos de fútbol de España, Inglaterra y Sudamérica; en el Tour son muchos los espectadores que lucen esa misma indumentaria; y en cada ciudad que visito -incluida Jaén- siempre encuentro gentes que visten la camiseta del equipo de fútbol de su tierra.
¿Por qué? No creo que sea únicamente por presumir de los triunfos de este o aquel equipo, o de proclamar a los cuatro vientos que soy seguidor de este o de aquel equipo. Creo que, además de por eso, quien viste esa camiseta lejos de su tierra es para contar allí a donde va cuáles son sus orígenes. Vendría a ser algo así como las banderas que toda la vida han llevado los ejércitos en sus batallas para gritar con fuerza el poderío y las victorias de cada reino, de cada escudo, de cada país, de cada color, de cada ideología...
Hoy día sustituimos el abanderado y el corneta por algo tan simple como una camiseta fácilmente identificable, que va más allá del fútbol, y con la que venimos a decir ¿Soy de aquí y estoy orgulloso de ello?.
Y me parece bien porque, como dice aquel viejo proverbio chino, Quien su origen no conoce, su destino desconoce.

viernes, 24 de julio de 2009

Yo soy Eleno Salgado

Me gusta mucho el anuncio de Pavofrío de Elena Salgado. Es ese en el que una mujer, que es la responsable de economía de su casa y que se llama Elena Salgado (igual que la ministra de Economía), nos va mostrando en el día a día de su hogar las políticas económicas que aplica para que el presupuesto no se desajuste. Una gestión excelente la suya, pero que lógicamente tiene un límite: se puede ahorrar en muchas cosas pero en los productos Pavofrío hay que anteponer la calidad de la marca a los precios más bajos de la competencia.
Brillante la idea del publicista que haya diseñado la campaña pues, una vez más, demuestra que se pueden vender cosas -o incitar la compra- desechando lo sensacionalista y exuberante para apostar por la originalidad, la imaginación, la inteligencia, la creatividad...
Además de todo esto, creo que el anuncio debe parte de su éxito a que muchos ciudadanos pueden sentirse identificados con la protagonista. A mí, al menos, me ocurre. No me son desconocidas, sino todo lo contrario, frases como ¿Vosotros creéis que el agua la regalan?, dirigida a los niños que juegan mientras se duchan; ¿Es de día, o de noche?, cuando esos mismos niños, u otros de más edad, se dejan la luz de la habitación encendida a pleno día; o ¿Usted se cree que yo soy millonaria?, cuando nos ponen una multa en el coche (como aparece en el anuncio), o en tantas y tantas situaciones en las que nos piden precios desorbitados por cosas tan comunes que, al sentirnos timados, nos surge la vena más beligerante que llevamos dentro.
Y es que Elena Salgado, como promulga el anuncio, no hay sólo una, sino muchas. Elena Salgado y Eleno Salgado, por supuesto. Yo, soy uno.

