viernes, 15 de noviembre de 2013

Objetivo Valencia (I): las zapatillas

Hacía tiempo que no afrontaba los días previos a mi participación en un maratón. Vamos, un año. Desde el de Ámsterdan de octubre de 2012. Lo intenté esta pasada semana en Langreo, Asturias, pero lo suspendieron dos días antes, por lo que se vino a bajo mi plan de correr dos maratones al año.
Pero bien está lo que bien acaba, y pasado mañana afrontaré la jornada final de mi último plan de entrenamiento que comenzó hace 17 semanas, y para el que ya está "todo el pescado vendido".
Como digo, han sido 17 semanas entrenando una media de cuatro días a la semana, y en los que he recorrido entre entrenos y pruebas oficiales 879 kilómetros desde aquel ya lejano y caluroso 22 de julio. 
Ha sido un plan para intentar devorar los 42,195 kilómetros en tres horas y quince minutos, aunque no sé si va a poder ser. Ha habido bastantes días sin poder cumplir el plan porque esta frenética vida laboral, educativa, social... que vivimos, por lo que el objetivo es bajar de las tres horas y media.
Mañana partiremos para tierras valencianas, y confío en que la cosa vaya bien independientemente del tiempo que realice. Sí estoy un tanto a la expectativa con mis nuevas compañeras de viaje. Tras mucho tiempo alternando marcas de zapatillas Saucony, Joma, Brooks y New Balance (mis favoritas), en esta ocasión voy a probar con una marca nueva para mí: K-swiss. Son americanas, y he adquirido el modelo Keahou II. Me llegaron hace unos días, e hice algo raro en lo que es costumbre en mi pues las estrené en ese mismo día. He recorrido con ellas 60 kilómetros, suficiente para que no sean nuevas el día de la carrera, pero también evitando usar unas zapatillas excesivamente cascadas.
Se trata del modelo más duro y ligero de cuantos he usado hasta ahora. Es una prueba con la confianza de que mi peso siga bajando hasta alcanzar los niveles previstos de cara al maratón de Sevilla (próximo mes de febrero) y los 101 kilómetros de Ronda (mayo de 2014), las siguientes pruebas de caché en las que pretendo participar.
Lo dicho, la suerte está echada para Valencia. Que San Modesto nos acompañe.
Os mantendré informados.

sábado, 31 de agosto de 2013

Ricos vs pobres

Corre el año 2159 y la tierra está superpoblada, prácticamente en ruinas, es un auténtico desastre, por lo que los adinerados han construido su propia estación orbital para mantener los niveles de vida y bienestar que no pueden conseguir en el planeta.
Arriba, los ricos; abajo, los pobres. A partir de ahí la cosa parece clara. Los de abajo quieren ir arriba, y los de arribe buscan mantenerse a salvo de los miserables de abajo.
Ese es básicamente el argumento de Elysium, película que resulta entretenida e inesperada en algunos momentos, con un importante despliegue técnico y efectos especiales, pero muy previsible, quizá en exceso por lo que en ocasiones resulta hasta aburrida.
Debo reconocer que uno de los elementos que me llevó a aceptar ir al cine para verla (ni que decir tiene que yo no la elegí sino los adolescentes que iban en el grupo) es el hecho de que entre su reparto se encuentren Matt Damon y Jodie Foster; quienes, sin embargo, realizan un papel en el que perfectamente podía haber cumplido cualquier otro actor de medio pelaje. Entiendo que están ahí con el único objetivo de atraer público.
En fin, película entretenida, de cierta originalidad, conteniendo incluso algún mensaje para quienes habitamos hoy la tierra -aunque pasa prácticamente desapercibido-, pero que yo optaría para verla a esperar a que saliera en el cineclub.

miércoles, 7 de agosto de 2013

¿La habrá peor?

