martes, 29 de diciembre de 2009

Esta Iglesia necesita una cerveza

Mi aproximación a la Iglesia, como imagino ocurre con la gran mayoría de las personas, fue por el interés demostrado por mi madre dada la fuerte tradición religiosa existente en mi familia, y también -supongo- por lo que se llevaba en aquel momento pues hablamos de un pueblecito de la España profunda de finales de los años 70 y principios de los 80. Fui después monaguillo durante casi una década, y no porque me obligara nadie sino porque me gustaba aquello, y bastante; de hecho, tengo buenísimos recuerdos de ese tiempo, incluido mi primer viaje de cierta envergadura -a Ibros- para un encuentro de monaguillos.
Llegué a la Iglesia católica por el camino más típico, pero me quedé en ella por convicción. Años después, y movido por un cierto desengaño, me alejé durante una época porque no me gustaban algunas cosas que veía proclamar desde el púlpito; tampoco comulgaba con las actitudes de algunos. Al cabo de un tiempo, lo recuerdo perfectamente, sentí la necesidad de volver. Fue en un contexto extraño, durante unas vacaciones en la playa, lejos de casa... pero algo me pedía confesarme, ir a misa, comulgar... y así lo hice, y me sentí de escándalo.
Di el paso tras un intenso debate interior. Tenía dos opciones; seguir alejado por aquellas cosas que no me gustaban, o regresar e intentar cambiarlo desde dentro. Me decanté por complicarme la vida, por la opción dos, y aquí sigo porque creo que tengo el mismo derecho que todos los que están.
El domingo pasado volví a sentir aquel mismo malestar -pero multiplicado por varios enteros- de cuando vi cosas de mi Religión que no me gustaron. Fue en misa, durante la homilía que nos ofrecía un sacerdote bastante mayor. La Iglesia celebraba el 27 de diciembre la Jornada por la Familia y la Vida, y en ese contexto aquel director espiritual se despachó a gusto con temas como el aborto o el divorcio. Me dio hasta dolor (físico) de barriga el ver en plena acción a la versión más añeja y trasnochada de mi Iglesia; daba la sensación de que había retrocedido algún siglo -o varios- en el tiempo. Y lo peor de todo es que, por lo que me informé después, la homilía que sufrí no fue algo aislado sino lo que más o menos se escuchó en todas las iglesias ese día.
Puedo entender que cosas como las que se dijeron el domingo desde los púlpitos tuvieran sentido en la Edad Media, y no únicamente con la Iglesia Católica sino con todas las religiones; o durante épocas absolutistas y dictatoriales donde las religiones se aliaban al poder político. Era una visión extraña de la fe donde o creías o te mataban. Pero eso ahora no ocurre, las mentalidades han cambiado, estamos en el siglo XXI, las personas somos diferentes, y aunque también entiendo que existe una relativización absoluta y desechable de importantes valores como la familia, el sacrificio, el honor, el esfuerzo, el respeto... también creo que la Iglesia Católica, Mi Iglesia, se equivoca manteniendo contra viento y marea discursos totalmente inválidos en una época como la actual.
Alguien que estaba a mi lado en la iglesia, y que me reconoció llevar años sin asistir a una misa ordinaria, me miró con cara de póker al final de la misa a la vez que comentaba No sé si será así todos los domingos, pero con este tipo de cosas esta gente va a hacer pocos clientes.
Una vez más -ya sabéis que soy un habitual defensor de las causas perdidas, aunque espero y confío sinceramente que ésta no lo sea- he elegido la segunda opción. No me voy a ir de un lugar en el que me siento tremendamente cómodo salvo por cosas como las que aquí recojo; mi elección es la de seguir aquí e intentar hacer de mi Iglesia lo que creo que debe ser.
La Iglesia católica está siendo acosada de manera totalmente injusta en nuestro país desde hace unos años, pero igualmente creo que discursos como los del domingo no ayudan en nada a limar asperezas. No tiene justificación el que alguien adopte una postura radical para defenderse de un ataque de radicales. En la moderación está la virtud, y, llegado el caso, en poner la otra mejilla. Porque el respeto no se gana dando voces sino dando ejemplo.
Esta Iglesia necesita una cerveza, sentarse en un velador y reflexionar. Las ansias y las prisas por llegar a la cima de la montaña les está impidiendo disfrutar del magnífico paisaje que permite el viaje.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Aquí, uno de pueblo