miércoles, 22 de julio de 2009

Un mensaje desde Linares

Lo que le ha ocurrido al Club Deportivo Linares es una mala noticia para todos; tanto para quienes han seguido -y seguro que aún seguirán- al equipo desde la grada, como a todo aquel que se declare futbolero. La desaparición de un equipo de fútbol (¡¡otro!!) tiene un especial significado en el momento en el que nos encontramos; me refiero a una crisis económica mundial que encuentra en el balompié a uno de sus principales damnificados. Lógicamente no me estoy refiriendo a quienes conforman la galaxia de las estrellas donde se utilizan los millones de euros como si fueran céntimos. Hablo del fútbol modesto, de ése que da trabajo a miles de personas pero sin tantos dispendios, de ése que lleva en estado crítico tantas décadas y que ahora más que nunca se ve con los dos pies más en el otro barrio que en otro sitio.
Un fútbol modesto que, quizá llevado por la euforia de las primeras divisiones, ha pagado en épocas de bonanzas unos sueldos millonarios que ahora son impensables. Con la crisis ha perdido atractivo para unos inversores que ya sólo miran para arriba o para otro sitio, por lo que la política de la austeridad se ha convertido, no ya en un consejo o una recomendación, sino en una obligación. Y a pesar de ello, hay quien no lo soporta y abandona acuciado por las deudas generadas en esos años pasados de vacas flacas.
Resulta casi una cuestión de Estado hacer una profunda revisión del fútbol actual. Decía una amigo mío hace algunas semanas, mucho antes de esto del Linares, que hoy por hoy no se podía mantener una estructura donde hasta el más insignificante pueblo de nuestra España tenga un equipo de fútbol, y además que sea rentable. Aquel día me parecieron duras sus palabras, pero hoy las comparto completamente. Ha llegado el momento de dar un paso hacia adelante con la vista puesta atrás. Un paso firme, seguro, definitivo donde se mantenga quien tenga estructura para ello, mientras que el resto se vea en la obligación de cerrar el chiringuito. Nuevamente suena duro, muy duro, pero es la única manera de, cortando ahora por lo sano, evitar males mayores en un futuro.
Este es el mensaje, o al menos uno de ellos, que nos llega desde Linares (y desde otros sitios).

lunes, 20 de julio de 2009

Avenida, un aparcamiento ¿de qué?

El otro día utilicé por primera vez el polémico Aparcamiento Avenida, y la verdad es que me parece, cuanto menos, un atrevimiento hablar de aparcamiento, a secas. Sería mucho más realista anunciar el parking como aparcamiento para motos, para bicicletas, para monopatines, para carritos de la compra o de bebés, o incluso para coches que no midan más de metro y medio de largo... pero usar de manera independiente el término aparcamiento puede llevar a confusión a los ciudadanos, y pensar (éstos) que allí se pueden estacionar coches normalitos.
No entiendo cómo en el siglo de mayor desarrollo mundial de las tecnologías se pueda diseñar y construir un parking donde es un milagro entrar y salir de él sin bollar el coche. De hecho, dan fé de este asunto el que las paredes de todas las entradas y salidas recogen las marcas de quienes se han dejado allí parte de su coche.
Una vez dentro hay casi que poner en marcha el gps para saber el circuito correcto a la hora de abordar la salida porque, como te descuides lo más mínimo, te queda en el lado contrario la maquinita para meter el ticket.
También me llamó la atención el hecho de que los pasillos son muy estrechos para un coche normal, o al menos así me lo parecieron a mí. Era por la noche, las plazas estaban todas casi vacías, y ello permitía pisarlas un poquito para circular; pero de haber estado llenas, y encontrarme algún vehículo en sentido contrario desplazándose dentro del parking, no sé qué hubiera pasado.
No sé si el causante de todo fue el dinero, es decir, el intento de sacar el mayor número posible de plazas en un terreno a priori insuficiente para hacer rentable una inversión como aquella; o que los cálculos salieron mal; o que estaba previsto acercarse más a los edificios colindantes, y finalmente no pudo ser;.... pero lo cierto es que el resultado es, hoy por hoy, una chapuza.
Con aparcamientos como éste y el del mercado de San Francisco no me extraña que se rían de todos nosotros, de los jienenses. Aunque lo peor de todo es que los timados en estas historias sigamos sin decir nada ante tanta barbaridad.
Al final, como decía el otro, tenemos lo que nos merecemos.

viernes, 17 de julio de 2009

El tranvía... ¿se alarga?

