lunes, 27 de agosto de 2018

Probidad y meliflua

Continuando con la confección de mi particular diccionario, compuesto por aquellas palabras que encuentro en las lecturas de mi día a día, y de las que desconozco o dudo de su significado, hoy os traigo un par.
Uno de los editoriales de ayer del diario ABC titulado Vergonzoso desamparo al juez Llanera (queda claro sobre lo que se posiciona el periódico) recoge lo siguiente: 
Por un lado: “La ministra Dolores Delgado está haciendo un flaquísimo favor a España, pues lo que está en juego no es ya la probidad de un funcionario del Estado (que ya sería bastante), sino la defensa misma del Estado democrático español...”.
Y por otra parte: “Sánchez (en relación al presidente del Gobierno) debe abandonar ya su meliflua actitud con los golpistas de ayer y los de mañana...”.
Ahí tenéis: probidaden el primer caso, y meliflua en el segundo. No tengo muy claro lo que significa ninguna de ellas, aunque por el contexto podría deducir que probidadvendría a ser algo así como la autoridad, valía, buen hacer... mientras que con melifluaentiendo que se referirá a debilidad o cobardía.

Para solventar mi duda por completo, y como hago siempre, he acudido al diccionario de la lengua española, elaborado por la Real Academia Española, y esto es lo que he encontrado:

PROBIDAD: 1. f. Honradez.

MELIFLUO, FLUA: 1. adj. Que tiene miel o es parecido a ella en sus propiedades.
2. adj. Dulce, suave, delicado y tierno en el trato o en la manera de hablar. U. m. en sent peyor.

Duda aclarada. No he acertado de lleno, pero me he aproximado.

No hay tiburón bueno

Con esa cara de malo que tiene siempre, especialmente por los dientes. ¡¡Y qué me decís de su aleta!!! Con sólo verla nos echamos a temblar. Si a todo ello le unimos la fama -mala- que tienen podríamos decir sin temor a equivocarnos que no hay tiburón bueno.
Igual la culpa la tenemos nosotros mismos, los humanos, por haber hecho películas que asustan tanto, ¡y de qué manera! A pesar de todo, me reafirmo en que no hay tiburón bueno.
Y la frase se la podemos aplicar incluso a las películas que se hacen de este animal tan malvado. Igual alguna se escapa, pero no es el caso de Megalodón.
Un excéntrico multimillonario ha financiado una plataforma científica en mitad del océano. Su objetivo es descubrir nuevas especies animales, y la verdad es que el logro que realiza supera ampliamente sus expectativas. Lo que estaba considerado como el lugar más profundo del mar resulta que no tiene fondo, y lo que parecía el suelo no es más que una especia de masa densa bajo la que hay un riquísimo ecosistema con especies animales, vegetales, minerales... nunca vistas. 
Cuando se están frotando las manos (unos, por el descubrimiento científico que ello supone; y otro, por la cantidad de dinero que le permitirá ganar) se dan cuenta de que ahí abajo existe una auténtica bestia que se creía extinguida del planeta: el megalodón.
Se trata de un terrorífico tiburón, de dimensiones descomunales, que pone en peligro toda la misión. El mayor problema surge cuando, al enviar a un equipo a salvar al primer submarino que entró en el nuevo mundo siendo atacado por algo, dejan abierta una puerta de entrada y salida, y eso hace que el megalodón tenga acceso a nuestros mares.
Lo que era una expedición científica se convierte en una misión de caza y captura del monstruo. De acción trepidante, la cinta -ya inverosímil de por si- se convierte en más fantástica todavía por la manera en la que los guionistas tienen de resolver el asunto.
Pobrecito tiburón de 50 metros que ha tenido que vérselas con el nuevo Supermán que encarna Jason Statham.
No os insisto en que vayáis a verla, ni siquiera cuando la emitan por televisión.


