Hay un dicho popular que asegura que la incultura se cura leyendo. Hay que va más allá al asegurar algo así como que "el leer nos hará libres". Yo no quiero ser tan melodramático, pero sí creo que en una época como la actual, donde la crisis nos invade por los cuatro costados, y ante la que nadie parece tener la culpa salvo el currito de a pie que es quien soporta el mayor peso de las muchas "soluciones" apuntadas... decía que antes situaciones tan complejas como esta, y hablando de un ámbito en el que siempre resulta difícil entender (la Economía), resulta casi necesario leer mucho para ver quién nos está engañando, o no.
Con ese objetivo, el dejar a alguien con el culete al aire, inicié la lectura de Indecentes. Crónica de un atraco perfecto (Ernesto Ekaizer. Espasa. 2012). Y la verdad es que he aprendido más, mucho más de lo que esperaba.
No es Ekaizer sospechoso a la hora hablar mal del PSOE, y tampoco del PP, de ahí que desde siempre me haya resultado un periodista creíble al que acudir para esclarecer determinados asuntos, y en este de la economía hay que reconocer que se mueve extremadamente a gusto.
No sé si todo lo que cuenta en su libro es cierto, pero entiendo que sí porque, de lo contrario y dado lo mucho y grave que asegura, debería estar en la cárcel por múltiples delitos contra la intimidad, prestigio, honor... de todos aquellos que aparecen en estas suculentísimas páginas.
Ekaizer no se limita a esclarecernos el origen y desarrollo de la crisis, sino que va más allá al abrirnos ventanas íntimas de la gestión de dirigentes políticos e institucionales que quedan a los pies de los caballos ante lo tanto que hicieron rematadamente mal. Esos son los verdaderos culpables porque, por mucho que hayan dicho que nadie pudo prever esta situación caótica, Ernesto nos dice y nos demuestra que no es verdad, que sí lo sabían, que siempre tenían algún Pepito Grillo indicándoselo, pero que era más cómodo -y rentable políticamente- mira para otro lado.
Si queréis conocer nombres, situaciones, relaciones, mentiras recias, engaños, ministros y presidentes actuantes... no os lo perdáis.
Aunque, eso sí, pese a que me resulta tremendamente creíble, seguirá bebiendo de otras fuentes para ver si confirmo mi reverencia ante Ekaizer, o si por el contrario debo rechazarlo para los restos. El tiempo y la lectura lo dirán.
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