domingo, 26 de agosto de 2012

Objetivo Ámsterdam (III): mejores sensaciones

Está siendo duro, tremendamente duro, el plan de entrenamiento para este maratón (próximo 21 de octubre). Básicamente es igual que todos los que he realizado hasta ahora (dos días a la semana de rodaje tranquilo, uno de series, y uno de tirada larga... así como dos días de gimnasio), con una pequeña diferencia en el hecho de que, como quiero hacer mejor tiempo en la carrera, pues los ritmos son un poquito más rápidos.
También es cierto que este año estoy haciendo más kilómetros que en años anteriores pues, por ejemplo, el año pasado llegué a los 1.000 kilómetros corridos el día uno de septiembre, y en esta ocasión llegué al mil un mes antes: el uno de agosto. Pero creo que la gran diferencia, la que marca el que algunos días haya estado a punto de darme un infarto, está en la gran ola de calor que estamos padeciendo. Yo intento evitarla corriendo muy pronto, en la mañana, o muy tarde, en la noche, pero hay días en los que resulta imposible.
El domingo pasado tenía tirada de 24 kilómetros; por cuestiones que no vienen al caso, en lugar de por la mañana, decidí hacerla a las ocho de la tarde porque había refrescado un poquito. Mi gozo en un pozo. En el kilómetro 12 no tuve más remedio que dejarlo, completamente agotado, y casi arrastrándome por el circuito que tengo marcado entre la zona del bulevar y el polígono de Los Olivares.
Pero como, para cabeza... la mía, decidí retomar la tirada en la mañana del martes, pero esta vez por la Vía Verde. Fue otro suplicio. Al final no pude llegar a los 24 kilómetros, y me volví en el kilómetro once para realizar un recorrido total de 22. Acabé cansadísimo, fundío... tanto que tres kilómetros antes de acabar me paré en la fuente que hay al inicio de la Vía Verde y me di casi una ducha del montón de agua que me eché por encima. Vamos, que cuando estaba cerca de Torredelcampo me daban ganas de seguir hasta el pueblo, y llamar a alguien por teléfono para que fuera a por mí.
Pero como no hay mal que por bien no venga, esas malas experiencias físicas también fueron muy positivas en lo mental -casi tan importante como lo otro a la hora de afrontar un maratón- porque cuando el cuerpo me pedía parar, la menta apostó por seguir adelante, y allí acabé como un campeón, casi muerto, pero llegando a la meta al fin y al cabo.
Todas estas malas experiencias han hecho que casi me plantee ir a Ámsterdam (es broma, eh!!), pero sí que he pensado en varias ocasiones "!Qué necesidad tengo yo de esto!".
En definitiva, unas sensaciones malísimas, pésimas, durísimas que, afortunadamente, hoy han cambiado... a mejor. Hoy tocaba súper tirada de 28 kilómetros. Otra vez por la Vía Verde, y otra vez por la mañana.
Con la moral un tanto tocada, afronto a las 7,00 horas el inicio tras despedirme del gentío en el entorno de la Bariloche (parecía la calle Preciados en hora punta de Navidad). Y la verdad es que la cosa ha ido muy bien. A ritmo tranquilo pero continuo, en la ida un poco más lento porque es subida, llegando hasta el túnel de Torredelcampo, y regreso un poquito más rápido. 
Al final, buenísimas sensaciones, acabo cansado pero dentro de lo normal, y no fundido como en los días largos anteriores... y con un tiempo medio de 5'02'' el kilómetro.
Esto ha cambiado. Verás cuando pille las calles de Ámsterdam a unos pocos grados bajo/sobre cero. Lujazo. Ya lo estoy deseando... bueno, ya veremos cuando dentro de dos semanas haga los 30 kilómetros que me tocan ¡!.