No tengo intención de gastar ni un segundo más del necesario ni una línea más de la imprescindible para hablar sobre una de las películas más malas que he visto en mi vida. Y eso que no soy, ni mucho menos, muy exigente.
No salvo nada ni a nadie.
Recomiendo encarecidamente NO ir a verla.

jueves, 18 de julio de 2013

Todo empieza al final

No estoy acostumbrado a este tipo de películas. Y la verdad es que se agradece. Veo en La vida de Pi una especie de soplo de aire fresco ante tanto mal rato que he pasado entre vampiros y hombres lobo, dibujitos y películas de ciencia ficción a las que no hay más remedio que ir porque en esta sociedad en la que nos movemos son ellos quienes mandan, los pequeñines de la casa; eso condiciona todo, y especialmente qué películas ver en el cine.
Por cuestiones que no vienen al caso, ayer tuve la oportunidad de ir sin la chiquillería, y el Cine de Verano de La Alameda ofrecía la opción de ese chaval que protagoniza una original aventura que le lleva a compartir, tras el naufragio del barco en el que viaja, bote salvavidas con un tigre de Bengala. Reconozco que fui casi a regañadientes, porque era la opción menos mala de las barajadas, e incluso en alguna ocasión anterior evité ver esta película porque no me transmitía buenas sensaciones. Sin embargo, y tras verla, compruebo que mi olfato sigue siendo poco fiable para estos asuntos.
Película de duración excesiva, quizá porque se pierde mucho en el inicio, se centra en la vida de un chaval indio (de la India), Pi, que él mismo va contando su aventura a un escritor en busca de inspiración.
Como he dicho antes, tras el naufragio del barco en el que viaja, es el único superviviente junto con un tigre de Bengala que formaba parte de los muchos animales que su padre tenía en el zoo familiar, y que tenía intención de trasladar a Canadá para empezar de nuevo.
227 días pasa Pi en alta mar con la única compañía del felino, el cual le mantiene despierto su instinto de supervivencia, además de tener que buscarse la vida para comer, beber, protegerse del sol, de la soledad... para sobrevivir.
Esta es la historia que vemos en primer plano, aunque detrás hay más, mucho más, aunque no estoy seguro qué; quizá paciencia, búsqueda personal, religión, familia, Dios, perseverancia, fe...
Ya digo que la película se hace larga y en ocasiones pesada, pero en el momento de acabar es cuando realmente empieza. Las últimas palabras de Pi incitan al público a pensar, a replantearse el verdadero sentido de la cinta. Hacía tiempo, años, bastantes, que no salía yo de una sala de cine pensando y discutiendo sobre el mensaje que intentaba transmitir la película, y lo mejor es que todo el mundo a mi alrededor estaba en la misma posición.
¿Sabéis qué?... Que todavía sigo en ello. Igual la veo otra vez.

