sábado, 30 de agosto de 2008

Cuaderno de bitácora (a Jesús): pateando más la ciudad

Barcelona, ocho y poco de la mañana (crónica de ayer, escrita hoy)
Aunque estamos de vacaciones, no se pueden perder las buenas costumbres atléticas. Así que, aunque nos acostamos tarde y tras haber andado dos o tres mil kilómetros con nuestro cicerone particular, hay que madrugar. En pie a las siete y media de la mañana, y con la brisa marina dándonos en la cara (dicen que es muy bueno para el cutis), corremos 12 kilómetros por el puerto y su entorno.
Regresamos, ducha, desayuno... y ya estamos otra vez listos para, al más puro estilo de Torrente, patearnos la ciudad. Mañana gaudiniana la que vamos a pasar. Primero al Parque Güel, sigue La Pedrera y acabamos en la Casa Batló. La verdad es que el tipo este, Gaudí, supo crear estilo propio. No sé si será muy fácil o tremendamente difícil, pero diferente sí que es. Aunque estoy seguro que Periquín, un albañil de mi pueblo, en dos o tres días endereza todas las columnas.
Tras la comida y la minisiesta de rigor, la visita más esperada por mi. Vamos al Nou Camp (por cierto, me entero de que eso de culés les viene porque el campo lo construyeron en la quinta leche, a las afueras de la ciudad, donde estaban los campos de coles). Voy, como te podrás imaginar, con mi camiseta del Real Jaén (confiando en que no la confundan con el blanco de otro equipo) buscando la plaquita esa en la que dice que el campo fue inaugurado por el Real Jaén; y no sólo eso, sino que el primer gol también lo marcaron los jienenses (el resultado final fue 1 a 6). Nadie tiene ni puñetera idea de lo que le digo. Tan sólo una chica me remite al museo: entre usted que si hay algo, seguro que está allí. Vaya decepción que nadie conozca el dato, nadie de los que hay allí para informar. Hay que entrar al museo (sabes que no es santo de mi devoción) y pagar 8,5 euros. Como comprenderás, si no pagué para ver la Sagrada Familia, menos a los culés. Otro día será, y adiós muy buenas. Tan sólo me hago una foto en la entrada, para demostrar que estuve allí, y junto a un autobús antiguo, con los colores del Barça y que tiene dentro maniquíes a modo de reproducción de jugadores del año 1957.
Regresamos al hotel, y en el trayecto utilizamos el tranvía para ir acostumbrándome a cuendo llegue el de Jaén.
Un paseìto por la Diagonal, cultivamos (creo que en exceso) la cultura y bebida barcelonesa y a la cama que mañana cambiamos de montura y de aposento (otro mal rato).
P.D. ¡Qué alegría haber encontrado los acentos en el teclado del ordenador, y que el bicho este no se quede bloqueado cada quince segundos!

