viernes, 31 de octubre de 2008

Objetivo San Sebastián (VII): falta un mes

30 días. 1 mes. Eso es lo que falta para el 30 de noviembre, es decir, para que un servidor se vista su equipación rosa (del Maratón Jaén), gorra negra (no es para el sol), muñequera de Rafa Nadal, y empiece a recorrer los 42 kilómetros y 195 metros del maratón de San Sebastián (será mi segundo, y espero que no último).
Hace tiempo que decidí mi participación, allá por principios de año, y hasta ahora he recorrido en mi preparación 475 kilómetros (hasta la carrera me patearé otros 200 aproximadamente). Con esto quiero decir que la participación en la prueba rey del atletismo no es algo para tomarse a broma, sino todo lo contrario. Por eso, por los muchos días de esfuerzo, y en ocasiones sufrido control de la alimentación para bajar de los ochentaytantos kilos de bellón que pesaba el menda hace unos meses... quiero decir que fue una putada la torcedura de tobillo sufrida el día de la Virgen del Pilar. Se me venía abajo, no sólo el trabajo realizado, sino también la mucha ilusión depositada en el 30 de noviembre.
El consejo de mi médico de cabecera me hundió aún más al fijarme un mínimo de dos semanas de baja laboral, y mes y medio para poder volver a correr con la normalidad de antes del accidente. Me puse a sumar días y resulta que, de seguir la recomendación médica, no podría volver a trotar hasta el día del maratón aproximadamente, lo que me obligaba a anular mi participación en él porque no tendría la preparación adecuada para afrontar una prueba límite como es el maratón. Por ello, decidí poner en marcha el Plan B: la medicina agresiva que los atletas de élite usan en este tipo de casos, y que tiende a extenderse entre la población normal cada vez más por los resultados positivos que tiene.
No sé si fue una señal divida o simple casualidad, pero lo cierto es que una fisio llamada Pili -¡qué casualidad!- me recibió en su consulta cojeando, y salí de ella andando. A los cuatro días ya tenía el alta médica, y a la semana empecé a correr, con dolor, pero correr al fin y al cabo. A partir del próximo lunes, si toda va bien, ya podré retomar mi plan de entrenamiento, por lo que el mes que aún tengo por delante, y el trabajo realizado en casa con la elíptica manteniendo la forma, suponen dos elementos claves para que estas tres semanas en el dique seco no incidan de manera negativa en lo que pueda hacer en San Sebastián sobre lo que tenía previsto. Hasta ese día no sabré si lo que os cuento ahora es realidad o simple deseo; la solución llegará si hago en la carrera 3 horas y 30 minutos, o menos. Ese es el objetivo.
Por cierto, en los últimos días tengo la moral por las nubes porque, además de la recuperación, me han llegado las zapatillas con las que correré. Las New Balance 1061. Os las muestro en la foto. Tengo un mes para domarlas. Más que de sobra. Sólo falta que yo también me dome. Ya veremos.

martes, 28 de octubre de 2008

CRISIS y crisis

La crisis que tanto se quiso ocultar nos tiene ya tan cogidos por los huevecillos que resulta imposible de negar; ni aunque un gallo cantara tres veces.
Lógicamente no todo el mundo la vive de la misma manera. De hecho, hay quien ni siquiera la va a catar. Sin embargo, la situación general es más que preocupante, y últimamente siento cierto desasosiego porque me están llegando noticias de casos extremos donde la solución es casi imposible de encontrar; lo que más me duele es que se trata de gente con la que tengo cierta cercanía, y ante los que el consuelo es imposible.
El otro día hablaba con una persona que por eso mismo, por el conocimiento que tiene de casos dramáticos -por su trabajo-, no sólo estaba muy preocupado sino que daba gracias a Dios porque yo, por lo menos, tengo una parcelilla en el pueblo, y a unas malas hago una casucha, aunque sea de cartones, siembro un huertecillo y suelto unas pocas gallinas. El comentario estaba hecho en un contexto donde hay quien no tiene ni eso para refugiarse o como colchón salvavidas ante la llegada de la ruina. Ruinas personales y familiares reales y cercanas donde patrimonios saneados y solventes de los padres se vienen abajo junto con los de los hijos cuando éstos, por la situación que vivimos, no sólo se declaran en quiebra sino que en su caída arrastran a sus padres quienes, en la edad de la jubilación, no han cometido más pecado que avalar a los que son sangre de su sangre. ¿¿No lo iban a hacer!!.
El fin de semana leía yo un largo reportaje sobre la crisis y las situaciones límite que se están viviendo, siendo los protagonistas personas de carne y hueso, con nombres y apellidos, que están aquí, junto a nosotros. Me llamó la atención el caso de un hombre que, junto a su actual mujer, se quedaban los dos en el paro porque cerraba la empresa. A esa situación se sumaba otro elemento negativo: que el hombre pagaba mensualmente a su ex-mujer 400 euros en concepto de manutención para sus hijas de 14 y 17 años. La hija mayor, al enterarse del problema que se avecinaba sobre su padre, lo llamó llorando y la pregunta que le hizo fue la siguiente: Papá, ¿vamos a tener que comer ahora del Lidl y vestir del mercadillo?.
Ojalá el problema de muchos fuera ese, pero no ahora, sino cuando la economía va bien. Y es que, como digo, hay CRISIS y crisis.
¿Sabéis que es lo peor de todo? Pues precisamente eso, que lo PEOR está aún por llegar. Esto son sólo los primeros vientecillos del terrible huracán que se avecina.