lunes, 15 de julio de 2013

Límites un tanto lejanos

Hasta que hace unas semanas una amiga me regaló No sé dónde está el límite, pero sí sé dónde no está (Josef Ajram. Alienta. Barcelona. 2012) no tenía ni idea de quién era su autor, ni lo que intenta representar.
Se trata de un corredor de bolsa poco habitual ya que, además de salirse de la hortodoxia por un cuerpo casi completamente tatuado -que seguro canta en el parqué-, en sus ratos libres se dedica a practicar deporte extremo centrado básicamente en correr, nadar y pedalear largas distancias, y en la mayoría de las ocasiones mezclando las tres disciplinas.
Ajram es todo un símbolo de lo extremo y, como él mismo intenta explicar en este libro, de la búsqueda de los límites del cuerpo humano, o mejor dicho de su cuerpo y su mente. Su filosofía de vida es la que se desprende del título mismo del libro, esto es, afrontar pruebas casi imposibles para llevar los límites conocidos un poquito más allá, y si en alguna ocasión no se consiguen superar -como de hecho le ha ocurrido-, volver a intentarlo hasta que se venza el reto.
Debo decir que se trata ésta de una obra cortita -133 páginas-, fácil y amena de leer, y también atractiva porque desde el primer momento no solo te metes en el personaje sino que vas viviendo casi en primera persona todas y cada una de sus locuras.
Encomiable el pensamiento -creo, más incluso que el cuerpo- de este hombre, porque aquí no sólo nos hace disfrutar sino también sufrir, y de qué manera. Enhorabuena por estos principios y valores que arrancan de la práctica deportiva y que, según nos cuenta y no tiene por qué mentirnos, también aplica al resto de los ámbitos de su vida.
Hasta aquí, lo bueno. Pero también debo reconocer que tras finalizar la lectura y también mientras recorría las 133 páginas, me he sentido un tanto desencantado. Digo esto porque la experiencia de Josef la siento demasiado lejana; no me identifico con él ni de lejos. Cada año intento participar en dos maratones (distancia oficial de 42.195 metros), y entre ambos bastantes carreras de menor pelaje (5, 10, 15, 21 kms...). El año que viene afrontaré el reto de los 101 kms de Ronda (si no me rajo), y si un maratón me resulta  un esfuerzo excesivo, ¿qué decir de Ronda?. Hablo como runner aficionado, aunque también con cierta preparación pese a que mis tiempos son más bien perrilleros
Viene todo esto porque el entreno (incluido gimnasio cuando puedo) y la competición la hago compatible con mis ocho horas de trabajo diarias, los quehaceres familiares, algún estudio que otro que tengo por ahí, otras aficiones que me ocupan mucho tiempo.... Necesitaría días de 24 horas para atender todo lo que me gustaría, además de verme muy limitado a la hora de competir porque no se puede ir allí a donde desearía por cuestiones meramente económicas. Esto del correr es una afición, y viajar, equiparte a la última, tecnificarte, alimentación exclusiva... todo eso vale pasta, mucha pasta, y no puede ser. Por tanto corro en unas condiciones ciertamente limitadas, muy limitadas, nada que ver con lo que ocurre con Ajram quien, pese a no ser profesional, tienen patrocinadores suficientes y su trabajo en la bolsa le reporta bastantes recursos económicos como para poder disponer de un jet privado en alguna ocasión, contar con nutricionistas solo para él, entrenadores, mecánicos, así como poder viajar por todo el mundo, utilizar el equipamiento último desarrollado para cada disciplina, etc, etc, etc.
Cierto que, como él mismo dice, no es profesional, pero la aventura de su vida ha alcanzado una dimensión cuyo éxito ya lo quisieran para ellos quienes actualmente ostentan cualquier récord del mundo en cualquier disciplina deportiva que no sea el fútbol, el baloncesto, la fórmula 1 y cosas así.
En cualquier caso, creo que No sé dónde está el límite pero sí dónde no está es una lectura recomendable no sólo para deportistas, sino para todos aquellos que alguna vez en su vida -quién no- se hayan encontrado con un fuerte obstáculo que superar. Josef Ajram nos da las claves para que esa montaña se convierta en apenas un grano de arena.

domingo, 14 de julio de 2013

Pero acero del bueno, bueno

Tengo que reconocer que no sé si me ha gustado, o no, la enésima versión de Superman que llega al cine. Hace unos días fui a ver la película que se exhibe bajo el nombre de El hombre de acero. Y digo que no sé si me gusta o no me gusta porque hay cosas que encuentro muy interesantes, pero otras que me chirrían bastante. 
Vayamos por partes.
Me resulta atractivo que hablemos de un remake como Dios manda, es decir, cogiendo el original y mejorándolo con la evolución técnica y alguna cosilla más, pero manteniéndonos fieles a la historia inicial, entrando dentro de lo aceptable giros sobre el guión del que siempre me sentí un enamorado.
Resulta difícil competir con Christopher Reeve, no solo porque es un guaperas sino además porque fue el primero, el mítico... y eso hace mucho. Y la cosa se pone aún más difícil si citamos otros nombres como Marlon Brando (el padre biológico), Glenn Ford (el padre adoptivo) o Gene Hackman (en el papel del malísimo Lex Luthor) de aquella original del año 1978.
Pero no se trata de comparar sino de analizar el resultado de este último trabajo, y la verdad es que ninguno desmerece; Russell Crowe (como el padre biológico) y Kevin Costner (padre adoptivo) son casi una garantía de éxito, pero también me ha agradado y bastante el nuevo héroe encarnado por -para mí- un desconocido Henry Cavill que, como digo, lo hace bastante bien, y eso que le han quitado el calzoncillo rojo. ¡¡Qué tiempos!!
Las mejoras técnicas casi ni habría que citarlas, pero como en otras ocasiones han resultado casi de risa, en este caso quisiera destacar el buen trabajo realizado.
Me gusta que tengamos una especie de introducción al origen del héroe, así como que se nos contextualice su vida con continuos recuerdos a su difícil pasado de niño y de juventud. También me agrada que mantengamos al héroe anónimo, la novia-periodista...
Quizá lo que limite un poco más el desarrollo de la historia sea el hecho de que se ha querido unir en un solo largometraje las varias historias que se sucedieron en la década de los ochenta. Pero tampoco queda mal que el malo malísimo, Lex Luthor, sea sustituido por el general Zod que, proveniente de Krypton, aquí llega muy pronto, mientras en su día no adquirió protagonismo hasta la segunda parte. 
Creo que todo bastante bien, desde el principio hasta el final, pasando por el desarrollo. Solo señalar que tanta pelea entre Superman y los malos resulta un tanto hartizo, e incluso diría que irreal pese al tipo de película que es. Se dan tanta leña que este Superman está hecho de acero, pero acero del bueno, bueno.
Para intentar despejar mi duda inicial, antes de escribir este catite he decidido recordar la película de 1978, y gracias al gran Rafa Rus, anoche pude volver a verla. Las diferencias son evidentes, especialmente técnicas, pero teniendo recientes una y otra, creo que a este El hombre de acero no le queda grande una nota de notable.
Os animo a disfrutar de ella, y luego me contáis.

