lunes, 21 de mayo de 2018

Festonear/Festoneado, da

Continuando con la confección de mi particular diccionario, compuesto por aquellas palabras que encuentro en las lecturas de mi día a día, y de las que desconozco o dudo de su significado, aquí tenéis otra.
Leyendo un libro -del que os hablaré en unos días- he encontrado la siguiente frase: "Encararon la avenida por la amplia acera festoneada de frondosos árboles".
No tengo ni idea de la acepción de este adjetivo. Quizá se refiera a una acera con muchos árboles, cargada de árboles... pero ni estoy seguro, ni sé qué otro significado puede tener.
Por tanto, y para solventar por completo cualquier duda, he acudido al diccionario de la lengua española, elaborado por la Real Academia Española, y esto es lo que he encontrado:

FESTONEADO, DA:  1. adj. Que tiene el borde en forma de festón o de onda.

FESTONEAR: 1. tr. Adornar con festón.
2. tr. Bordar festones.

Y ante esto resulta obligado conocer qué es un festón.

FESTÓN: 1. m. Bordado de realce en que por un lado queda rematada cada puntada con un nudo, de tal modo que pueda cortarse la tela de raíz del bordado sin que este se deshaga.
2. m. Bordado, dibujo o recorte en forma de ondas o puntas, que adorna la orilla o borde de algo.
3. m. Adorno compuesto de flores, frutas y hojas, que se ponía en las puertas de los templos donde se celebraba una fiesta o en los lugares en lo que se hacía algún regocijo público, y en las cabezas de las víctimas en los sacrificios de los gentiles.
4. m. Arq. Elemento decorativo a manera de festón, que se colocaba en las puertas de los templos y grandes mansiones.

Pues nada. Solucionada la duda, y esta vez mi intuición falló de plano. Hemos aprendido algo nuevo. Siempre es buen día.

viernes, 18 de mayo de 2018

Objetivo Jaén (I): haciendo patria chica

El 3 de junio del año pasado corrí mi último maratón. Fue el número 13, y ya tengo fecha, ciudad y hora para el siguiente. Será el próximo 8 de julio en Jaén. 
Juan José Amate, corredor aficionado y enfermo de esclerosis múltiple, consiguió durante el año 2017 el reto de correr 12 maratones en 12 meses. Era para dar visibilidad a su enfermedad, y uno de los problemas a los que se enfrentó fue encontrar en España un maratón que se celebrase el mes de julio. No había. Al final lo logró organizando él uno en Jaén. Y no uno cualquiera que ya de por sí es difícil afrontar los 42.195 metros, sino que este tenía como extra que se desarrollaría en una pista de atletismo, la pista de atletismo de La Salobreja, en Jaén, su ciudad.
En un principio su idea era correrlo él solo, pero hubo quien se ofreció para acompañarle, y para no ser maleducado, dio la opción de correr el maratón a todo aquel que así lo quisiera.
Aquella idea parece que tuvo éxito, y este año se retoma organizada ya por la Asociación de Clubes de Atletismo de Jaén (de la que Juanjo es presidente) y el propio Ayuntamiento de la capital a través del Patronato Municipal de Deportes.
Será el 8 de julio, con hora de salida a las siete de la mañana, y con la posibilidad de correr el maratón entero, hacerlo por parejas (cada corredor haría media maratón), o en grupos de cuatro (corriendo cada uno diez kilómetros).
El año pasado me quedé con las ganas de participar, y en cuanto me he enterado de que se volvía a hacer, y además con afán de continuidad, no he dudado en inscribirme.
Llevo 15 años corriendo maratones por esos mundos de Dios, y no me parece bien no participar en uno que se hace en mi ciudad.
Hay que hacer patria chica, y apoyar las poquitas cosas interesantes que tenemos en Jaén (aunque afortunadamente cada vez son más).
Preparado para afrontar las 105 vueltas a la pista de La Salobreja. Hoy estoy preparado, a ver qué pasa el 8 de julio. 
¡¡Que nos ayude San Fermín!!... ¡¡Y San Isidro!!