lunes, 20 de agosto de 2012

De regreso a la Tierra

Ayer fue el día de mi regreso. Ha sido una semana de completa ausencia en mis quehaceres ordinarios; me refiero, lógicamente, a los de por obligación
Y la verdad es que nunca viene mal dar de lado a tanta y tanta cosa ¿innecesaria? para dedicar todos tus esfuerzos a las aficiones, al hacer por placer, porque quiero, porque me gusta... Ya se lo escuché al principio del verano a alguien que se iba de vacaciones y realizaba públicamente una especie de propósito estival al asegurar algo así como que "nunca podrás disfrutar plenamente si antes no estás dispuesto a desperdiciar a borbotones tu tiempo libre". 
Y a algo parecido a eso es a lo que me he dedicado intensamente esta semana... diez días, diría yo. Nada de noticieros, ni televisivos ni radiofónicos, tampoco el periódico, los libros de estudio -que son muchos- aparcados en la estantería... Y sí mucho running, eating, fiestuquing, drinking, sleeping, nocturning... y alguna afición más que aquí estaría fuera de lugar.
Se ha tratado de una especie de retiro espiritual del mundanal ruino para recordar viejas y muy queridas aficiones, al lado también de esa gente que siempre ha estado y está ahí, pero que el atronador quehacer diario te la sitúa a miles de kilómetros de distancia.
Semana sabática, digo, que tampoco va a acabar de golpe. Aún quedan un par de semanitas para ir acoplándose poco a poco a la gravedad. 15 días de descompresión que habrá que tomarse con filosofía para acabar de cargar las pilas.
Por cierto, el reencuentro con la báscula no ha sido tan brusco como preveía. BIEN!!.

sábado, 4 de agosto de 2012

Pudo haber sido un gran día pero...

Hoy pudo haber sido un gran día, pero ha sido todo lo contrario. Y no estoy hablando de los resultados cosechados por los españoles en los Juegos Olímpicos de Londres. No.
Me estoy refiriendo al mundo del periodismo en este país, y en concreto a que hemos dado un pequeño paso atrás -confiemos en que no sea un gran paso para el resto de...- en lo que a periodismo de calidad se refiere. Efectivamente, me parece bastante negativo que se haya cesado a Ana Pastor de los Desayunos de TVE.
Estoy seguro de que nadie en este país está más contrariado que yo por ello -como mucho, lo mismo- porque, y quien me conoce lo sabe, ME ENCANTA ESTA MUJER!!. Me he declarado, y aún hoy lo mantengo, seguidor de Anita, que diría algún ínclito presidente sudamericano. En el mucho e intenso seguimiento que he hecho de su trabajo en estos años en RTVE creo haber disfrutado de algunos de los eventos más importantes del periodismo español -por prudencia no voy a ir más allá, pero se podría con total tranquilidad- al presentarse Pastor como una periodista incómoda, muy incómoda, para sus invitados. Y eso es siempre digno de agradecer en un país en el que, como el nuestro, todo está tan contaminado por la connivencia política.
Me declaro seguidor de cuando Ana hacía eso. Y también me revelo como su crítico más incisivo cuando, al tener enfrente entrevistados con los que era afín, la beligerancia entrevistadora se convertía en poco menos que una invitación al lucimiento del amigo. Sirva como ejemplo de estos dos casos la dura y para mí magnífica entrevista realizada al presidente de la CEOE poco antes de la última huelga general, y la muy deficiente que hizo a los líderes sindicales de UGT y CCOO en ese mismo contexto.
En cualquier caso, y valorando las unas y las otras, sigo defendiendo que Ana Pastor debería seguir en su puesto porque, seguro estoy de ello, ella misma va reconduciendo su parcialidad a una imparcialidad más que deseable para quien trabaja en un medio público.
Dicho esto, también quisiera mostrar mi perplejidad ante los tremendos ataques que están sufriendo a través de las redes sociales quienes la han cesado. Entiendo perfectamente la defensa que se hace de la periodista -yo también la haga hoy aquí-, pero también hay que tener en cuenta que cuando ella llegó, alguien tuvo que dejar el sillón que Pastor pasaba a ocupar. Es decir, se va de la misma forma que llegó: por la decisión de alguien.
Estoy totalmente en contra de que estas cosas se hagan así -Ana Pastor no es la única, hay, ha habido, y habrá más casos-, pero por suerte o por desgracia así es como está esto montado. Por tanto, y hasta que eso cambie, debemos aceptar la norma; y quizá a la vez trabajar, luchar, actuar... para que se cambie, y que RTVE en lugar de ser una televisión de partido político (como son también las autonómicas...), sea una televisión de país.
Hasta entonces, me parece muy mal lo de Ana Pastor, pero tengamos un poquito de honestidad, y analicemos su caso de igual forma que el de todos los periodistas... ¿de España?. De no ser así, estaríamos siendo tendenciosos. Y eso es lo que creo que está pasando.
Acabo: ¡¡Me encanta esta mujer!!