martes, 23 de abril de 2013

En el Día del Libro... echo de menos leer

Puede sonar fuerte, pero es cierto. Me encanta leer, siempre me ha gustado, pero he entrado en una dinámica en la que no hay tiempo para casi nada, y en ese contexto el leer es casi un lujo.
Mi trabajo me obliga a leer a diario, y mucho; el twitter y el facebook es casi una necesidad; el mail también; qué decir del whatsapp!!; además, periódicos, anuncios, estudios de esto y aquello.... en definitiva, que leer, lo que se dice leer, no lo he dejado nunca pero me refiero a eso de ponerte un buen rato, relajado, disfrutando de las páginas de un libro, o de la pantalla de un e-reader (esto último suena peor, mucho peor, me quedo con la primera opción, pero reconozco que es un futuro que ya está imponiéndose).
Siempre tengo sobre la mesita de noche un título; y además conservo esa manía de alternar novela con no ficción, y la verdad es que me va bien pese a que, como digo, pierdo poco, muy poco tiempo leyendo. 
Sin embargo, creo que todo esto es un error. Hay que volver al sosiego, a las buenas costumbres pasadas, y relativizar con mayor firmeza las muchas obligaciones que nos impone esta sociedad de vértigo en la que nos encontramos, y cuya necesidad (la de tantas cosas que hacer) es más que discutible si las analizamos fríamente.
Como diría Antonio Alcántara... "me cago en la leche". Releo este catite y me suena casi a confesión. Pues bien, voy a acabarla como Dios manda, y ahí va mi propósito de enmienda: leeré como antes, o a ser posible más. 
P.D.- Lo intentaré, de veras, aunque siempre puedo volver al confesionario.

jueves, 4 de abril de 2013

Parece que nos engañaron

Hay un dicho popular que asegura que la incultura se cura leyendo. Hay que va más allá al asegurar algo así como que "el leer nos hará libres". Yo no quiero ser tan melodramático, pero sí creo que en una época como la actual, donde la crisis nos invade por los cuatro costados, y ante la que nadie parece tener la culpa salvo el currito de a pie que es quien soporta el mayor peso de las muchas "soluciones" apuntadas... decía que antes situaciones tan complejas como esta, y hablando de un ámbito en el que siempre resulta difícil entender (la Economía), resulta casi necesario leer mucho para ver quién nos está engañando, o no.
Con ese objetivo, el dejar a alguien con el culete al aire, inicié la lectura de Indecentes. Crónica de un atraco perfecto (Ernesto Ekaizer. Espasa. 2012). Y la verdad es que he aprendido más, mucho más de lo que esperaba.
No es Ekaizer sospechoso a la hora hablar mal del PSOE, y tampoco del PP, de ahí que desde siempre me haya resultado un periodista creíble al que acudir para esclarecer determinados asuntos, y en este de la economía hay que reconocer que se mueve extremadamente a gusto.
No sé si todo lo que cuenta en su libro es cierto, pero entiendo que sí porque, de lo contrario y dado lo mucho y grave que asegura, debería estar en la cárcel por múltiples delitos contra la intimidad, prestigio, honor... de todos aquellos que aparecen en estas suculentísimas páginas.
Ekaizer no se limita a esclarecernos el origen y desarrollo de la crisis, sino que va más allá al abrirnos ventanas íntimas de la gestión de dirigentes políticos e institucionales que quedan a los pies de los caballos ante lo tanto que hicieron rematadamente mal. Esos son los verdaderos culpables porque, por mucho que hayan dicho que nadie pudo prever esta situación caótica, Ernesto nos dice y nos demuestra que no es verdad, que sí lo sabían, que siempre tenían algún Pepito Grillo indicándoselo, pero que era más cómodo -y rentable políticamente- mira para otro lado.
Si queréis conocer nombres, situaciones, relaciones, mentiras recias, engaños, ministros y presidentes actuantes... no os lo perdáis. 
Aunque, eso sí, pese a que me resulta tremendamente creíble, seguirá bebiendo de otras fuentes para ver si confirmo mi reverencia ante Ekaizer, o si por el contrario debo rechazarlo para los restos. El tiempo y la lectura lo dirán.