lunes, 13 de agosto de 2018

La importancia del equipo

Las cinco disfunciones de un equipo (Patrick Lencioni. Empresa Activa. Barcelona. 2003. 12ª edición) es un típico libro de autoayuda pero que en lugar de centrarse en el individuo su objeto son los grupos; y más concretamente los grupos de personas que conforman los equipos directivos de una empresa.
El autor es el presidente de una importante consultora estadounidense, y además ha escribo varios best sellers con consejos a aplicar en el ámbito empresarial.
Lencioni defiende en este libro la importancia de la unión de los directivos de cualquier empresa, es decir, o son un verdadero equipo o la empresa no tendrá éxito. Un mensaje muy gráfico que se repite a lo largo de la obra es el siguiente: "Contamos con un equipo directivo con más experiencia y talento que cualquiera de nuestros competidores. Tenemos más dinero en caja que ellos. Nuestra tecnología es la mejor. Y nuestro consejo de administración es el más influyente. Pero a pesar de todo esto dos de nuestros competidores nos superan tanto en ingresos como en aumento de clientes. ¿Alguien puede explicarme por qué?".
El autor defiende sus teorías con un ejemplo. Nos cuenta la historia de una empresa que cumple los requisitos que anteriormente he indicado, y una nueva directora general, recién llegada para corregir la situación, aplica medidas tendentes a hacer ver a todos que si no trabajan, se sienten, funcionan, piensan... como un equipo, los números seguirán bajando. 
La obra resulta interesante porque no se trata de algo a aplicar únicamente en el ámbito empresarial sino en cualquier contexto donde exista un grupo de personas que trabajan bajo un mismo propósito: equipo deportivo, familia, teatro... incluso matrimonio.
El libro ha llegado a mis manos a través de alguien a quien se lo recomendaron porque podía venirle bien para gestionar su equipo deportivo. Le dijeron que era un libro cuya lectura es obligatoria en primer curso del grado de Psicología. No sé si será verdad, o no, pero creo que podré sacarle algo de provecho.



domingo, 12 de agosto de 2018

Mentes poderosas... primera parte

Una rara pandemia afecta a todo el planeta (la película se centra sólo en Estados Unidos, pero se entiende que la catástrofe es global). Los niños van muriendo sin que se encuentre ni una explicación ni una vacuna. Aunque no mueren todos; algunos sobreviven, lo que ocurre es que quienes viven es porque tienen poderes extraordinarios.
Este es el punto de partida de Mentes Poderosas, y a partir de aquí la trama discurre en la guerra entre el gobierno que busca recluir y controlar a estos peligrosos chavales, y ellos mismos que intentan sobrevivir libres. Unos lo hacen en solitario, mientras que otros se amparan en algunas organizaciones que, en teoría, les ayudan, aunque nunca sabes si el final será protegerles o utilizarles.
En la historia encontramos otras temáticas como el amor, la confianza, el dilema entre hacer lo que debes o lo que te apetece...
En el título de este catite indico que se trata de una primera parte porque la película no sólo no acaba sino que plantea elementos que sin duda se resolverán, o no, en entregas futuras. Tiene toda la pinta de que llegarán por los menos un par de secuelas.
Se trata de una película entretenida, original por momentos, aunque previsible por otros. No es mala opción para echar un buen rato.


sábado, 11 de agosto de 2018

¿Llegan los primeros cambios a RTVE?

