domingo, 31 de octubre de 2010

Enhorabuena, concejala

Hoy he participado en la Media Maratón Paco Manzaneda, y el primer pensamiento/sentimiento aparecido es que me he sentido orgulloso de ser de Jaén. Orgulloso porque he participado en un peazo de carrera en mi propia ciudad, espléndidamente organizada, con un cuidado exquisito al corredor, con una bolsa de regalos que -creo- se trata de la mejor que se da en España... y con un bocata de chorizo, acompañado de su correspondiente cerveza, que te da la vida.
Lógicamente hay cosas que mejorar o reconducir para que la prueba siga creciendo en todos los sentidos, pero lo que ha demostrado hoy el Patronato de Deportes, y demás entidades colaboradoras, es que en Jaén sabemos no sólo estar a la altura de las circunstancias, sino además ser los mejores a la hora de hacer algo como esto.
Orgulloso no sólo porque yo, como corredor, me he sentido espléndidamente atendido, sino porque todo con el que he hablado, provenientes de un sin fin de lugares, no hacían más que piropear la carrera y los organizadores... y como consecuencia... la ciudad de Jaén.
Creo sinceramente que con este tipo de cosas es como podemos pasar de ser un pueblo grande a una ciudad plena. Enhorabuena a quien está haciendo posible esto, y especialmente a la concejal de Deportes. Tendrá sus cosas malas o no demasiado buenas, que las tiene, pero también es justo reconocerle al César lo que es del César... de ahí que debamos felicitar a Ascensión Beltrán como la principal culpable del resurgimiento de la Media Maratón. El que venga tiene ya marcada la altura del listón. Lo único que le pido es que no lo baje.

lunes, 25 de octubre de 2010

La Historia vista desde un lado

Dicen que lo importante de un libro es tanto lo que dice como quién lo dice, y especialmente en los libros de Historia, como es el caso.
Viene todo esto al hilo del autor de La Guerra que ganó Franco (I) (Planeta DeAgostini. Barcelona. 2007. 276 páginas): César Vidal. Se trata de una persona muy vinculada a una ideología de derechas, de ahí que el simple hecho de iniciar la lectura de este ejemplar ya casi exige que levantes la guardia. Y lo cierto es que cuenta las cosas de una manera imparcial, aunque hay momentos en los que no puede evitar el posicionarse muy claramente. El punto más evidente lo encontramos casi al final del libro cuando, a pesar de que desde un principio acota su desarrollo al análisis de la Guerra Civil española desde un punto de vista militar, invierte muchas páginas en describir de manera pormenorizada las denominas checas que, durante el acoso Nacional a Madrid y con un gobierno del Frente Popular en la capital, hicieron auténticas barbaridades entre la población. Da la sensación que Vidal profundiza tanto en este aspecto con el único objetivo de demostrar que la Izquierda también lo hizo mal, muy mal durante la Guerra Civil, tanto o más que lo que se dice históricamente de la Derecha. Lo que pasa es que el autor sólo describe los desmanes de los rojos pero nada dice de los nacionales... Y algo harían, digo yo.
Al margen de este matiz referente al contenido del libro, sí quisiera destacar varios aspectos con respecto a la forma: hay una auténtica avalancha de lugares, ciudades, pedazos de tierra, batallas, ofensivas, contraofensivas, resistencia... Desconcierto que podría paliarse mediante la inclusión de algún mapa ilustrativo.
Señalar también que no entiendo el por qué algunos autores, como es el caso, van realizando a lo largo de toda la narración continuas notas a pie de página que en lugar de situarse en la misma página en la que aparecen se llevan al final del libro, dificultando tanto su seguimiento que yo siempre me decanto por pasar de ellas.
En definitiva, interesante visión de la Guerra Civil española que resulta claramente formativa, aunque habría que comparar con un autor del otro lado; y así, con lo que dice uno y otro, sacar nuestras propias conclusiones.
P.D.: Ahora inicio una novela, y a su término regresaré a la segunda parte de la obra de Vidal.

martes, 19 de octubre de 2010

Manual para saber de la crisis

Dicen que se trata de la mejor secuela (segunda parte) de la Historia. Yo no he visto la primera parte, y por eso no puedo opinar en este sentido, aunque sí creo que en Wall Street, el dinero nunca duerme estamos ante una película que hay que ver porque, al margen de buenas o malas interpretaciones, de que el guión, la fotografía, la música... puedan ser mejores o peores, la historia resulta de lo más atractivo por cuanto nos retrata/explica el por qué de la crisis económica en la que nos encontramos. Por eso, aunque sólo sea por eso, por saber quién o qué nos ha llevado a esta situación, resulta lo suficientemente interesante como para acudir al cine.
Reconozco que hay momentos en los que me pierdo o, al menos, no consigo mantener el ritmo de la narración porque mi idea de las finanzas y del mundo de la bolsa es muy próximo a cero, pero la cosa se describe de una manera tan lineal y ejemplificadora, que parece más bien que estemos en una clase del colegio.
A mí me resulta difícil de creer que este mundo de las grandes esferas financieras exista, y no sólo es coetáneo nuestro sino que es quien marca el ritmo de la música que bailamos.
No todo en las dos horas y media de metraje se reduce a números, compras y ventas... también hay espacio para el amor, la familia, la lealtad, la traición, el desamor, la desfamilia, y sobre todo para los principios y valores por los que nos movemos; principios y valores que no siempre situamos en el lugar correcto de la pirámide de las prioridades.
Me ha gustado por su vertiende formativa, y por ello busco ya la primera parte.

