martes, 22 de abril de 2014

Objetivo Ronda (II): debut en El Cabezo


Sigo preparando mi participación, los próximos 10 y 11 de mayo, en los 101 kms de Ronda. Se trata de correr (algo a lo que estoy acostumbrado) pero por montaña/carriles (eso ya no lo controlo tanto). Por eso se hace necesario realizar alguna incursión en este terreno, y no dudé en elegir la subida al Santuario de la Virgen de la Cabeza como la prueba en la que perdería mi virginidad.
Fue el pasado 16 de marzo. Media maratón de montaña (21,097 kms). Y qué queréis que os diga. Me encantó.
Dado que era mi debut en la disciplina, opté por ir con un compañero más ducho en estas lides, y aunque me impuso un ritmo bastante fuerte al principio, en terreno más estable por la ciudad, pude aguantarlo aunque con cierto temor dado que después quedaban bastantes kilómetros de subidas y bajadas, y por un terreno muy poco firme.
Me sentí muy bien en esos momentos iniciales, y mucho mejor cuando nos adentramos por esos carriles y veredas que te hacen el recorrido muy pero que muy entretenido.
No se trata de coger ritmos rápidos sino más bien de poner una marcheta alegre, teniendo muchísimo cuidado con el terreno porque es muy propicio para lesionarse, y apretar los dientes cuando lleguen las cuestas arriba.
Yo tengo que reconocer que fui con los dientes prietos tanto en las subidas como en las bajadas, porque un dolor en mi cadera derecha me hacía ver las estrellas en las zonas de bajada, de ahí que rezara y me sintiera mucho más cómodo cuando había que subir.
También son muy diferentes los avituallamientos en estas carreras porque, a diferencia de las pruebas en ruta, aquí te paras completamente para disfrutar -dentro de lo que cabe- lo que te ofrece la organización. Yo lo hice así en todas las ocasiones, y la verdad es que me fue bien.
Especial recuerdo tengo de los denominados Caracolillos, una zona imposible de subir corriendo. Tocaba andar porque después quedaba más subida. Al llegar al último mirador me animé un poco porque ya conocía el terreno, y aunque iba sufriendo bastante -el mejor ejemplo lo tenéis en la foto con que ilustro este catite-, eran los momentos finales, donde más público te animaba, y no podías defraudarlos.
Cierto que la subida de la calzada es terrible, y casi a punto estás de tirar la toalla, pero aprietas más aún -si cabe y puedes- los dientes para subir corriendo. Así lo hice, y al cruzar la meta sentí un alivio difícil de expresar con palabras.
No está mal esto de correr por montaña. Espero que estas buenas sensaciones se mantengan.... al menos, hasta Ronda.