jueves, 23 de octubre de 2008

Se busca emisora para escuchar

Dicen que los oyentes de la radio son los más fieles que hay, más que en cualquier otro medio de comunicación, pero cuando alguien toma la decisión de cambiar el dial, la vuelta atrás es misión casi imposible.
Se trata de algo que me dijeron hace muchos años, y que yo estoy viviendo ahora en mis propias carnes. Hace tiempo que me resisto a cambiar de dial: el de la Cadena SER. La escucho desde siempre con alguna incursión foránea en magníficos programas como los que iniciaron en su día Julio César Iglesias y Antonio San José (Los desayunos de RNE), que por cierto después les han robado.
Empecé a seguir la SER cuando los más escuchados eran otros, y ahora, tras años de continua superioridad, empiezo a sentir la necesidad del cambio. Todo empezó con la marcha de Iñaki Gabilondo pues su sustituto es, siento decirlo, uno más. Quizá sea porque lo comparo con quien considero el mejor periodista de España, y eso no me deja ser objetivo, pero es que Fancino no me transmite ningún tipo de credibilidad. No encuentro el matiz diferenciador que me contagie emoción, veracidad... liderazgo, al fin y al cabo.
Para ser exactos, empecé a cambiar el dial esporádicamente cuando Gabilondo cogió la bandera de la radicalidad, que no dejó hasta su cambio a la televisión. Desde entonces, como digo, me resisto al cambio definitivo por eso de la fidelidad del oyente de radio a a la que me refería antes. Y también porque no encuentro alguien adecuado con quien levantarme y con quien acostarme.
Lo he intentado con muchos, pero ninguno acaba de convencerme. Voy pululando por el dial, y hasta ahora no encuentro más que retazos de aquí y de allá que me convierten en un nómana de las ondas.
Más fácil lo tengo si hablamos de programación local: NINGUNA. Simplemente porque ninguna emisora apuesta actualmente por lo más cercano. Algún apunte informativo, unos con más gracia que otros, y las desconexiones de la tarde, con más publicidad que otra cosa, tampoco dan para casi nada.
Hubo una época en la que una emisora de Jaén sí tenía clara su vocación jaenera, de ahí que ofreciera 100 horas a la semana de producción propia (de siete de la mañana hasta -algún día- la una de la madrugada. Y los fines de semana, casi lo mismo). Hoy día se mantiene en pie por pura inercia, por la insistencia de algunos y algunas que con más trabas que gloria mantienen en rojo el pilotito pese a que desde arriba no sólo no les quitan el pie de encima sino que cada vez aprietan más para ver si muere por pura inanición. Una lástima.
¿Alguien tiene algo para este pedigüeño?. Se aceptan sugerencias.