Dice un viejo proverbio chino que De bien nacidos es ser agradecidos. Por eso, y porque estoy orgullo de ello, llevo siempre muy a gala ser de pueblo.
Reconozco que me repatea el tipo de gente que reniega de sus orígenes; tengo fresco algún caso de alguien otrora responsable político provincial -e incluso más, y también menos- que decía que no era de donde es realmente sino de otro lugar. Quizá le daba vergüenza, o
vestía más el otro sitio, o no sé bien el por qué, pero he ahí un caso que se enfrenta a la siempre sabiduría china.
En alguna ocasión he hablado de este tema, y no sé si incluso poniendo el mismo ejemplo, pero me he animado a escribir cuando el otro día uno de mi pueblo, que trabaja fuera y en un sitio de cierto postín, reconoció públicamente que al llegar a un lugar su carta de presentación es algo así como Yo soy de Higuera de Calatrava. Después matizo que es un pueblecito de Jaén, y la gente se va situando... También he invertido bastante tiempo en situaciones que se repiten una y otra vez; ocurren cuando conozco a alguien, y éste me dice que tiene un amigo, compañero de trabajo, familiar político... que es de Higuera de Calatrava. La mayoría de las veces rectifica y cae en la cuenta que no es de Higuera de Calatrava sino de Higuera de Arjona (ahora, Lahiguera), aunque en ocasiones su información es correcta y ello me obliga a darle vueltas al nombre indicado, al apellido, a sus familias, a su mote... y siempre acabo localizando quién es. Me ha ocurrido incluso con gente famosa cuyos padres marcharon de Higuera hace décadas, y por las señas que me han dado, identificando a sus parientes actuales con quienes no contactaban hace años por falta simplemente de una relación más habitual.
Quiero llegar con todo esto a que una persona debe sentirse orgullosa de sus raíces, de su patria chica, de quién es, de dónde viene... porque eso no hace más que abundar en un sentimiento de apego a una cultura que es realmente la suya. ¡Qué poco podremos obtener de alguien que reniega de todo eso!
Creo.

martes, 22 de diciembre de 2009

Una crisis peculiar

Aunque no hace demasiado tiempo el sólo mencionar la palabra crisis suponía ser objeto de un ataque feroz de la Moderna Inquisición por antipatriota, hoy día nadie pone en duda que la innombrable campa a sus anchas entre nosotros. Sin embargo, fechas como las que nos encontramos vienen a poner en duda que la crisis sea tan acuciante como se dice-aparenta-noscuentan-comprobamos. Conozco casos casi dramáticos de personas que viven muy al límite por la crisis, sin embargo, basta darse una vuelta por cualquier calle o centro comercial de éste nuestro Jaén para comprobar que todo está a reventar.... de gente comprando. La otra tarde fui al cine al Pryca, y ya la ausencia de aparcamientos en el exterior era un claro indicativo de que dentro casi no se podría andar; y así fue, el pasillo parecía La Carrera en Semana Santa. Pero ya digo que se trata de un simple ejemplo, de los que está llena nuestra ciudad, como ha ocurrido todo los años, no años de crisis como el actual, pero parece ser que la crisis se ha ido de vacaciones. Quizá sea tan sólo un punto y seguido, con familias que se endeudan más todavía para pasar con solvencia estas fechas marcadas por el mucho consumo y cada vez más huérfanas del tan cacareado espíritu navideño. No quiero ni pensar lo empinada que pueda estar la próxima cuesta de enero.
Para acabar, os dejo otro ejemplo que viene a cuestionar eso de que Estamos en crisis. Es la Puerta del Sol, el pasado sábado por la noche.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Tolerancia Cero ¡¡SÍ!!. Pero algo más.