viernes, 29 de agosto de 2008

Cuaderno de bitàcora (a Jesùs): mal inicio, gran final

Barcelona, tres y pico de la tarde (crònica de ayer pero escrita hoy)
Comenzò torcido, por partida triple, el primer dìa de vacaciones.
PRIMERO, porque en el embarque del aeropuerto de Jaèn (JA, JA y JA) un Guardia Civil me llama para cachearme. No le doy importancia porque creo que lo hacen a todo el mundo, pero pronto veo qe no; ¿tendrè pinta de terrorista?. El asunto se aclara pronto; cuando el agente me da por limpio, se me acerca otro, el del escàner, y me dice que ellevo una navaja en el equipaje de mano. Me quedo alucinado y lo niego, pero èl insiste, yo lo vuelvo a negar varias ocasiones màs, èl mantiene otras tantas su acusaciòn. Entonces caigo: la navaja multiusos que llevo en el bolso. (Un compañero de acampada en la Virgen de la Cabeza llevaba una, y le fue muy ùtil; me gustò y al regresar la comprè en Coronel Tapioca del Pryca. Era azul, fue hace 3 años, y tenìa su fundilla y todo. Guapìsima. No la he utilizado nunca. Ni la utilizarè ya).
El civil se porta bien e intenta darme una soluciòn: embarca una maleta y la metes, o dìselo a quien te haya traìdo... No puedo hacer nada de eso, y aunque le digo que se la regalo, responde que ellos no pueden aceptarla...; final: se la dejo para que haga lo que le parezca. ¡¡¡Joder!!! Despuès me acuerdo que le podìa haber quitado por lo menos la funda. Ni eso.
SEGUNDO: para pasar el mal trago, decido tomar un cafè y un donuts. Ya quisiera Josè Tomàs dar clavadas de ese tipo cada vez que torea.
TERCERO, lo peor: el aviòn. Acojona. No por lo de los accidentes recientes, sino... porque acojona. Tenso en el despegue, tenso en el vuelo, tenso en el aterrizaje. Es que no puedo ni con el Sapito Loco.
Tocamos tierra y la cosa empieza a enderezarse. Las maletas no se pierden y nos las dan ràpido, llegamos pronto al hotel, y para la una estamos instalados. Hora clave para tomar una cerveza. Como estamos en Barcelona, pido El Àguila y una tapa de tortilla española. No hay; Estrela Damm y salchichas catalanas. Y todo en una terraza tìpica situada en una rambla, propiedad de unos paquistanìes, y de camarero uno de Càdiz.
Despuès comemos, siesta ràpida, visita a la Sagrada Familia (sòlo por fuera. No me gusta), vamos a Las Ramblas y recorremos el Barrio Gòtico (Catedral del Mar incluida). Sorpredente. Increìble que eso sea Barcelona.
Aparecemos por el puerto, y al llegar a la estatua del teniente Colombo, como dice uno de mi pueblo, otra vez Las Ramblas (esta vez para arriba), cena, metro y hotel.
Ha sido un gran dìa. Por todo esto, por alguna cosilla màs que no te puedo contar, y porque hemos tenido de guìa a Josè Gabriel; un gran tipo, oriundo de aquì aunque de orìgenes jaeneros, viejo amigo, al que hacìa diez años que no veìa.
Ha merecio la pena, al menos hoy. Mañana, ya veremos.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Cuaderno de bitácora (a Jesús): la víspera

Jaén, nueve y pico de la mañana.

En cumplimiento de mi promesa, comienzo hoy este diario vacacional cuyo único objetivo es vengar los dientes largos que me pusiste los meses pasados cada vez que presumías irte de vacaciones –una tras otra, sin descanso- mientras algunos no teníamos más remedio que permanecer en el secano de nuestro mar de olivos. Ahora cambian las tornas y, como donde las dan las toman, te hago receptor de una relación epistolar que será diaria, concluirá entrado el mes de septiembre, y comienza tirando de época: Ante todo sepa Vuesa Merced que Estoy bien, gracias a Dios, y que espero que al recibo de la presente Vuacé tambien se encuentre bien de la salud y la hacienda, que corren tiempos revueltos para ambas cosas y es menester el cuidar ambos a un tiempo.

No es hasta mañana cuando parto hacia un destino que intuyes, sobre el que tienes cierto conocimiento, pero que te desvelaré definitivamente día a día, etapa a etapa. Te transmitiré la buena nueva cada noche para así poder contarte con detalle las experiencias vividas.

Comienzo este Cuaderno de bitácora hoy por dos razones:

La primera, porque es la víspera de la partida. En principio tendría poco interés, pero los últimos acontecimientos, y la preocupación constante que mi madre se encarga de transmitirme, hace que aborde con cierta cosilla el montarme en un avión. Es la segunda vez en mi vida que lo hago, y vaya el ojo que he tenido para elegir la fecha. Sé que es el medio de transporte más seguro, con diferencia; y también entiendo que los últimos accidentes e incidentes ocurridos, a pesar de parecer muchos, son un número insignificante en comparación con los miles de vuelos diarios que tienen lugar en España, Europa y el resto del mundo. Pero, qué quieres que te diga, ante tal panorama, y el hecho de abordar un recorrido de los que ya han tenido problemas, te hace sentir cosquillillas en la barriga y en algún que otro lugar, aunque la compañía no sea la misma. Me encomendaré a San Isidro.

La segunda, que hoy es tu cumpleaños. Y qué mejor forma de felicitarte que ésta: la carta (el elemento clásico de comunicación entre los enamorados). Lo suyo hubiera sido hacerlo en verso, pero no llego a tanto; de ahí que opte, para finalizar, por recordarte unas palabras del capitán Alatriste: Es bueno estar vivo, al menos un rato más, en un mundo donde nadie regala nada; donde todo se paga antes, durante o después. Así que algo habré pagado. Ignoro cuánto y cuándo, pero sin duda lo hice, si ahora la vida me concede este premio.

¡¡¡FELICIDADES!!!

sábado, 23 de agosto de 2008

El tractor

No recuerdo el día, tampoco el año (dudo entre 1982 y 1984), ni siquiera las circunstancias que rodearon aquel episodio, pero sí tengo claro que quería levantarme a tiempo a toda costa. Por ello, y dado que el partido era a las dos o las tres de la madrugada, quise asegurar: utilizaré el tractor.