domingo, 31 de marzo de 2013

Sigo disfrutando

Con la saga Los hijos de la tierra me está pasando lo mismo que me ocurre con aquellas series que me enganchan: quiero que acaben, pero cuando acaban sigo deseando más. Es, creo, el mejor dato de que me gusta esto que leo.
Cristina fue quien me invitó a iniciar la lectura con el primero de los -entonces- cinco libros de que constaba la serie, y después siempre he confiado en su buen criterio. Y por ello le doy las gracias una vez más.
Ayla, la protagonista, es ya para mí algo más que un simple personaje de ficción; por alguna razón creo que se ha convertido en una especie de amor platónico por lo mucho que representa y lo mucho más que me he ido identificando con ella desde que la conocí cuando (ella) tan solo tenía cinco años, y tras haber ido creciendo a su lado hasta la treintena que peina ahora.
En El clan del oso cavernario fueron 569 páginas; en El valle de los caballos, 621; en Los cazadores de mamuts la cosa se alargó a 778 páginas; y Las llanuras del tránsito nos deleitó con la friolera de 959 páginas. Como véis, la relación ha sido intensa, culminando ahora con Los refugios de piedra (Jean M. Auel. Círculo de Lectores. Barcelona. 2005. 856 págs).
Como digo, la protagonista de la saga es una niña, Ayla, que con cinco años es recogida por una clan diferente a quien la crió una vez que toda su familia murió en un terremoto. Sus venturas y desventuras van enganchando al lector a lo largo de cuatro libros donde la rebelión de Ayla va marcando su futuro; se rebela contra lo establecido y eso le crea, lógicamente, más problemas que beneficios.
No os diré más de lo pasado para animaros a que leáis la saga; si lo hacéis, seguro que disfrutaréis como yo cuando al llegar a esta quinta estación Ayla y su querido Jondalar regresan al pueblo de él para unirse en matrimonio y formar una familia. La cosa suena así de fácil, aunque se ve continuamente envuelta en elementos mucho más complejos en los que Ayla se mantiene fiel a su ser: rebelión contra lo que no entiende, pese a quien pese, y comprensión con los más débiles injustamente tratados.
Sigo rechazando las ingentes cantidades de páginas que la autora dedica a describir situaciones, paisajes, profesiones, construcciones... Soy más partidario de la acción, de que pasen cosas, pero en esta colección es el peaje que tengo que pagar.
Tampoco me gusta demasiado el que se recuerden tantas cosas ocurridas en libros anteriores, pero entiendo que es casi obligado para que aquel que no los ha leído pueda contextualizar las diferentes situaciones que se van sucediendo; en cualquier caso, ese regreso al pasado es aquí mucho menor que en libros anteriores.
Creo que este quinto libro no solo no defrauda sino que, al dejar el final abierto así como numerosas incógnicas por solucionar, sabemos que aún queda, al menos, otro fascículo por llegar. Y mi suerte es que hace meses que está en el mercado. Se trata de La tierra de las cuevas pintadas que, como os podéis imaginar, en un tiempo no demasiado lejano, sino más bien todo lo contrario, estaré hincándole el diente.
¿Sabéis qué?. Creo que al final quedaré defraudado. Es tanto lo que espero que casi con total seguridad mis expectativas no quedarán satisfechas. Ya os contaré.