lunes, 20 de octubre de 2008

Objetivo San Sebastián (VI): peor que parir

Ya no me hace falta parir para saber lo que duele. Hace un rato que he llegado de mi segunda -¡¡¡y última!!!- sesión de fisioterapia para recuperar el esguince de tobillo, y es como si hubiera dado a luz gemelos, pero sin cesarea ni epidural. Tengo que reconocer que el otro día el tiempo de retorcerme en la camilla fue mucho mayor que el de hoy, pero en esta ocasión, de entre los diez minutillos de chirriar dientes, cerrar ojos, aguantar la respiración, tensión continua del cuerpo entero, y apretar con las manos los tornillos de la estructura metálica de la camilla... digo que además de eso, he tenido unos dos o tres minutillos donde la fiesta ha sido más espectacular que los fuegos artificiales que Montané nos preparó anoche como colofón a la Feria de San Lucas. Las chispas saltaban del clavo al rojo vivo que me parecía tener en el pie cada vez que la fisio (creo que sus dedos, en caso de pelea, deberían tener ante un jurado la misma consideración que un arma letal) me curaba, y yo era como si estuviera disfrutando de un Sapito Loco al que un fallo en la corriente eléctrica le ha vuelto más loco e incontrolable que nunca.
Pero como soy un machote, hoy ni he llorado ni he estado a punto de desmayarme (como sí ocurrió el otro día). No he tenido tiempo de acordarme de eso entre convulsión y convulsión.
Al final el sufrimiento (¡¡¡¡MUNCHO!!!) ha merecido la pena porque tras realizar en los próximos días una serie de cosillas, este fin de semana podría empezar a correr un poquito, y la participación en San Sebastián está casi asegurada (al menos por esta causa).
¡¡PODEMOS!!
P.D.- Gracias a la chica (fisioterapeuta) de la clínica de Manolo Pancorbo. Es que con lo intenso de la relación se me ha olvidado preguntarle el nombre.

domingo, 19 de octubre de 2008

Objetivo San Sebastián (V): tortura china

Hoy hace una semana que estoy en el dique seco. No es por falta de ganas, sino porque el domingo pasado, cuando había salido bien temprano para un entrenamiento de 20 kilómetros, tuve una caída, tonta, pero caída que me tiene desde entonces con la pata entumía, que cantábamos en mi pandilla de jóvenes cuando nos habíamos tomado unas copas de más.
Lo más doloroso no es que cuando tan sólo había recorrido 8 kms por una carretera de mi pueblo puse el pie izquierdo en el borde del asfalto con la cuneta, y el pequeño escalón de unos cinco centímetros de desnivel que allí me llevó bruscamente al suelo; tampoco es el esguince de grado dos que me hecho; ni la fuerte herida en una mano; ni que se me haya roto el pulsómetros de casi 100 euros; ni que tuviera que regresar andando a casa (los 8 kms) porque no pasó ni un puñetero coche en una hora y 20 minutos de caminata; ni el horrible aspecto que presentaba el pie (casi todo negro por el derrame) tras haber ido a trabajar dos días después de la caída por cabezón y por no haberle hecho caso a la médico de guardia que me atendió el domingo y que quiso dar la baja....
Lo que más me duele -además, lo sentí desde un segundo después de la caída, justo cuando me levanté e intenté, sin exito, seguir corriendo- digo que lo más doloroso es que peligra mi participación en San Sebastián. Es lo que más me jode: que no sirvan para nada los más de 1.318 kilómetros que llevo recorridos este año.
La verdad es que me vine abajo cuando mi médico de cabecera me vio el martes, me advirtió de la gravedad del asunto, y me dijo que la baja sería de un mínimo de dos semanas, con reposo absoluto incluido, y poder empezar a correr dentro de mes y medio aproximadamente (el maratón de San Sebastián es el 30 de noviembre, dentro de seis semanas).
Por eso, tras cuatro días con el pie en alto, y dado que la mejoría no llegaba -al menos tan rápido como yo deseaba-, decidí poner en marcha el Plan B. Pedí cita en la clínica de Manolo Pancorbo, en Torredelcampo, y allí una fisoterapeuta me aplicó todo lo contrario a lo que en estos casos aconseja la medicina tradicional: frente al vendaje, el tobillo suelo; ante el reposo, andar con normalidad mientras el dolor aguante; frente a la inmovilización, tratamiento duro de movilidad en la parte afectada. ¿El objetivo? Que la sangre circule por el pie de manera normal y acelere así, de manera natural, la recuperación.
Fue el viernes pasado, de siete a ocho de la tarde. No creo que una sesión de tortura china o de la temida Inquisición tengan nada que envidiarle a lo que a mí me hicieron.
En varias ocasiones se me saltaron las lágrimas. Eché de menos un palo para tenerlo entre los dientes... incluso llegué a pedirlo, y me ofrecieron una toalla... pero como soy un machote, no la acepté. Tres veces estuve a punto de marearme. En los primeros minutos, cuando el masaje era más intenso y duro, mi cuerpo era una cuerda tensionada donde se me olvidaba hasta respirar... la chica me tenía que recordar que debía hacerlo -respirar- para seguir viviendo.
Al final... mereció la pena: entré más cojo que el de Lepanto y salí andando, con alguna molestina, pero andando.
Las dos semanas de baja segura -según mi médico- creo que se van a quedar en una, y aunque me he visto obligado a suspender mi participación en la media maratón de Jaén, del próximo domingo, lo de San Sebastián está asegurado, al menos de momento.
Mañana lunes, también a las siete, segunda y última -espero- sesión de potro de tortura.
Ya os contaré.