jueves, 3 de mayo de 2018

Caso ERE, el que empezó en una fábrica de chorizos

17 días he tardado en leer Caso ERE. Las entrañas de la corrupción institucional en Andalucía (Juan Esteban Poveda Sánchez.  Comunicación Social Ediciones y Publicaciones. Salamanca. 2017), y han sido 17 días en los que no he sentido más vergüenza ajena de toda mi vida. Ajena y también propia porque resulta sonrojante que esto haya ocurrido (presuntamente) en mi tierra, y además auspiciado por quienes decían que velaban por el bienestar de una de las regiones más pobres y atrasadas de Europa.
Bochorno, indignación, rabia, impotencia... son algunos de los sentimientos que me inundan; y además su intensidad va en aumento a medida que avanzas en la lectura.
Juan Esteban Poveda es periodista de Ideal de Jaén, y se ha especializado en Tribunales. Precisamente derivado de esa actividad entre juzgado y juzgado es donde surge este libro, recopilación de tantas horas de trabajo e informaciones en torno a la que se considerada el mayor caso de corrupción que ha ocurrido en nuestro país.
Estos días vemos en las portadas (en algunas, en otras no) de los medios de comunicación cómo se desarrolla precisamente el juicio de la denominada pieza política del caso de los EREs. Dos ex presidentes de la Junta de Andalucía, varios ex consejeros, numerosos altos cargos de la administración autonómica, y un sinfín de sindicalistas, empresarios, intermediarios... están acusados de haber puesto en marcha un sistema corrupto institucional que durante más de una década movió 850 millones de euros que, en teoría, se destinaban a salvar empresas andaluzas en crisis, pero que realmente fueron para llenar los bolsillos de algunos. Y en toda esta historia no se puede olvidar el componente político: todo gira en torno al PSOE de Andalucía.
Reconozco que seguir el día a día del juicio de los ERE, e incluso las informaciones que iban saliendo a la luz pública en los medios de comunicación, resultaba y resulta complicado por lo complejo del entramado en sí. Pero una vez que lees Caso ERE todo resulta mucho más fácil de entender.
Poveda realiza en este libro un recorrido preciso y pormenorizado del sistema ideado, de la forma de actuar para distribuir irregularmente fondos públicos; de cómo comienza todo paradójicamente "en una fábrica de chorizos y otros embutidos de la provincia de Jaén", como repite el autor en numerosas ocasiones. Se trata de la antigua Cárnicas Molina. Ahí está el origen de un sistema que después se exportó por toda Andalucía. El autor empieza en Molina, sigue con Santana, y continúa con una extensa lista de empresas que va desgranando siguiendo los pasos que han ido dando tanto los jueces encargados de la instrucción, como la Guardia Civil y la Policía Nacional.
Libro tremendamente recomendable no sólo para conocer el fondo del caso, sino también para tener claro cómo se las gastaban quienes decían que miraban por nuestro bienestar desde sus cargos de responsabilidad institucional, y sin embargo nos la estaban dando con queso. Todo ello PRESUNTAMENTE, claro.

martes, 1 de mayo de 2018

Un canto a la vida... a otro tipo de vida

Mientras veía los primeros minutos de Campeones pensé que de esta película no escribiría un catite. Y no lo haría para evitar ofender a alguien con algún comentario inadecuado. Sin embargo, cuando salía por la puerta del cine ya tenía claro que estas líneas verían la luz; y lo harían porque cuando las cosas se dicen con naturalidad, sin dobles intenciones... no tienen por qué herir a nadie.
Marco (interpretado por el omnipresente Javier Gutiérrez) pasa un mal momento en lo profesional y en lo personal. Es el segundo entrenador de un importante equipo de baloncesto, pero un desencuentro con el primer entrenador le hace perder su trabajo. Las cosas con su mujer no van mucho mejor; ella quiere tener un hijo pero él no; para evitar más peleas se ha marchado de casa.
Una noche intenta ahogar sus penas en alcohol, y un accidente de tráfico le lleva ante el juez. La condena es servicios comunitarios, en concreto, ser entrenador de baloncesto de un grupo de chicos y chicas con discapacidad intelectual.
La trama de la película es el devenir de ese entrenador profesional encargado de meter en cintura a un grupo que es imposible. Al menos, lo parece.
La condena impuesta al Marco borracho tiene pinta de ser el mayor castigo que puede tener un deportista profesional: dejar los egos en un cajón, y tener que rebajarse a entrenar al peor equipo de aficionados (incluso ni eso) del mundo. Sin embargo, la condena real a la que se enfrenta es otra. Marco se ve frente a uno de sus miedos, quizá el mayor que le atormenta. Se niega a tener hijos porque pueden salirle como esos a los que ahora se ve obligado a entrenar. No quiere arriesgarse a joder su propia vida teniendo un niño subnormal. Así piensa el Marco del inicio de la película. ¿Pensará lo mismo al final?
Hay que reconocer que tener un hijo con discapacidad intelectual es una putada. Una putada para una sociedad que se rige por los valores que lo hace la nuestra: el más guapo, la más alta, el más rico, la más lista, el mejor vestido, la que tiene más dinero, el más poderoso... Así entiende... entendemos la felicidad.
Sin embargo, Campeones nos ofrece otra opción, otro tipo de felicidad, la de las cosas simples, los pequeños logros, la alegría de lo más insignificante, el éxito del anónimo día a día... Campeones es un canto a la vida... a otro tipo vida donde las personas están en lo más alto de la pirámide de los principios y los valores.
Me recordó mucho aquella estrofa de una canción de Sabina que dice "... era tan pobre que no tenía más que dinero...".
Campeones es una gran película que debería ser de visionado obligado para todos.