He estado unos días fuera de Jaén. Han sido pocos pero los suficientes como para que a mi vuelta me encontrara la ciudad peor de cómo la dejé, y eso que yo creía sinceramente que no era posible ir a peor.
La situación es complicada, muy complicada, tanto para peatones como para vehículos. Yo soy de los que piensan que la millonada de euros que va a costar el tranvía se podía haber destinado a otras cosas que resultan más necesarias. Pero, una vez que nuestros dirigentes han tirado para adelante con el proyecto, me sumo al grupo de los que confían en que tanto pasar fatigas sirva luego para algo, es decir, que el tranvía sea útil y bueno para la ciudad y para los ciudadanos porque, de no ser así, habría que pedir casi linchamientos públicos en la plaza del pueblo.
Es más que sabido que la alcaldesa en particular y el PSOE en general tienen al tranvía como su principal argumento para ganar las próximas elecciones municipales que se celebrarán en el año 2011. Por eso mismo, por el pelotazo que entienden será desde un punto de vista electoral, no han dudado en poner la ciudad patas arriba.
A mí no me parece oportuno tanto follón porque creo las obras son demasiado grandes, complejas, complicadas... ¡¡¡MUNCHAS!!!... no ya para que estén concluidas antes de las elecciones, sino simplemente para hacerlas compatibles, todas a la vez, con la vida diaria de los jienenses. Pero, claro, donde manda designio electoral no manda inculto-votante-que-bastante-tienes-con-que-te-deje-que-me-elijas-cada-cuatro-años.
Pues si lo que hemos vivido en estos meses ha sido malo, apretémonos los machos porque vienen curvas. No es oficial, ni imagino que lo será nunca, pero ha llegado a mis oídos, y por varias vías, una noticia preocupante, muy preocupante, tremendamente preocupante. ¿Es cierto que el PSOE baraja ya la posibilidad de que el tranvía no esté terminado y en funcionamiento para antes de las elecciones municipales? ¿Es cierto que incluso se están diseñando estrategias político-electorales para intentar sortear los problemas que ello les pueda acarrear (a los socialistas desde un punto de vista electoral, que no a los ciudadanos desde un punto de vista de alargar la jodienda del vivir diario)?
Concluyo con dos de las reacciones que han tenido algunas de las personas con las que he comentado el asunto, siempre y cuando el retraso se confirmara finalmente:
1.- Si fuera yo, no me presentaría a las elecciones.
2.- Ya estoy afilando la guillotina... de huevos.

martes, 14 de julio de 2009

Otra cosa hecha

Esta mañana he acudido, puntual, a renovar mi abono del Real Jaén; el mío y el de mis dos hijos, Lucía (5 años) y Guillermo (8 años). Los dos son socios desde el día que nacieron (en ambos casos, y una vez que llegaron a este mundo, hice dos llamadas telefónicas; una a mi suegra para darle la buena nueva, y otra al Real Jaén), pero este año la renovación era un tanto especial porque Lucía ya es mayor, tiene 5 años, y le daban un carné de los que se paga, de esos que en cada partido te pican en la entrada del estadio (Hay que ver la perra que me ha tenido estos años porque al carné de su padre y de su hermano sí le hacía un agujerito el hombre de la entrada en cada partido, pero al suyo no. De hecho, me obligaba a hacérselo cada domingo al llegar a casa con un cacharrito de esos de agujerear folios para archivarlos después....).
Hemos ido los tres contentos porque aún nos duraba la emoción del último tramo de la liguilla de ascenso, y como el malrato ya se pasó, ahora nos queda la ilusión de poder subir a Segunda esta temporada.
El club no facilita todavía los carnés, sino que cada socio recibe un documento que acredita el pago de su abono, y a partir del 3 de agosto ya se podrán recoger.
Después hemos ido a la tienda a comprar la bandera que dijimos que compraríamos para esta temporada, cuando el Real Jaén estuviera en Segunda División A. Al final, seguimos en Segunda B, pero hemos comprado la bandera de todas formas. Nuestra intención era adquirir algún producto más como gorras, pero ya no quedaban. Esperemos que el club vuelva a fabricarlas este año, y así poder adquirirlas. De todas formas esa cierta tristeza ha sido recompensada por el regalo que nos ha hecho el club por tan sólo renovar nuestro abono. A mí me han regalado una camiseta; a Guillermo una camisola para ir a la playa; y a Lucía un camisón.
¡¡Qué ilusión que nos ha hecho a todos!! (Ahí está la foto como prueba).
Ahora sólo falta esperar la competición, y que la Fuerza acompañe a Terrazas en los fichajes y en la gobernanza de esta nave ante la que tantos dicen que van a comprar el billete para el viaje, pero que finalmente el pasaje queda casi en una panda de amiguetes.