viernes, 17 de octubre de 2008

Los asesores de San Lucas

En los mercados, en la calle, en las tertulias durante la comida, tomando una cerveza, en los trabajos... no hay sitio en el que no se comente la CAGADA (con mayúsculas) de que San Lucas no sea mañana día festivo en Jaén capital. Es la primera vez en muchos lustros que esto ocurre, y el asunto no sólo no está pasando desapercibido sino que ha dejado a la alcaldesa con las vergüenzas al aire.
No seré tan necio como para echarle la culpa a ella, al igual de todo lo que ocurre en el ayuntamiento, aunque es siempre la responsable última de todo. Entiendo que a la hora de fijar los dos días de fiesta local que tiene cualquier pueblo o ciudad (entre ellas Jaén, claro), alguien pensó que San Lucas, al ser sábado, no hacía falta declararlo no laboral porque prácticamente lo era, de ahí que el equipo de gobierno aprobara en pleno los días de Santa Catalina y la Virgen de la Capilla. Tras la decisión de los regidores locales, las festividades fueron proclamadas oficiales siguiendo el ritual administrativo previsto para estos casos.
Llegada la hora de disfrutar del día grande de las fiestas de Jaén el mismo alguien de antes empezó a caer en la cuenta de que para los funcionarios es festivo un sábado -salvo bomberos, Policía Local, etcétera-, pero la inmensa mayoría del resto de los mortales trabaja algunos fines de semana completos, los sábados casi seguro, y hasta mediodía con seguridad.
La alcaldesa no tuvo más remedio que tapar la incapacidad de nuestro alguien en esta cuestión tomando la iniciativa en el asunto, y ante la gran cantidad de quejas que se han producido. Legalmente era inviable dar marcha atrás, y quitar Santa Catalina como festivo para dársela a San Lucas. Venía a ser algo así como desvertir a un santo para vestir a otro, aunque en esta ocasión la legalidad impedía el trapicheo indumentario. La solución fue un bando con menos fuerza que un muelle de guita en el que nuestra regidora nos rogaba encarecidamente a todos los jienenses, sobre todo los empresarios, claro, que el 18 de octubre fuera considerado festivo. Y el empresariodo de Jaén, que es de Jaén pero no gilipollas, se adhiere al sentimiento pero como la pena o la gloria no da de comer cada día, le ha venido a decir a la alcaldesa algo así como que si quieres arroz Catalina.
Finalmente, y salvo algunos con mucha guasa -también los habrá comprometidos-, San Lucas será un día más laboral en el calendario de los currantes de los fines de semana. Algún cartelito he visto colocado en las puertas de varios negocios anunciando que no abrirán, pero son casi anécdotas de una metedura de pata que, aunque pueda parecer una tontería, tiene más calado, importancia y repercusión entre el jaenerito de apie de lo que puedan pensar muchos.
Espero que nuestra arcardesa haya aprendido la lección, y de aquí saque como conclusión que si se comete un error tan de bulto en algo tan simple, ¿qué no se puede estar haciendo en muchas áreas del ayuntamiento donde los asesores encefalograma plano campan a sus anchas, haciendo de su capa un sayo, y aplicando hasta el más mínimo detalle el uso de una supuesta carta blanca que le han dado desde arriba, y cuya aplicación práctica puede ser algo así como para lo que me queda en este convento, me cago dentro? Lo digo porque al final pocos entienden de barcos, y cuando empiece a hundirse y las ratas huyan, será la capitana quien deba hacer frente a todo y a todos porque, desde la acción o la omisión, ella es la responsable última de su buque.