sábado, 30 de marzo de 2013

El cuento mejorado

Supongo que todos conocéis el cuento de "Jack y las habichuelas mágicas". Pues bien, en "Jack el caza gigantes" es precisamente eso lo que encontramos: una versión del cuento. Lo que ocurre es que se trata de un remake a mejor, y no como hace algunos meses ocurrió con Blancanieves.
Tenemos a Jack, las habichuelas mágicas y los gigantes, pero además está la típica historia de amor imposible que acaba como debe acabar en todo cuento que se precie; lucha contra gigantes y también contra traidores; amistad, honor, compromiso, principios, valores... y numerosos toques de humor que contribuyen a hacer realmente entretenida una película que es bastante mejor de lo que me esperaba.
Aunque su calificación indica que es para mayores de siete años, como suele ocurrir en este tipo de películas se trata de algo para toda la familia pues si bien a los peques les resulta tremendamente entretenida, también a los mayores.... Bueno, entretenida y más cosas.
En definitiva: recomendable.

lunes, 25 de febrero de 2013

Simple pero difícil

La Iglesia Católica de la que forma parte, creo que os he dicho en más de una ocasión que tiene muchas cosas que mejorar, aunque también considero que cuenta con determinadas "ideas" -llamémosle así- con las que estamos de acuerdo sin necesidad de compartir el ideal religioso.
Lo que hoy nos propone Lucas (6, 36-38) es una de ellas:
"Dijo Jesús a sus discípulos: sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará; os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros".
Simple pero difícil a la vez.

domingo, 10 de febrero de 2013

Otra de aniversarios olvidados

Hay que ver la mala memoria que tienen algunos. Bueno, mala memoria cuando interesa, porque cuando... también interesa somos auténticos linces.
He dejado pasar alguna semana (casi un mes) para ver si es que había sido un lapsus temporae, pero veo que no. Definitivamente se ha olvidado o se quiere mantener en el olvido.
Ocurrió el pasado 17 de enero del año 2006. El entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, venía a Jaén y mantenía un comidón con empresarios y representantes de las fuerzas vivas de la provincia para anunciar la creación y puesta en marcha de un chollaco para Jaén. El denominado "Plan Activa Jaén Siglo XXI". 
Se definía algo así como la llegada de un aluvión de millones de euros para que la provincia de Jaén, una de las más atrasadas de España, creciera por encima del ritmo del resto de territorios españoles con el objetivo de que a la vuelta de unos años alcanzara a quienes le llevaban ventaja.
El Activa surgió con muchas sombras, con muchas cuestiones que algunos no nos cansábamos de plantear, pero que nunca tuvieron respuesta por parte de sus padres-impulsores-defensores-amantes-sostenes.
Hoy, siete años y algunas semanas después nadie ha festejado el nacimiento de algo que, según se proclamó a los cinco vientos, era la hostia para los jienenses. Es más, el Activa está en el más absoluto de los olvidos. De vez en cuando aparece por ahí algún que otro puntazo, pero ni la sombra de lo que se se quiso que fuera.
Igual sería ahora momento de hacer balance porque los plazos fijados para su ejecución no sólo están sobrepasados, sino que se llegó incluso a anunciar una segunda parte, que también debería estar concluida. 
Algunos cuestionamos en su día, y aún seguimos haciéndolo, que el Activa fuera lo que se dijo que iba a ser. Me refiero a la primera parte; en la segunda, ni entro.
Siete años y unas semanas después, y sin entrar en más valoraciones, vuelvo a hacer la pregunta que planteé durante mil y una veces sin encontrar respuesta: ¿Los millones de euros con que se dotó al Activa era dinero extra que llegaría a la provincia, además de las inversiones públicas que venían realizándose anualmente, o era simplemente el dinero de siempre pero que se aglutinaba bajo un único epígrafe?.
Ya digo que en su día nadie me respondió. Hoy igual es más fácil: hayamos la media de lo invertido hasta ese año 2006, y lo comparamos con lo invertido a partir de entonces.
¿Alguien se atreve a hacer las cuentas?. Yo lo voy a intentar, y cuando tenga los resultados os los cuento. 
Así podremos salir de dudas sobre ante qué estábamos: ¿Activa Jaén Siglo XXI ó Timo Jaén Siglo XXI?