Hoy he sido testigo presencial de un caso de violencia de género. Era media mañana y estaba en un parque con unas amigas y sus hijos esperando la llegada de sus maridos. Hablábamos tranquilamente mientras los chaveas correteaban jugando. A nadie le llamó la atención un coche aparcado en la acera hasta que nos llegaron voces de su interior en el momento de abrirse la puerta del copiloto. Todos miramos y vimos dos personas pelearse a guantazo limpio. No le dimos más importancia hasta que el copiloto, una mujer, salió del vehículo completamente alterada. El conductor hizo lo mismo, se dirigió hacia la mujer, se colocó a su lado y empezaron a discutir dando grandes voces. Era una pareja de asiáticos que hablaba en su idioma.
Ante la agresividad del momento, intentamos llamarles la atención con el objetivo de que se dieran cuenta de que estábamos allí, de que estábamos presenciando la pelea para, al verse observados, finalizaran el enfrentamiento. Sin embargo, nuestra acción no sirvió para nada. En un momento dado, y en el fragor de la tremenda discusión, el hombre la emprendió a puñetazos contra la mujer, y ésta no tuvo más remedio que responder, o más bien defenderse como pudo.
Ante el empeoramiento de la escena nos aproximamos un poco instando al hombre a dejar de golpear mientras una de mis amigas llamaba por teléfono al 112. El hombre dejó de golpear aunque siguieron los tremendos gritos a la par que él abría la puerta trasera del vehículo para acariciar y tranquilizar a un bebé que, en su silleta, lloraba.
Volvió a cerrar la puerta, a encararse con la mujer a grito partido, y, de nuevo y tras unos segundos de intercambio de voces, liarse de nuevo a puñetazos. En ese momento ya nos habíamos acercado instándole a detener la agresión; algunas personas más que paseaban por la zona, así como un conductor que detuvo su vehículo en mitad de la calle al ver la escena, le decíamos
que habíamos avisado a la Policía.... No sé si fue por eso o por otra cosa, pero lo cierto es que el hombre dejó de golpear, nos echó un vistazo a todos, y muy tranquilamente cerró la puerta del coche del copiloto, bordeó el vehículo por la parte de atrás dirigiéndose a su asiento mientras alternaba miradas con nosotros y con la mujer. Antes de subir al coche miró nuevamente a la mujer de una manera terrorífica. Arrancó el vehículo y antes de empezar a andar, y tras una nueva mirada a la mujer, ésta se subió voluntariamente, dudando mucho, pero lo hizo. Todos nos quedamos alucinados. El coche arrancó, recorrió unos cinco metros pero se detuvo ante la llegada de la Policía Municipal.
Allí dejamos a la pareja de municipales: un hombre tomando los datos al agresor, y una mujer atendiendo a la agredida. No tengo ni idea si esos fueron los papeles reales, es decir, si el malo era él y la buena ella, pero al menos esa es la impresión que me dio.
No sé cómo acabó la cosa, o cómo acabará. Pero el presenciar directamente algo así no sólo ha reafirmado mi postura de Tolerancia Cero con la violencia de género, sino que me ha llevado a la convicción de que resulta necesario hacer algo más. Me parece ilógico que dos personas que se odian pasen a las manos cuando lo civilizado es que cada uno emprenda su propio camino por sendas separadas. También me resulta ilógico que el agresor no tenga pudor en agredir a plena luz del día y en un parque. Pero lo que más impactado me dejó fue el momento en el que ella, tras haber sido agredida de manera contundente y en una serie de puñetazos que sólo paró por la presión de lo viandantes... digo que después de todo eso ella se montó en el coche y se iba con quien, casi seguro estoy de ello, continuaría los mamporros en otro lugar más íntimo. ¿Por qué lo hizo? ¿Qué terrible situación lleva a una mujer a aceptar una situación así?
Ni siquiera quiero saber si, ante la llegada de la Policía, ella denunció la agresión o la negó. No quiero ni preguntarlo porque la respuesta puede ser terrible.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Un libro-periódico