sábado, 16 de octubre de 2010

Periodismo de raza

Para que luego digan que en Jaén no hay periodistas de raza. No hace falta ir a una guerra para demostrar la valentía y profesionalidad a la hora de desarrollar el trabajo de informador. Aquí, en Jaén, encontramos casos de Nobel porque hasta en el lugar y momento más insospechados el profesional de la información se juega la vida con el único objetivo de que los ciudadanos están plenamente informados.
Para muestra, un botón. Os dejo un vídeo de un equipo de Onda Jaén (Dani reportero y Cristóbal camarógrafo) en plena acción.


miércoles, 13 de octubre de 2010

La vida: seriedad, humor... y vitalidad

Casi por casualidad me veo en el interior de un teatro a la espera de que comience la representación de 100 m2. Se trata de una obra escrita y dirigida por Juan Carlos Rubio, y con sólo tres actores: Jorge Roelas, María Luisa Merlo y Miriam Díaz-Aroca.
El primero es para mi casi un desconocido, aunque recuerdo haberlo visto alguna vez en la tele. Y es que me perdí el que, me dicen, fue uno de sus trabajos de mayor repercusión popular: Médico de familia (no vi ni un solo capítulo). Esta vez no tiene un trabajo excesivamente largo, pero cumple a la perfección el asumir el papel de tipo cómico en una obra muy seria.
María Luisa Merlo no acabo de identificarla con actuaciones anteriores. Su nombre, de tanto sonarme, es casi de la familia, pero la cara me es totalmente desconocida.
Miriam Díaz-Aroca siempre la he encasillado en los papeles graciosos, de risa, exuberantes de chiquillería..., aunque no sé si aquí es lo mismo porque, por lo menos en el folleto de mano, está muy seria.
Finalmente me doy de bruces con una obra sobre la vida misma, sobre la importancia real y relativa de las cosas, donde en demasiadas ocasiones equivocamos el lugar de la escala donde colocamos nuestros valores. La excusa del argumento es la compra de un piso, pero el trasfondo real nos habla de amistad, interés, amor, peleas, desamor, soledad... y, lo principal, de una vida, la nuestra, donde casi siempre nada es lo que parece.
Pensando en que me iba a encontrar una obra cómica -nunca me han gustado, y eso que es lo que más he visto porque lo clásico se representa poco- me encuentro con una historia original marcada por el realismo, esto es, cosas serias con su puntito de humor, pero consiguiendo finalmente hacernos pensar, y mucho.
Por cierto, las dos actrices son todo un descubrimiento.

viernes, 1 de octubre de 2010

Las mujeres al poder

Dice mi cuñao el granaíno -creo que ya os lo he comentado en alguna ocasión- que si de él dependiera, todos los países del mundo estarían gobernados por mujeres. Seguro que nos iría mejor, asegura con total convicción. La verdad es que razón no le falta si echamos un vistazo y comprobamos que en un mundo gobernado por hombres las cosas no han ido demasiado bien.
No sé si en caso de darse esa situación, la deseada por mi cuñado, viviríamos en el paraíso, o no; pero lo cierto es que me surgen ciertos matices a dicha aseveración.
Supongo que si el mundo estuviera gobernado por mujeres, unas cosas irían bien, y otras no tanto. Y no digo esto porque entienda yo que las mujeres estén peor preparadas para afrontar determinados asuntos, sino porque en su gobierno habría luces y sombras, como en los gobiernos de los hombres. Y eso se debe, simplemente, a que no en todos los casos gobernarían las más preparadas, igual que ocurre, ha ocurrido y seguirá ocurriendo con los hombres.
El mejor ejemplo de esto que digo lo encontramos en lo que sucede en estos tiempos. De unos años a esta parte tiende a imponerse la promoción de la mujer para que acceda a todos aquellos ámbitos en los que históricamente ha estado vetada y marginada. Es algo con lo que me declarado completamente a favor, pero lo que no entiendo es que en determinados casos se opte por esta o aquella mujer, no porque esté más capacitada que un hombre, sino por el simple hecho de cubrir una cuota políticamente correcta pero racionalmente reprochable.
Esto está provocando que mujeres claramente incapaces ocupen cargos en los que no sólo lo hacen mal, sino que además son un mal ejemplo para que otras puedan llegar lejos porque así debería ser dada su alta preparación.
En este asunto creo que es el propio sexo femenino el que debería estar especialmente vigilante porque lo que está haciendo es tirarse piedras sobre su propio tejado.
Por eso mi filosofía es: Las mujeres al poder, pero sólo las capacitadas. Igual que debe ser con los hombres.