domingo, 12 de julio de 2009

Una decepción (casi)

Me resultó tremendamente interesante un tipo llamado Vicente Ferrer a quien entrevistaban hace tiempo en televisión. Lo conocí a él, a su trabajo, y a lo que significaba. Por eso no dudé en comprar su libro El encuentro con la realidad (Planeta. 2003) para hacer un regalo de Reyes.
Ahora, cuando Ferrer ha muerto, he pedido el libro a quien se lo regalé para hacer una aproximación a una persona que quizá sea lo más parecido que conocemos a un Santo. Sin embargo, el libro me ha decepcionado. Yo esperaba la narración de la vivencia personal de un gran tipo, y sin embargo me he encontrado con una especie de tratado filosófico donde creo que el autor se pierde demasiado (mucho) hablando de lo humano y de lo divino. 294 páginas mal aprovechadas porque hay mucha paja y poco grano; contrastan momentos de gran lucidez con interminables discursos filosóficos que no llevan a ninguna parte. No obstante, el grano que he encontrado es de una grandísima calidad. Y esa calidad es la que ha hecho que la decepción no sea total.
De entre las ideas que más me han llamado la atención destaca aquella de que todo el mundo tiene un objetivo en esta vida, y para alcanzarlo es llevado por una fuerza interna que lo llama a seguir haciendo camino sin descansar. Teoría casi idéntica a la que nos propone Paulo Coelho en El Alquimista, uno de los libros que más me han impactado de cuantos he leído.
Me parece, sin embargo, presuntuoso que se considere al Hombre como lo más importante del Universo. A mi entender, no pasa de ser una especie más, la más importante en estos momentos, sin lugar a dudas, pero quizá al Universo le hubiera ido mejor sin ella.
Otro mensaje interesante de Ferrer es que entiende que el hombre tiene el deber de hacer más humano lo que ha encontrado en este mundo. Esto no significa que todos debamos ser misioneros; la humanidad se puede cultivar en las misiones, por supuesto, pero también en los ámbitos más cercanos y próximos: familia, trabajo, barrio, ciudad...
Quizá de lo más impactante que encontramos en El encuentro con la realidad sea la fórmula que utiliza el autor para demostrar que Dios existe. Lo hace huyendo de todo lo que ha ido haciendo -y aún hará- durante el libro, es decir, deja de lado la filosofía (incluso la religión) para pasar a utilizar la razón, la lógica. Ciertamente interesantes las operaciones matemáticas con las que Vicente Ferrer concluye que Dios sí existe.
En última instancia, yo me quedo con una idea. Hay que dejarse de tanto intercambio de ideas, de tanta filosofía, de tanto discurso político para pasar decidida y definitivamente a la acción. De hecho, y así lo ejemplifica Ferrer, cuando un grupo de desconocidos emprende una tarea común, los lazos de unión que se crean son tremendos hasta alcanzar la meta. Pero tras el trabajo, con todos satisfechos, una vez que comienzan los debates, los análisis... no importa el qué, lo cierto es que el enfrentamiento y la división están asegurados. Hay que hacer más, y hablar menos. Hasta William Shakespeare, en frase recogida en este libro para la ocasión, decía Be great in act, as you were great in thought (Sé grande en la acción, como ante lo fuiste en el pensamiento).
Y concluyo con unas palabras del propio Vicente Ferrer: Este es el milenio de la acción. Hay multitud de causas por las que luchar, y hay que tomar alguna como propia. Todos tenemos que contribuir con nuestro esfuerzo a transformar esta sociedad en una verdadera Humanidad. ¡ACCIÓN! ¡TODOS, AHORA, MANOS A LA OBRA!.