Gomorra (Círculo de Lectores, 2009) aúna dos de mis pasiones: el periodismo -que aquí es llevado hasta el extremo de poner la vida misma en peligro- y la mafia italiana -que tengo idealizada desde que hace unos años descubrí, gracias a mi hermano, El Padrino-. Por ello, y nada más saber que la obra de Roberto Saviano se había editado en España, no dudé en hacerme con ella a modo de regalo, un regalo muy especial con una dedicatoria más especial todavía.
Me esperaba otra cosa, algo parecido a The Godfather, pero me he encontrado la pura y dura, durísima realidad de la industria del crimen italiano cuya alargada sombra llega a los cinco continentes a través de extorsiones, crímenes, amenazas, redes ilegales... y en sectores productivos que no se limitan únicamente a las armas o las drogas, sino que también tienen florecientes negocios en el mundo de la construcción, ropa, zapatos, bebidas, distribución de alimentos, residuos tóxicos, hostelería, y un largo etcétera que parece no tener fin. No sé si he captado lo que Saviano ha intentado transmitir, pero la imagen que tengo de Italia a día de hoy está marcada por una mafia que lo inunda todo, de tal manera que los boss campan a sus anchas en todos sitios y a todas horas. Es precisamente para acabar con ese así son las cosas, y así deben seguir siendo por lo que Roberto Saviano ha escrito este libro. Un tipo que desde dentro del Sistema lo desmenuza con tanto detalle de nombres de personas, actividades ilícitas, lugares, fechas, negocios... que no ha conseguido más que poner precio a su cabeza.
Gomorra viene a ser un signo de rebeldía contra esa corrupción generalizada, contra ese estado mafioso que gobierna no sólo Italia sino otros muchos países, o al menos tiene gran presencia. Poder al que, salvo contadas actuaciones policiales, nadie se atreve a hacer frente. Roberto Saviano sí le planta cara aquí y ahora, al igual que una maestra -cuyo caso nos cuenta- que se atrevió a declarar como testigo, como único testigo de entre un centenar, de un asesinato de la mafia. Los dos han dado el paso al frente, y a los dos les ha cambiado la vida para peor, para muy peor. Lo mejor de todo es que lo hacen siendo conscientes de que ponen su vida en peligro, pero de no ser así, de no empezar a poner freno -aunque sea granito a granito y de la manera más humilde que se puede como protagonista anónimo de la Historia- nada cambiará. Y ya es hora de que vaya cambiando.
Roberto Saviano nos muestra la realidad de la mafia a través de una obra que, en muchas ocasiones, da la impresión de ser un compendio de reportajes periodísticos que, en lugar de editarse en papel periódico, se ha hecho a modo de libro.
Los casos son tan ilustrativos, el detalle es tan preciso, las pruebas son tan contundentes, que es imposible que a cualquier lector decente no le de asco la industria del crimen cuyo único fin es... GANAR DINERO. Sólo eso, ganar dinero a costa de todo y de cualquiera.
Al principio se ve vino abajo el mito de El Padrino, pero una vez concluido el libro, y tras la conversación mantenida en este sentido con otro amante de la mejor película de la Historia (Javier Nieto), creo que The Godfather no sólo supera a lo que ahora hay, sino que se encuentra a años luz. Actividad ilegal, efectivamente, y despreciable como la que más, pero totalmente respetables los códigos de honor de unos tipos, los Corleone, que ya quisieran muchos acercase a ellos, si quiera, de lejos.

martes, 15 de diciembre de 2009

Segundo aniversario

Tal día como ayer, pero de hace dos años, (un 14 de diciembre del año 2007) echaba a andar elcatite.es. Tras un interesante periplo por las ondas hertzianas, y adaptándose a las circunstancias como un camaleón para sobrevivir, dio el salto al ciberespacio.
Si el primero fue de nacimiento, sentar bases, y alguna experimentación, este segundo año ha estado marcado por el recorrer el camino marcado, pero también por el abordaje de nuevos ámbitos y, de manera principal, la autoproclamación y defensa del Yo, Censor, de la creencia firme de que un lugar tan inmensamente jodido pero libre como es internet tiene necesidad de contar con Alguien o Algo que imponga cierta cordura entre quienes se esconden detrás de los cortinones para insultar.
A partir de ahí, seguimos hablando de lo que nos interesa, de aquello que tenemos más cercano, algunas cosas quizá pegadas demasiado a la intimidad, pero éste es un Reino con Rey, y es lo que tiene... este tipo de cosas.
Tampoco ha faltado la presencia de la degenera vida política jienense, una de las artes más nobles de cuantas existen, pero que por estas tierras lleva tiempo de capa caída, muy, muy caída. Nuestras llamadas son siempre a la regeneración, y vamos a seguir intentándolo, pese a ser conscientes de que nos enfrentamos a molinos de viento más grandes que aquellos contra los que luchaba aquel hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor... Pero es que nos van las causas perdidas. ¡Qué le vamos a hacer!
Sí reconozco que me siento especialmente satisfecho de mi incursión en el imposible mundo de los versos, al que seguramente vuelva por lo que de reto me supone, y para eliminar alguna espina que en su día se me quedó clavada.
En definitiva, mis segundos 365 días en los que han nacido 111 catites que han sido abordados por 9.005 visitantes. Aquí estamos y aquí seguiremos.
Gracias a todos y Heartly regards.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Objetivo Florencia (y VIII): las fotos