Viendo el informativo de este mediodía de TVE me he quedado sorprendido. No sé si son los primeros cambios que llegan a la cadena tras el nombramiento de sus nuevos responsables, o si se trata de un experimento para ver si funciona.
Lo cierto es que se le ha dado un tratamiento inusual a la información de los tres medallistas españoles (oro y plata en chicos, y oro en chicas) en la prueba de 20 kilómetros marcha celebrada esta mañana en Berlín dentro del Campeonato de Europa de Atletismo.
Hablo de inusual porque no es habitual lo que ha ocurrido, o al menos lo que ha ofrecido hoy TVE. La información de las tres medallas ha aparecido en titulares, y ha sido de las más destacadas en el tiempo de deportes situado como es habitual en nuestro país, al final del informativo. Hasta aquí, nada raro.
La novedad ha estado en que se ha emitido una información sobre el éxito de la marcha española en el bloque inicial. Tras los titulares, se ha dado cobertura a la reunión de Merkel y Pedro Sánchez; le ha seguido una información sobre la llegada de más inmigrantes a las costas andaluzas; después, información sobre el asunto catalán; y a ésta le ha seguido la información sobre los medallistas en marcha. A continuación se ha ofrecido la información internacional, y ya el desarrollo habitual del informativo.
Mientras lo veía me preguntaba si, tras haber emitido ese vídeo, ya no se hablaría del tema en tiempo de deportes. Pues no. Se ha hablado, y bastante. No ha sido repitiendo la pieza, sino con otros elementos, y la cosa ha quedado muy completa.
Una de las reclamaciones de los deportes minoritarios españoles -entre ellos el atletismo- es contra la dictadura informativa que existe del fútbol sobre todas las demás disciplinas tanto en medios de comunicación generalistas como deportivos.
No sé si lo de hoy en TVE ha sido un paso contra esa tendencia, una prueba para ver qué ocurre... en fin. Estaremos atentos a ver si se repite, e incluso si marca tendencia y cunde el ejemplo.
A mí me resulta extraño verlo ahí, en tierra ajena. O quizá sea lo acertado dado que si bien resultaría excesivo abrir el informativo con ello, sí podría tener sentido meterlo en un primer bloque con las tres o cuatro noticias más importantes de la jornada, independientemente de que sean sobre política, economía, internacional... o deportes.
Lo dicho, habrá que estar atentos. 
Si no lo habéis visto, aquí tenéis el ENLACE.

lunes, 6 de agosto de 2018

Objetivo Alcalá de Henares (III): empezamos

El próximo 28 de octubre correré mi maratón número 15. Será en Alcalá de Henares. Y hoy, 6 de agosto, empiezo el plan de entrenamiento de doce semanas que concluirá con la carrera.
No es la mejor época (con ola de calor incluida) para iniciar una empresa de este tipo, de hecho los corredores aficionados solemos huir del verano, y lo fijamos habitualmente como el momento ideal para el descanso. Sin embargo, este año la cosa se ha dado así.
Por delante, doce semanas de entrenamientos con el objetivo de bajar de las 3h 30' en los 42,195 kilómetros. Esa es la intención, pero el devenir diario indicará si puedo mantener el nivel y la exigencia de los entrenamientos; es algo casi imposible de predecir porque en la preparación y participación en un maratón la incertidumbre es la mayor de las premisas dado el gran número de elementos (ajenos y propios) que pueden influir, y de hecho influyen.
Por lo pronto, la primera semana la cambio casi al completo porque el próximo martes, 14 de agosto, tenemos una nueva edición de la Carrera del Melón; 15,2 kms aproximadamente de carrileo, con continuas subidas y bajadas, y con una salida fijada a las 19,30 horas, es decir, a más de 30 grados de temperatura. Ya digo que los objetivos son distintos en ambas pruebas, de ahí que en estos nueve primeros días del plan del maratón haga varias modificaciones para llegar lo mejor posible al Melón. A partir de ahí ya sí será todo mirar al 28 de octubre.
Ojalá mi maratón Niña Bonita haga honor a su nombre.