jueves, 9 de julio de 2009

Vuelta a la familia

Decía el otro día... alguien que los tres cánceres de nuestra sociedad actual son la familia, la política, y los ideales nacionalistas.
No sé si la política y los ideales nacionalistas son tan malos como un cáncer, pero no sólo excluyo a la familia de ese grupo sino que además reivindico su necesidad. Creo que es precisamente la distancia que se viene marcando de un tiempo a esta parte con la familia y con lo que representa -no se lleva, está pasado de moda... se dice y se proclama- lo que está llevando a esta sociedad y a los individuos que la conformamos a un punto ilógico.
Cierto que resulta complicado y difícil mantener las relaciones con personas mayores cuyos pensamientos son de un siglo pasado. Tampoco es fácil entender que mocosos que no levantan un palmo del suelo pidan y exijan lo que a nosotros ni se nos pasó por la cabeza pedir y exigir hasta que casi nos casamos y nos marchamos de casa. Cierto que es más difícil organizar un modelo de vida diaria donde sólo me incluyo yo -y mi compañero/a y mis hijos, si acaso- y nadie más, que tener en cuenta en nuestras miles de preocupaciones diarias a los padres, a los abuelos, a los hermanos... Si es que no tenemos tiempo... No tenemos para eso, pero sí para gastarlo en un millón de cositas de las que se podría prescindir (o, al menos, posponer) perfectamente.
Al final estamos creando una sociedad del individualismo donde el YO egoísta, por lo bien que nos sienta, se antepone a todo... Bueno, a todo en los momentos buenos porque cuando nos pasa algo jodido, bien rápido que acudimos a que nos den calor los nuestros. ¿Y sabéis qué es lo mejor de todo? Que esos mismos a los que no hacemos ni puñetero caso casi nunca, siempre están ahí cuando nos hacen faltan.
Una lástima que no aprendamos de nuestra propia experiencia, y eso que, como dice aquel viejo proverbio chino, nadie escarmienta en cabeza ajena. Pues ni así.

martes, 7 de julio de 2009

Apartamento vs hotel

Ocurrió hace algunos años. Un verano más estábamos en el apartamento de la playa, como siempre, en plan familiar hermanos, primos, cuñados... (sólo faltaban los abuelos que se incorporaron algunas vacaciones después).
Inolvidables las jornadas en una playa casi paradisíaca, las carreras casi al amanecer por la arena llegando hasta el pueblo de al lado, las compras en el súper donde nunca faltaban las cervezas fresquitas y los embutidos que, a modo de tapilla y una cervecita, daban cierta sustancia al momento de hacer la comida.
Lo que ocurrió es un pensamiento que me sobrevino, sin anestesia ni nada. (Explico que un día hacíamos la comida los hombres, mientras las mujeres fregaban los platos y la casa; al día siguiente se cambiaban las funciones). El pensamiento me llegó mientras, nanas en mano lleno de espuma producido por un chorreón generoso de mistol, fregaba yo -y mi cuñao- los platos. Allí me vi, fregando feliz, en plenas vacaciones... mientras el resto del año no fregaba un puñetero plato ni por casualidad (cuando lo intentaba, siempre se rompía algo).
"Decidido. Esto no me vuelve a pasar", me dije. Y hasta hoy lo he cumplido. Mientras pueda, me sacrifico contratando la habitación de un hotel, pensión completa o todo incluido, aunque sea durante sólo 7 días en lugar de los 15 de entonces. Si en un futuro la necesidad apretara, seguiría reduciendo días para mantener mi opción de hotel frente a apartamento; o escogería fechas más económicas; u hoteles menos caros...
Ante el debate de apartamento vs hotel, hoy por hoy, lo tengo claro.

viernes, 3 de julio de 2009

Soneto a Cristina

¿Es fuerte un heart roto, mujer? Sorprende.
Noches en vela ante el vivir pasado,
días en vela ante el venir soñado.
Busca porqués. Duerme. Por fin lo entiende.

¿Es fuerte un puño de mujer? Depende.
Tonto el pegar para vengar: cansado,
estéril porque siempre fue viciado
el más cercano. Callas, haces... ¡¡¡Duende!!!.

Moteada no a mi gusto, jaca flaca,
no te conozco pero sí te canto
atreviéndome a darte algún mensaje.

Conduce siempre tú. Bien sabes, tiaca,
más vales. Haz un sayo de tu manto
pero no pierdas nunca el norte oleaje.