En casa teníamos un despertador de aquellos que ya sólo aparecen en las películas antiguas, plateado, redondo, con tres patitas donde apoyarse, y con dos campanas en la parte superior que sonaban como las de Notre Dame cuando llegaba la hora solicitada. No le llamábamos el tractor por eso, sino porque con el simple ruido de la cuerda deshaciéndose y del tic-tac del segundero era imposible dormir en la misma habitación. Por eso lo teníamos parado y en la cámara (segunda planta) de la casa del pueblo.

Pero ésta era una ocasión especial que no se podía perder uno porque sucedía una vez en la vida: España jugaba la final de baloncesto de las Olimpiadas de Los Ángeles contra los estadounidenses. Todo apuntaba a que fregaríamos la olla, pero el acontecimiento era histórico y yo, como fanático del deporte, no quería perdérmelo.

Era verano (eso también lo recuerdo porque dormí en un camastro hecho con una manta verde y negra que todavía conservo) y me fui a la cama antes de lo habitual para poder levantarme. El tractor estaba justo al lado de la almohada, y me fue casi imposible conciliar el sueño.

Llegó el gran momento, me desperté y me cabreé. Ya era de día. El tractor, incomprensiblemente, había fallado. No sonó. Quizá puse mal la hora. Mi cabreo se cruzó pronto con el del resto de la familia. En cuanto me vieron todos se abalanzaron contra mí reprochándome el haber dejado sonar el despertador hasta que se acabó la cuerda. “¿Yoooo? ¡¡¡Pero si no ha sonado!!! ¡¡¡Ha fallado!!!”, repliqué rápidamente.

Pero no, el tractor no sólo no falló sino que hizo su trabajo fantásticamente. Despertó a toda la familia.... bueno, a todos no porque yo ni me enteré. El sueño, mi sueño, pudo con los agentes externos, a pesar de que fui yo mismo quien los programó.

Mañana, 24 años después de aquello, eso que sólo ocurre una vez en la vida vuelve a suceder. Esta vez no me lo pierdo ni de coña. Bueno, ni de coña... y porque el partido es a las 8,30 de la mañana.

P.D.: No pondré el tractor, en primer lugar porque creo que no hace falta (ESPERO), y en segundo porque no sé dónde está. El recuerdo me hace ahora añorarlo. El próximo fin de semana que vaya al pueblo me lo traigo seguro y lo coloco en un lugar privilegiado de mi vitrina.

martes, 19 de agosto de 2008

Objetivo San Sebastián (III)

2,5. Esos son los kilos que he engordado en 6 días. Es que a mí las cosas me gusta hacerlas a lo grande. No sé si es la tranquilidad de las vacaciones, el menor estrés, o la feria de mi pueblo donde he cultivado, quizá en exceso, su vertiente gastronómica, esto es, cerveza, alpargatas, flamenquines, cerveza, roscas, chorizo, cerveza, morcilla.... y segoviano 8 años con seven up.

Sabía que iba a ganar algo de peso, y por eso mismo he mantenido mis entrenamientos con la mira puesta en el 30 de noviembre (maratón de San Sebastián). Me tocaba correr dos días, y corrí. El viernes, 13,5 kilómetros; el domingo, 18 kilómetros. Lo peor fue el segundo, porque sólo había dormido cuatro horas y me acosté hasta arriba de alguna de las cosas que os he indicado antes. Pero todo sea por San Sebastián, y quizá también porque tenemos, creo que todos o casi todos, subida un poquito la adrenalina por el tanto y tan buen deporte que estamos viendo estos días desde Pekín (el maratón masculino, la prueba reina de todos los deportes, es el último día).

Lo peor de todo es que cuando mi cuñado hizo efectiva mi inscripción al maratón, había que indicar la talla de camiseta para luego la bolsa de regalos que dan a los participantes. Mi cuñado, no sé si de manera equivocada o con mala leche, me pidió la XL. Me di cuenta, y hoy mismo la he cambiado por la L. Lo he hecho antes de pesarme, y ahora me da fatiga, no ya volver a la XL, sino incluso solicitar la XXL.

Creo que voy a pesarme otra vez. Aunque siempre queda el viejo truco de que la báscula está mal.

A partir de hoy, ya pasadas las fiestas, vuelta a la disciplina atlética, sobre todo porque a finales de mes me veré obligado a hacer un nuevo parón. Por eso, no sólo hay que rebajar los 2,5 kilitos hechos de más, sino otro tanto en previsión de lo que pueda pasar.

