El diario El Mundo publicó en el año 2011 una colección de libros de bolsillo bajo el título genérico "Los clásicos del pensamiento libre". Se trató de obras importantes de autores importantes que no deben quedar en el olvido por la trascedencia que tuvieron, y aún hoy tienen en muchos casos, para el desarrollo de las sociedades.
Yo adquirí aquellos libros con la intención de ir leyéndolos poco a poco. Estos días, ocho años después, he acabado el primero: Areopagítica. Discurso sobre la libertad de prensa (Milton, John. Ciro Ediciones. Madrid. 2011).
Oí o leí sobre él en algún lugar; lo recomendaban encarecidamente, y como a mí me sonaba que estaba en esa biblioteca culta de una de mi estanterías, allí lo busqué, lo encontré, y decidí iniciarlo.
Milton es un famoso poeta y autor inglés del siglo XVII. Este ensayo fue una intervención suya ante el parlamento británico en el año 1644 para mostrarles a sus señorías su opinión contraria a la intención que tenían de imponer la censura previa en los libros; es decir, determinados funcionarios determinarían si los libros a publicar en Inglaterra eran adecuados, o no.
Milton hace un impresionante alegato a favor de la libertad de impresión, y por extensión de opinión y de prensa; y lo hace de manera cultísima, con gran elegancia, y destacando las contradicciones en que caería la acción censora si finalmente se llevara a cabo.
Como ejemplo, os extracto uno de los argumentos utilizados por Milton: "Si todo acto, bueno o malo, de un hombre maduro tuviera que ser sometido a permiso o mandato o a cualquier forma de presión, ¿cómo podría distinguirse la virtud del hombre mismo, qué elogio merecerían los que hacen el bien y qué mérito se atribuiría a quienes se mantienen sobrios, justos o castos? Se quejan mucho de la divina providencia por haber tenido que cargar con la culpa de Adán; así es de necia su lengua. Cuando Dios dota al hombre de razón, lo hace libre de escoger, que eso es lo que hace la razón, escoger. Si no fuera así, Adán hubiera sido un mero Adán mecánico, un Adán como los muñecos de los títeres".
Me llama la atención que esta defensa de la libertad de prensa se hiciera tan vehementemente en el año 1644; parece que es ahora, en nuestra época, cuando todo marcha miel sobre hojuelas, y sin embargo el texto de Milton mantiene una actualidad increíble.
Se trata de un texto difícil de leer y de entender, que requiere mucho tiempo, y en mi caso lecturas dobles e incluso triples en determinados momentos. Pero recomendable, sobre todo para alguien que como yo vive de la profesión periodística.
Acabo con otra cita del libro. Me parece tremendamente interesante porque Milton no sólo defiende la Libertad de Prensa sino que va más allá al apostar por la necesaria veracidad de los hechos, es decir, no basta con la verdad, sino que hay que verificarla.
"El acostumbrado a reflexionar sabe muy bien que nuestra fe y conocimientos aumentan cuando se ejercitan, de la misma manera que lo hacen nuestras extremidades y, en general, el organismo. En la Escritura se compara la Verdad con un manantial de aguas que fluyen; si las aguas no fluyen en perpetuo avance, se convierten en aguas podridas en la ciénaga del conformismo y de la rutina. Un hombre puede ser herético en lo que concierne a la Verdad; si el tal sujeto cree algo simplemente porque su pastor se lo dice, o la asamblea así lo decide, sin conocer otros motivos, la misma verdad que conserva, aun ateniéndose fielmente al dogma, puede convertirse en herejía".
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