Pasados unos días de mi participación en el maratón de Florencia (29 de noviembre) he empezado a recibir bastantes fotos de esas jornadas en tierras italianas. Aquí os dejo algunas de ellas; todas tienen unas letras por encima, pero es que son las que facilita la Organización de la prueba y, como no las he pagado (valen un pastón) sino que simplemente las he bajado de internet, te colocan esas letritas para fastidiar un poco. No importa porque lo interesante es el documento gráfico. La primera es el momento en el que llego a meta, prueba irrefutable de que Yo estuve allí: llegué, corrí y acabé. Soy el de rosilla de la izquierda, con un tiempo oficial de 3 horas 33 minutos 53 segundos, y un tiempo real de 3 horas 33 minutos 40 segundos. Las otras dos recogen varios momentos de mi paso por la plaza del Duomo, con la catedral de Florencia detrás. Para mi gusto, ¡¡IMPRESIONANTES!!. Seguro que un argumento más para incentivar la participación en una carrera espectacular.


martes, 8 de diciembre de 2009

¿Será casualidad?

¿Qué importante responsable público a nivel provincial, que ha subido como la espuma en los últimos años, ha pasado de salir a todas horas en una televisión local de la capital (sólo le faltó aparecer en la carta de ajuste), a no salir -salvo error o casualidad- ni en las convocatorias que él mismo realiza?
Una pista: ¡Vaya, hombre! ¡Ahora que nos habíamos acostumbrado a esa "L" casi impronunciable de su apellido!

viernes, 4 de diciembre de 2009

Objetivo Florencia (y VII): Epílogo

Durante los últimos kilómetros de mi participación en el maratón de Florencia, mientras saboreaba el gustazo de una carrera y un entorno como estos, ya estaba pensando en cuál sería mi siguiente maratón. Qué tiempos aquellos en los que, al cruzar la meta de mis primeros 42.195 kilómetros, mi único pensamiento fue "Este es mi primer y mi último maratón". Aquello sucedió en Ciudad Real (año 2003), pero sin embargo después han llegado San Sebastián (año 2008) y Florencia (año 2009). El siguiente todavía no está decidido, pero empiezo a barajar nombres como Barcelona, Málaga, Praga, París... El tiempo lo dirá, pero lo que sí tengo claro es que continuaré, al menos esa es mi intención, esto del running maratoniano.
Y quizá vuelva a tener como compañeros de viaje a Los Trotanoches de Guadix. Un magnífico grupo de personas con los que he coincido, además de en otras muchas pruebas, en San Sebastián y ahora en Florencia. Comparto asfalto, y también mesa y mantel antes y después de las carreras. Arriba os dejo la foto que me hice con ellos en la salida de Florencia, en la Piazzale Michelangelo, tirando ellos de patriotismo, igual que un servidor, aunque yo también volví a hacer patria china haciendo presente mi realjaenerismo.