Seguiremos hablando.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Curro se va

Curro no está en el Caribe. Sí se ha marchado, pero a otro lugar más cerquita, aunque igual de caluroso, o más, en estas fechas. Yo, qué queréis que os diga, me alegro. Es un gran trabajador en su trabajo, ahí están sus años de gestión, y aunque su último destino estaba envenenado, él aceptó el reto. Cuando le cortaron la cabeza no le pilló por sorpresa, aunque sí le jodió el momento; las formas también, pero tampoco tiene tanta importancia porque son las que siempre utiliza el de siempre.

Su único pecado fue ser independiente, pensar por sí mismo, no plegarse a la disciplina del sindicato vertical y del pensamiento único.

Ahora, como digo, se va. No tiene miedo a que en un futuro, si decide volver, se haya quedado sin silla. Él mismo se ha gestado este nuevo reto profesional, quitándose de en medio de la política pero poniéndose en mitad. Su padrino tiene fuerza, y mucha, pero aún es una incógnita cómo reaccionará el de siempre cuando se entere.

Yo no me creo mucho que la mudanza se produzca sin el consentimiento del ojo que todo lo ve, todo lo mueve y todo lo permite, pero eso sólo lo sabremos –quizá- cuando todo se haga público.

Suerte, Curro, porque te la mereces. Pero ten cuidado, aunque creo que tampoco hace falta avisarte porque en este tipo de cosas tienes más tiros pegados que el Cerro Muriano.

P. D.: Ten cerca de tus enemigos, pero más cerca todavía a tus amigos (Vito Corleone a Michael Corleone).

viernes, 8 de agosto de 2008

Objetivo San Sebastián (II)

Fue hace poco menos de un mes (el pasado 10 de julio) cuando me comprometí a través de este blog a correr el Maratón de San Sebastián, y con la condición que la mayoría votasteis. Mi compromiso fue ese, lo dije en su día, y hoy ya he dado el segundo paso –el primero fue asumir el reto-: esta mañana he hecho efectiva la inscripción. Todavía no me han asignado dorsal, pero ya os informaré del número que me corresponde para que podáis animarme tanto en directo (aquellos que se han comprometido a ello) como por la tele si lo emite alguien.

42.195 metros se dice pronto, pero tiene tela. No es la primera vez que los recorro; lo hice en Ciudad Real el 26 de octubre de 2003. Mi objetivo era bajar de 4 horas, y finalmente lo conseguí al parar el reloj en la meta en 3 horas 55 minutos 50 segundos. Estuvo bastante bien para ser mi primer maratón, quedando en el puesto 259 de un total de 358 que acabaron, de los casi 600 inscritos. (No lo haría tan mal cuando la organización ha cogido mi imagen para promocionar la carrera en internet. Sólo tenéis que pulsar aquí, y esperar a que en las fotos que van pasando aparezca un tipo vestido de rosa, con el dorsal 205 y una gorrilla marrón).

Estoy bastante orgulloso de mi marca, sobre todo porque en el kilómetro 33, cuando iba para hacer mucho mejor tiempo –estaba siendo la mejor carrera de mi vida- un gran crujido en la rodilla izquierda casi me hace abandonar. Por mi mente pasaron los casi 1.000 kilómetros que había corrido durante la preparación en los meses anteriores, el hecho de que quedasen apenas 9 kilómetros para la meta, y los 90 euros de subvención que me pagaba mi club en concepto de inscripción y dieta si acababa la carrera. Por tanto, como os podéis imaginar, acabé, cojo, pero acabé. Lo peor, los dos años de médicos que me tiré después, y la promesa de haber corrido mi primer y mi último maratón, como dije justo al cruzar la meta, y largarme de momento al hotel a tomar un baño de agua calentita con espuma –como en las películas- mientras mi cuñado se quedaba dando buena cuenta de las cervezas, paella y demás artículos gastronómicos con los que la organización homenajeaba a los atletas.

Hoy, 8 años después, ya se ha olvidado todo lo malo, y el gusanillo del correr me hace emprender de nuevo esta loca aventura. Con la inscripción pagada (40 euros) y el hotel reservado (90 euros) ya no hay marcha atrás. Salvo fuerza mayor, claro.

Seguiremos hablando.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Crisis y no crisis

Martinsa –su proceso de suspensión de pagos- no sólo es un ejemplo de que la crisis que tanto han negado algunos está realmente llamando a nuestras puertas, sino que hace efectiva su irrupción pura y dura en las economías domésticas.