jueves, 2 de agosto de 2018

Una novela al mejor estilo de Carlos del Amor

El periodista Carlos del Amor es sobre todo un contador de historias. Así nos lo demuestra cada día con su trabajo en TVE, y así lo dejó claro con La vida a veces, su primera incursión editorial que, como ya os conté en su día, no me gustó. 
Hoy vengo a hablar de El año sin verano (Carlos del Amor. Espasa. Barcelona. 2015. Segunda edición). Ayer acabé de leerlo. El libro se publicó en febrero del año 2015, y ese mismo mes apareció la segunda edición; el ejemplar que yo manejo es de esa segunda hornada pues me lo regalaron en marzo de 2015, por mi santo.
Tras el fiasco que me supuso su primera obra, tenía miedo de enfrentarme a la segunda. Así era porque Carlos del Amor es para mí un referente periodístico, y tanto esperaba de él en su paso al papel, que la decepción fue enorme. ¿Me romperá otra vez el corazón? No es que esas dudas hayan hecho que mi lectura de su segundo libro se haya retrasado más de tres años. Ayer acabé de leer, por tercera vez, El año sin verano. En este tiempo he realizado tres lecturas completas del libro, además de otras dos parciales.
Mi esposa se reía cada vez que me veía, otra vez, con él en las manos. Y yo mismo me autoacusaba de incumplir uno de mis principios más sagrados, tomado prestado de un gran hombre que decía: "hay tanto que leer y tan poco tiempo en esta vida". Sin embargo, así ha sido la cosa. ¿Parece exagerado? Es mi forma de decir, y es verídico, que me ha gustado.
El año sin verano es la novela de Carlos del Amor que estábamos esperando. No me gusta que el protagonista (que no tiene nombre) sea otra vez (como en La vida a veces) alguien que no acaba de encontrar las ideas para escribir un libro. Pero al margen de ese inicio similar, el resto es distinto; de hecho, estamos ante un recurso que le permite ofrecernos dos finales.
Quien escribe reside en un bloque de vecinos desierto (todos se han ido de vacaciones) de Madrid. Un día encuentra en el suelo un manojo de llaves; se trata de la copia que tiene la portera para entrar a todos los pisos del edificio, y que perdió accidentalmente. Nuestro protagonista lo ha encontrado, y ahora lo usa para investigar las vidas de sus vecinos aprovechando que no están.
Los descubrimientos que va realizando son los que conformarán su novela, y especialmente uno: la muerte de una de las inquilinas ocurrida hace años. ¿Ana se suicidó o fue asesinada?
El libro desarrolla una interesante trama en torno a la investigación del trágico suceso que se ve complementada con las historias de otros vecinos: Simón (el marido), doña Margarita, Juan (el actor), doña Amalia (la portera), Marcos (el cartero), Héctor, el inspector Garrido y Manuel Aranda (el propietario del bloque).
Carlos del Amor va desarrollando la historia de cada personaje, buceando en su pasado para conocer las claves de sus vidas presentes, y lógicamente añadiéndoles una pizca (o un mucho) de imaginación para elaborar el resultado final.
El autor hace lo que mejor se le da, contar historias, pero mejora el asunto utilizando un elemento que representa uno de los deportes nacionales de nuestro país (o no se si quizá de la especie humana): meternos en las vidas de los demás. 
Pero para Carlos del Amor no se trata sólo de contar, sino de sacar conclusiones, o al menos de plantear elementos sobre los que reflexionar. Es su estilo, su mejor estilo, y aquí lo encontramos.
En mi lista de espera de libros por leer, Confabulación está ya cerca. Lo tengo desde que se publicó el año pasado, pero me resultaba imposible abrir sus páginas sin haber leído antes El año sin verano, y haber escrito su correspondiente catite. Ya puedo relajarme.

miércoles, 1 de agosto de 2018

Más de lo mismo

Parque Jurásico es sin lugar a dudas uno de los fenómenos más importantes de la historia del cine. Aquel increíble éxito que sobrepasó las previsiones más optimistas sigue estando vivo, o al menos eso es lo que pretenden quienes poseen sus derechos.
Jurassic World: el reino caído es una vuelta de tuerca al asunto dinosaurio que aunque al margen de lo exótico que supone para un español que su director sea Juan Antonio Bayona, prácticamente no aporta nada nuevo. Es más de lo mismo.
Los dinosaurios que sobrevivieron al desastre anterior están en peligro porque el volcán de la isla en la que se encuentran (Isla Nublar) está en erupción, y la vida de los animales pende de un hilo. Políticos y sociedad debaten entre salvarlos o no. Ese es el punto de partida de una cinta que no hace más que repetir los patrones de las entregas anteriores: amor por los animales a la vez que terror por ellos, aventura, traiciones, amor, los más bajos instintos humanos, mucho correr y mucho pelear...
Pensada para echar un rato entretenido en el cine, en ocasiones resulta pesada por lo previsible que es. En fin, si no la habéis visto, no os perdéis demasiado.