viernes, 10 de octubre de 2008

Los hunos y Los Otros

El Partido Popular afronta el próximo día 21 su congreso provincial. Tras el amago de hace cuatro años, y mucho tiempo de amagar y no dar, esta vez sí habrá dos opciones entre las que elegir: Los hunos y Los Otros.
Los hunos son conscientes de su posición de superioridad no sólo porque cuentan con la ventaja que da un ejército poderoso (derivado, entre otras cosas, del control de los resortes del poder y la inestimable ayuda que supone ser la corriente oficial y, por tanto, la del Partido), sino también por los efectos positivos que siempre genera entre los votantes la inercia de seguir como estamos, por mejorable que pueda ser la situación, frente a la incertidumbre de los efectos de un posible cambio.
Los Otros tienen un claro actor protagonista, aunque no se sabe muy bien si el papel más importante es el suyo o el de algún intérprete de los considerados, hasta ahora, secundarios. Por el momento han enseñado los dientes con la simple presentación de su ¡Aquí estamos!, pese a que el aval mostrado es casi ridículo (lo justifican en que no quieren desvelar los muchos apoyos que tienen entodos sitios para evitar represalias).
Los hunos tienen uno de sus principales problemas en el poco honor a su nombre que hace su Rey porque por donde pasa siempre vuelve a crecer la hierba. Su gestión está marcada por el demasiado talante, impropio de un mundo -el político- donde destacan como en ningún otro lugar los navajazos y las puñaladas traperas. Siempre ha sido fiel a su filosofía de poner la otra mejilla, apostante incondicional del ciento morado antes que uno colorado, y a no dejar tirado nunca a nadie; para una vez que lo intentó, el herido no sólo fue sanado por los mismos suyos -los de arriba y los de enfrente- que ahora tendrá que rematar la faena o morir en el intento, o apostar de nuevo, la enésima vez, por los paños calientes. Eso es precisamente lo que sus generales no quieren que pase. Esta vez hay que disparar a matar: ni hacer prisiones de guerra ni dejar heridos en el combate. El muerto al hoyo y el vivo al bollo. Se trata, simplemente, de seguir la política que lleva ejerciendo con mano de hierro algún virrey andalusí: más vale un cadáver a tiempo sobre la mesa que soportar el peso de un herido que, al final, acabará resultando un lastre imposible de sobrellevar e incluso pondrá en peligro la vida del ganador. La estrategia de batalla está clara, tan sólo espera el visto bueno de quien puede y debe darlo.
Los Otros conocen bien lo que se pueden encontrar, aunque confían, y mucho, en que el talante vuelva a triunfar -impuesto desde arriba, llegado el caso-. Saben que la victoria es imposible, pero su objetivo no es ganar sino pactar y lograr cuota de poder para, ganado tiempo y en espera de nuevas circunstancias regionales y nacionales, plantear el asalto definivo. Es algo así como moverse entre lo deseable y lo posible, entre el mundo de los muertos y de los vivos pero sin conocer realmente en cuál de ellos se está o se puede llegar a estar.
MORALEJA: mientras discuten con guante de seda si son galgos o podencos lo único que se consigue es estar un poquito más cerca del abismo. La Armada Invencible sucumbió ante los agentes climatológicos mientras el enemigo saboreaba su victoria en tierra firme, con ropa seca y a lo calentito de un brasero de picón. O tiramos de manual de Alatriste o tiene toda la pinta de que la Historia se repita una vez más.

martes, 7 de octubre de 2008

El día de San Martín

Bajo su eterna figura de persona inteligente, educada, moderada, ejemplo de saber estar... se esconde todo lo contrario pues estamos ante un claro ejemplo de que las apariencias engañan, y ¡no sabéis de qué manera!.
Se trata de un tipo que tiene pocos pelos de tonto; de hecho, su gran virtud es la de colocar siempre a un cabeza de turco, a modo de escudo, para que caíga en caso de que aparezcan problemas. Así mantiene su expediente inmaculado, y su culito seco y limpito. Lo ha conseguido hasta ahora, pero por las noticias que me llegan parece que le puede llegar antes que después su San Martín. Las hostias -y algo más- lloverán por varios frentes:
1.- Se ha detectado que para cierto chanchullo colocó su firma pese a que nadie -de los de abajo- quiso mentir a pesar de requerirlo él personalmente. Contra su norma tiró para adelante, y ahora ese mismo tiro puede darle en la frente.
2.- Ha dejado cierta cebolla sin cerrar, y el timado está bastante nervioso porque la cifra es de cinco cifras. Igual le llegan varias cosas (alguna esperada y otra no tanto, pero que hace más, mucho más daño).
3.- Pese a tratarse de un asunto de carácter personal, ha intentado que la factura la pague otro (esta vez es de cuatro cifras), pero como la policía no es tonta, se ha dado cuenta y al final tendrá que rascarse, y bastante, el bolsillo.