lunes, 21 de enero de 2013

Diez años después es bueno recordarlo

El pasado miércoles fue su aniversario. Sí, me estoy refiriendo al 16 de enero, pero no a la carrera de San Antón. No.
Pero precisamente porque ocurrió en una fecha tan señalada para los jienenses en general, y para los atletas en particular, es por lo que nunca se me olvida. Aunque también por más cosas, claro está.
Hablo de aquella gloriosa acción del entonces candidato del PSOE de Jaén a la alcaldía de la capital. Marcos Gutiérrez Melgarejo no tuvo el más mínimo reparo en echar a un servidor -y al cámara que formaba equipo conmigo- de una rueda de prensa convocada por el candidato. Al parecer no le gustaba Ondajaén RTV, y "para poca salud, ninguna", supongo que pensaría. A la puta calle.
Hombre, la verdad es que no fue tan brusco. Es más, ni siquiera tuvo el valor de aparecer por la sala de prensa y largarnos él personalmente. Lo hizo a través de su jefa de prensa.
Sí, sí. Esto ocurrió en Jaén, en concreto en la sede que el PSOE tenía en aquellos días muy cerquita de la Puerta Barrera. Y, lo peor, en plena campaña electoral.
Manda huevos que un candidato a alcalde echara de su rueda de prensa al equipo de la radiotelevisión municipal.
Aunque peor fue -a mi criterio- el poco acto de protesta que tuvo entre los medios de comunicación. Algunos sí que se mojaron; otros optaron por casi simbólicas notas de prensa; y la gran mayoría calló.ç
¿Os imagináis que algo así ocurriera en nuestros días?. ¡¡Arde Troya!!. O quizá no. La verdad es que sería interesante que ocurriera para ver quién era capaz de salir en la foto. Mucho me temo que dependería del color del demócrata.
Hace unas semanas, cuando sucedió el affaire entre el Viva Jaén y el alcalde de Jaén, me acordaba mucho de lo que ocurrió aquel 16 de enero del año 2003. ¡Qué diferencia!, ¿verdad?.
Pues eso.
Por cierto. No me canso de recordar el asunto porque dicen que quien olvida su pasado está condenado a repetirlo. Y lo hago, más que por mí, que también, por el alcaldable.

viernes, 11 de enero de 2013

Esto no es lo que era

En el cine se suele decir que segundas partes nunca fueron buenas. Se trata de una máxima que parece cumplirse casi siempre; y digo casi porque encontramos algunas gloriosas excepciones como The Godfather, Star Wars, y alguna más. Pero ya digo que es poco habitual pues lo normal es lo contrario, esto es, que la segunda parte de una película no sólo no supere a la primera, sino que incluso su nivel deje mucho que desear.
Pues si una segunda parte es mala, qué decir de una película que es la segunda parte de la tercera película de una trilogía... es decir, que realmente se trata de la quinta parte de una serie. Pues eso, que no sólo es mala sino más bien malísima.
Me estoy refiriendo a Amanecer 2. Sí, esa de vampiros, hombres lobos, y entre medias una muchacha que parece menos de este mundo que los otros raros protagonistas porque da a entender que está más pallá que pacá.
Reconozco que me he visto las cinco películas, y pagando. Únicamente ha merecido la pena para comprobar directamente la poca valía de la serie pese a que haya batido muchos records de taquilla. Esta quinta parte es quizá la peor de todas porque resulta empalagosa, lenta (lentísima), no pasa prácticamente nada, casi plana pues sólo sorprende el elemento final; y con las interpretaciones de algunos de actores que más podrían dedicarse a otra cosa, o retomar sus estudios de arte dramático. 
Sólo salvo a Alice... ¡¡¡me encanta esa chavala!!!.
Esta última aventura ha sido tan desastrosa para mí, que hasta el público me ha decepcionado. Digo esto porque en películas anteriores, sobre todo en la segunda, valía la pena pagar la entrada por el simple hecho de vivir la reacción de un sin fin de chavalitas adolestences cuando salía por vez primera el vampiro pajizo. Su suspiro, al unísimo, lo invadía todo. Lo dicho, impagable vivirlo. Pero esta vez apenas si había fans al uso. Y no sólo eso, sino que creo que los jubilados superaban a las adolescentes.
Esto ya no es lo que era. Si lo sé, no voy.