Prácticamente todos conocemos a alguien que lo está pasando mal por la difícil situación del sector de la construcción, y no hay que rascar mucho para encontrar ejemplos de que el cierre de empresas y la consiguiente pérdida de puestos de trabajo está a nuestro lado, en nuestra propia calle, en el mismo bloque donde residimos. Los carteles de se vende o se alquila, y las persianas bajadas de los hasta hace poco negocios florecientes empiezan a ser demasiado normales en nuestro entorno más inmediato.

Martinsa fue el desencadenante a nivel nacional, y su correlación más similar en Jaén la encontramos en Industrias El Ángel; nadie lo hubiera creído hace tan sólo unos meses, ni aunque la información llegara escrita en tinta de sangre.

Pero la cosa no queda ahí. En éste nuestro Jaén están a punto de saltar varios ejemplos más de dificultades económicas. Digo sólo un par de ejemplos por tratarse de empresas simbólicas de diferentes sectores productivos de la economía provincial. Una se enmarca dentro de lo que podríamos llamar industria auxiliar de la construcción, mientras que la otra se centra en el transporte.

Lo dicho, dos símbolos a punto de estallar, dos avisos para navegantes, navegantes de nuestro propio barco, claro.

La cuerda se tensa aún más.

domingo, 3 de agosto de 2008

Manuela

Manuela recuerda los buenos tiempos de cuando era mozuela. Los buenos... y los malos, porque también las ha pasado putas. Ese gran bagaje de pros y contras adquirido en la Universidad de la Vida es lo que le permite afrontar con garantías el presente y el futuro.

Tiene sus principios, y con ellos llegará hasta el final. Su especial habilitad para evitar charcos le ha permitido manejar su barco con mano firme, incluso cuando marejadillas, marejadas y algunas veces grandes tempestades han amenazado con quitarle los galones y pasar de capitana a limpiar las letrinas. La constancia ha sido su norte en esas rutas transoceánicas donde en alguna ocasión ha tenido que enseñar los dientes e incluso el cuchillo que llevaba entre ellos. Sin embargo, nunca –todavía- ha aplicado el viejo proverbio chino de más vale una vez morado que ciento colorado. Es prudente, respira muy hondo antes de dar un paso del que luego pudiera arrepentirse, cuenta hasta cien en lugar de hasta diez, e incluso pone la otra mejilla... aunque eso no le sirve más que para afianzarse en su planteamiento y tener preparada toda la artillería por si tiene que participar en un combate a vida o muerte. Todo, hasta el más mínimo detalle, atado y bien atado para que la efectividad del disparo no haya margen posible de error.

Aunque, ya digo, que lo suyo es la diplomacia, el parlamentar, los argumentos, el convencer... –y de ello ha hecho y hace filosofía en su vida-, no le arriendo las ganancias a quien se atreva a retarla en duelo.

Ahora está de vacaciones. Se fue el día 31, y su hijo al día siguiente. Es la primera vez que no comparten destino, y eso le duele. Aunque lo que más daño le causa es la incertidumbre de no saber si habrá reencuentro.

Ella, haciéndose la fuerte –como siempre- y para mantener firme el sentimiento de unidad del resto de la familia, dice con una sonrisa en la boca que lo entiende, que el niño ya es mayor y tiene que vivir su propio destino. Pero yo sé que en su interior se entremezclan un sentimiento de profunda tristeza con la rabia de alguien que querría rebelarse contra una decisión injusta, pero que no lo hace porque no es su estilo.

¿Dónde habrá estudiado y qué habrá aprendido alguien que separa a una madre de su hijo por puro capricho, sin dar opción al entendimiento, y cuando antes ha fracasado poniendo chinitas y chinazas en la relación entre ambos para enfriarla, pero sin conseguirlo ni lo más mínimo? Quizá en la Universidad de la Alta Temperatura, en el Campus de la Endibia, o en la Escuela de la antigua Roma... aunque yo me decanto por afirmar que vive en el Olimpo de la Ignorancia, de ahí su atrevimiento.

A pesar de todo, de tanto puñetero viento en contra, ella sigue demostrando que es una Señora. Otros no pueden decir lo mismo. Eso es lo único que nos queda, la huella que dejamos al pasar por este mundo; algo a lo que algunos, ni por asomo, podrán aspirar siquiera porque los mediocres están condenados al mayor de los castigos: el anonimato y la invisibilidad. Es su sino, y no podrán hacer nada para evitarlo.

No obstante, y ante una injusticia, también queda apelar a la filosofía de Máximo, el Gladiador: Juro que alcanzaré mi venganza en esta vida o en la próxima. Finalmente Cómodo, el César, además de morir prematuramente a manos de Máximo, pasó a la historia por ser un mierda.