MORALEJA: la crisis llega hasta para los listillos.

domingo, 5 de octubre de 2008

18 años

Tengo un amigo que tal día como hoy pero hace 18 años, recibió el al inicio de una relación. Fue una semana eterna de espera. Y es que él, siguiendo el protocolo que marca cómo deben ser este tipo de cosas, le pidió salir a la chavala con la que venía tonteando en los últimos meses.

La conocía de toda la vida pero nunca dieron un paso más adelante que el de la vecindad y, en algún momento, cierta amistad e incluso hubo secuencias de complicidad amorosa por amigos comunes. Quizá esto último fue lo que encendió algo entre ambos. Lo cierto es que sólo se veían los fines de semana y en las vacaciones. Ella vivía en su pueblo e iba al instituto del pueblo de al lado. Él vivía en Jaén capital, donde también estudiaba Bachillerato, pero emprendía cada viernes, más pronto que tarde, camino hacia su pueblo –que también era el de ella-, para regresar el domingo, más tarde que pronto.

Tras un millón de dudas internas, de consultas a amigos más íntimos, de aguantar las bromas de quienes le gritaban que no tenía sentido tanto comerse la cabeza porque la cosa estaba segura... él decidió por fin dar el paso. Por el atrevimiento innato en su naturaleza no lo hizo ni el viernes cuando se vieron, ni a lo largo de todo el sábado, ni el domingo al saludarse. Esperó –por falta de valor y por el miedo al NO que lo echaría todo a perder- a cuando ya no podía esperar más: ella dijo que se iba, que hasta la próxima semana, y él, tras decirle adiós, requirió su atención cuando ella ya le daba la espalda... se volvió y tras un ...por cierto... tonto e innecesario le planteó lo de ser novios. No sé quién de los dos respiró con más intensidad en señal de ¡¡¡por fin!!!, pero a pesar de ello, y siguiendo el estricto protocolo, ella le pidió que le diera una semana para pensárselo; la respuesta en él también fue la habitual en estos casos: sí, sí, sí... lo que necesites!!.

La semana fue durísima para él. No hacía más que pensar en alternativas, justificaciones, pros y contras para el y para el NO, minimizaba aquello que podía jugar a su favor y engrandecía lo negativo, llegó incluso a aburrir a su amigo Rafa con quien compartió más horas que con su propia familia hablando del asunto, aunque Rafa disfrutó con ello dada su vocación no oculta de Celestina buena.

Llegó el viernes, se vieron, se saludaron pero ni él exigió respuesta ni ella la dio sin más. Llegó el sábado, se saludaron y como él no pidió respuesta ella tampoco la dio. El espíritu intrépido de él volvía a aparecer. El último día, el domingo, volvieron a saludarse con normalidad, a charlar durante horas, a reír, a contar anécdotas, a hacer el tonto... y llegó la despedida. Se despidieron hasta el próximo fin de semana, ella se dio la vuelta y comenzó a marcharse. No se podía esperar más. Él llamó su atención, ella se volvió, él utilizó de nuevo el ...por cierto..., ella dijo ¡Que, SÍ!, se volvieron a despedir y quedaron para el próximo viernes.

Así, de esta manera tan tonta -vista desde estos días y con la perspectiva que da el tiempo- comenzaba una relación que hoy cumple 18 años. Ha habido momentos buenos y malos pero lo cierto es que la vida ha cogido un camino que, de haber triunfado el NO, sería otro. Ellos han ido marcando sus tiempos, con influencias de fuera -seguro e irremediable- pero el presente y el futuro de lo que realmente merece la pena ha estado siempre en sus manos.

El gran valor, el principal valor es siempre hacer equipo. Lo han conseguido, en unos momentos más que en otros, pero se trata de algo que requiere la insistencia constante para confeccionar la excepción a una de las enseñanzas de Vito Corleone; aquello que le decía a su hijo Michael de ten cerca a tus enemigos pero más cerca todavía a tus amigos. Aquí no hace falta porque si hiciera estaríamos hablando de otra cosa.

Lo dicho: HACER EQUIPO.