viernes, 4 de enero de 2013

Puto trabajo

En estos días jodidos de aceituna, con un esfuerzo físico diario que te deja tocado al final del jornal, y con momentos complicados como esos en los que te parece que tienes principio de congelación en los dedos de las manos... digo que en circunstancias así me acuerdo de quien no tiene trabajo (aunque sea duro como este), pero también de esos otros -muchos- que tienen uno con ciertos niveles de comodidad, y que sin embargo la queja y el lamento parecen ser su deporte favorito.
Muy recientemente he tenido conocimiento de una empresa muy cercana, quizá la más, donde la mayoría de los trabajadores las ha pasado putas en Navidad como consecuencia del hacer -del mal hacer- de unos pocos llamados compañeros. La cosa se desarrolla en un contexto de este tipo donde, con la que cae, algunos parezcan no enterarse del frío que se puede pasar a la intemperie.
Cierto que cada cual está en su derecho de reclamar lo que considere justo, aunque también hay que ser consciente de que la libertad de uno acaba cuando empieza la del otro. Es decir, comprendo y respeto tus guerras, pero cuidado, mucho cuidado, con los daños colaterales que puedas generar porque a lo peor algún tiro de esos perdidos acaba haciéndole pupa al mismo que lo generó.
En más de una empresa que conozco igual debería haber una nueva sección: cuadrilla de aceituna. Igual el día que te toque ponerte el mono entiendes que no es tan trágico desayunar a las once de la mañana en lugar de las nueve, como a ti te gustaría, pero que un día tienes que cambiar el horario por culpa del punto trabajo.


martes, 1 de enero de 2013

Más presente

No voy a complicarme demasiado la vida. Me refiero a la hora de fijarme objetivos y propósitos de cara al 13 que acaba de comenzar. Lo tengo claro desde hace unas semanas, quizá desde algo más de un mes. Este año... sólo una cosa: mi intención es vivir más el presente. 
Habitualmente nos embarcamos en mil y una aventura, con intenciones nobles, muy nobles, tremendamente nobles, pero quizá olvidando alguna cosa también muy importante. Digo que empezamos este o aquel proyecto buscando siempre el bienestar futuro de los nuestros: hogar, hijos, familia, amigos de verdad... en fin, trabajar duro hoy en pos de un mejor mañana. ¡Qué os voy a contar que vosotros no sepáis!. Creo que llevo toda mi vida así. Cierto que me ha ido bien, razonablemente bien, en algunos aspectos, pero como el ritmo autoimpuesto hace años es el que he pretendido seguir manteniendo, y no consigo abarcar con garantías todo aquello que inicio, me doy cuenta de que algo falla aquí. 
Uno peina ya los cuarenta -con menos canas de las que me gustaría; quien me conoce, lo sabe-, es decir, tiene cierta experiencia en bastantes ámbitos. De ahí que la escala de prioridades tienda a amoldarse a ese pasado vivido que, en función de ratos buenos y de ratos malos, te indica cuál debe ser el camino a seguir ahora.
Debo reconocer que hasta hace dos telediarios yo seguía poniendo en marcha más historias, pero el asunto me ha desbordado completamente... como nunca. Por eso, al llegar al límite, he parado, y tras analizar tranquilamente la situación, llego a la conclusión de que como siga pensando en el futuro me voy a perder por completo el presente. Y el hoy ya no vuelve. ¡¡Seguro!!.
Por eso, mi prioridad este 13 va a ser amarrar lo que tengo a mi alcance, vivirlo con intensidad, unas veces llorando y otras riendo, pero haciéndolo ahora porque después ya sera tarde.
De referencia tendré siempre el pasado, y de reojillo iré controlando el futuro, pero ante todo me he dado cuenta (perdonad la perogrullada, pero es que para mí es un descubrimiento) soy ciudadano del 13, hoy; mañana, del 14, y después del 15, y del 16...
A ver cómo se me da. El 31 de diciembre os cuento.
Salud para todos porque, teniendo de eso, el resto... nos lo curramos.