jueves, 3 de diciembre de 2009

Objetivo Florencia (VI): casi lo logro



DOMINGO, 29 DE NOVIEMBRE DE 2009

Los pocos segundos de duración que tiene el vídeo de arriba representan el momento culminante a un duro y sacrificado plan de entrenamiento que se ha prolongado durante prácticamente cuatro meses, y que ha supuesto el recorrer casi 900 kilómetros de los más de 1.600 kilómetros que me he pateado desde el uno de enero hasta el pasado domingo, 29 de noviembre. Se trata del instante en el que cruzo la meta y concluyo mi participación en el maratón de Florencia (soy el de la gorrilla negra con cinta con los colores de la bandera de España, vistiendo igualmente mi habitual camiseta rosa de la Asociación Deportiva Maratón Jaén).
A ese instante se reducen horas y horas de correr (muchas de ellas en momentos tan intempestivos como las cinco y media de la mañana por el Bulevar, o las once de la noche en la Salobreja), múltiples sesiones de gimnasio (bajo la sabia supervisión de Diego, del Athenas), y periódicos masajes de recuperación de alguna lesión o simplemente de descarga (siempre de las impresionantes manos de Pilar, de la clínica Massada).
El tiempo final empleado en recorrer los 42.195 metros de que consta la prueba fue 3 horas 33 minutos 40 segundos. Es decir, no logré el objetivo de bajar de las 3h30'. Me quedé a las puertas, y de hecho mantuve el ritmo medio deseado de 5 minutos el kilómetro hasta el kilómetro 40. Finalmente, 5'04'' el kilómetro, a un suspiro de los 5'00'' fijados de antemano, y aunque pueda parecer una tontería, me fue imposible abordar la marca. En cualquier caso, estoy tremendamente contento ya que he rebajado en casi 20 minutos mi marca personal en la distancia.
Punto y final a un proyecto que sin lugar a dudas ha merecido la pena pues, pese al gran sacrificio que exige el entrenamiento para abordar una carrera de este tipo, ha sido una gozada correr la prueba rey del atletismo en una ciudad como Florencia, junto con otras 10.000 personas aproximadamente, con una organización exquisita, y el entorno de una de las ciudades renacentistas más bonitas del mundo, si no la más; nunca podrá borrar de mi mente momentos como la salida desde la Piazzale Michelangiolo; o el paso -en el kilómetro 28- por la catedral, en la Piazzale del Duomo, con una impresionante multitud animando a reventar que, pese a que las fuerzas empezaban ya a flaquear, casi te llevaba en volandas; o el pasar junto al Ponte Vecchio; o el cruzar el fiume Arno; o la llegada a la meta, con alfombra azul incluida, en un marco tan espectacular como la plaza de la Santa Croche.

martes, 1 de diciembre de 2009

Objetivo Florencia (V): la víspera

SÁBADO, 28 NOVIEMBRE DE 2009

Tras el ajetreo de todo el día de ayer, para hoy he diseñado lo que debe ser, básicamente, un día tranquilo. Como mañana domingo corremos el maratón, hoy no podemos ni andar ni estar demasiado tiempo de pie. El problema es que estamos en Florencia, y no salir del hotel siendo el sitio que es, ¡va a ser que no!. No obstante, y como dice aquel viejo proverbio chino, En la mesura está la razón.
Lo cierto es que no madrugamos demasiado; desayunamos fuerte -es buffet libre, y lo nuestro es el ansia del pobre (reventar antes que sobre)-; y decidimos dar una vueltecita. Y lo que iba a ser un día de relajación de piernas se convierten en cinco horas de andar y estar de pie de manera continua visitando todo lo visitable, y donde no puede faltar el mercadillo que hay en torno al Mercato Centrale. ¡Menos mal que íbamos a descansar!.
Comida, vuelta al hotel, siesta, y al levantarnos... otra peazo caminata para conocer dónde es la salida de la carrera. Subimos a la Piazzale Michelangelo, y ya que estamos allí, en la cima, me retrepo en un comodísimo banco de piedra y les convenzo para permanecer en el lugar con el objetivo de ver la espléndida puesta de sol que está a punto de caer sobre la ciudad, y, ¡cómo no!, la Florencia iluminada. La cosa cuela, mis acompañantes a hacer fotos, y yo... casi me quedo dormido.
Al bajar, unos (dos) vamos al centro a dar otra vuelta para comprar algún regalo que falta, y los otros (dos) al hotel. Cuando nos juntamos hora y media después toca cenar. ¿Dónde? Vuelta al centro, de donde yo vengo....
En definitiva, hicimos todo lo que no tiene que hacer un maratoniano el día antes de la carrera. Y me quejaba yo cuando, hace exactamente un año, en San Sebastián, acabamos con las reservas de Heineken en un barecito al lado de la Playa de la Concha a lo largo de una larguísima tarde cervecera. Allí, al menos, estuvimos sentados a la vez que nos hidratábamos y nutríamos.
Otra jornada atrás. Queda el último madrugón.