martes, 30 de noviembre de 2010

Objetivo Málaga (IV): faltan seis días

Tal día como hoy, pero del año 2008, estaba por tierras vascas (San Sebastián, para más señas) participando en su maratón. Tal día como ayer, pero del año 2009, estaba por tierras italianas (Florencia, para más señas) participando en su maratón. Tal día como el próximo lunes, 6 de diciembre, estaré por tierras andaluzas (Málaga, para más señas) participando en la primera edición de su maratón.
La verdad es que el destino tiene menos glamour, pero no es menos cierto que si nosotros no apoyamos lo nuestro, apañaos vamos.
El trabajo de preparación ya está hecho, y aunque estos días no estoy pudiendo entrenar con normalidad a causa de la lluvia (no para ni p'atrás), lo intento en cuanto encuentro un hueco. Debo reconocer que en ocasiones dudo de poder alcanzar mi objetivo de recorrer los 42 kilómetros y 195 metros en menos de 3 horas y 30 minutos, por estos días que no entreno, pero por otra parte sí confío en conseguirlo porque en los tests que he realizado al respecto no sólo he mejorado, y de largo, los tiempos de mi última maratón (la de Florencia donde empleé 3 horas y 33 minutos) sino que además alcanzo los que me marca el plan diseñado para lograr ese objetivo.
Por tanto, sensaciones contrarias pero también muchas ganas de que llegue el gran día.
Será mi cuarta maratón. Ojalá todo vaya bien porque ya estoy pensando en las siguientes.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Eterna y, encima, no acaba

No tiene por qué ser una relación causa-efecto, pero cada vez tiendo más a pensar que las películas, cuanta más gente va a verlas, peores son.
Hoy he estado viendo la séptima (creo) entrega de Harry Potter. Y la sala no sólo estaba a reventar, sino que casi nos hemos quedado sin entrada. Este no ha sido el único elemento extraño en comparación a mis habituales asistencia al cine. También me ha llamado la atención que la película tiene un intermedio. ¡¡Pero como va a tener un intermedio una película que es la primera parte de una segunda parte que vendrá dentro de unos meses, y las dos a su vez son, como digo, la séptima entrega de la saga Harry Potter!! Pues sí, lo tiene.
Creo sinceramente que se ha alargado el metraje sin sentido porque esta primera parte se hace, en muchos momentos, eterna. Incluso chavales que entraban encantados, preguntaban al compañero de butaca que cuánto iba a acabar.
La excesiva duración no es lo único negativo. También se hace difícil la historia en sí, pues te enteras de muchas de las cosas porque las hemos oído antes en cientos y una crítica o en vídeos promocionales, pero durante la película se dan por sabidas, o no se explican bien. ¿Es que hay que leerse antes el libro?. Pues estamos apañaos.
Mucha magia, muchos efectos especiales, Harry Potter sigue con su filosofía de siempre, acompañado de sus dos inseparables amigos, y enfrente tienen a los malos de siempre.
En esta primera parte parece que el asunto se centra en definir las fuerzas de los dos ejércitos que se enfrentarán en el desenlace final en la segunda y última (esperemos) entrega. A priori, Harry va con desventaja, con mucha desventaja, pero veréis como al final gana.
Lo comprobaremos, según me dicen, para junio.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Escala de valores

El otro día me llegó un e-mail tremendamente interesante. Al menos así me parece a mí. Aquí os lo dejo. Ojalá os/nos sirva de algo porque, como dice, da la sensación de que nos estamos equivocando en la escala de valores que, por decisión propia, marca nuestra vida:

Un hombre de negocios norteamericano estaba en el embarcadero de un pueblecito costero de México cuando llegó una barca con un solo tripulante y varios ATUNES muy grandes.
El norteamericano felicitó al mexicano por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo había tardado en pescarlo.


El mexicano replicó: Oh! Sólo un ratito.


Entonces el norteamericano le preguntó por qué no se había quedado más tiempo para coger más peces.


El mexicano dijo que ya tenía suficiente para las necesidades de su familia.


El norteamericano volvió a preguntar: ¿Y qué hace usted entonces con el resto de su tiempo?


- El mexicano contestó: - Duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, duermo la siesta con mi mujer, voy cada tarde al pueblo a tomar unas copas y a tocar la guitarra con los amigos. Tengo una vida plena y ocupada, señor.


- El norteamericano dijo con tono burlón: - Soy un graduado de Harvard y le podría echar una mano. Debería dedicar más tiempo a la pesca y con las ganancias comprarse una barca más grande. Con los beneficios que le reportaría una barca más grande, podría comprar varias barcas. Con el tiempo, podría hacerse con una flotilla de barcas de pesca. En vez de vender su captura a un intermediado, se la podría vender al mayorista; incluso podría llegar a tener su propia fábrica de conservas. Controlaría el producto, el proceso industrial y la comercialización. Tendría que irse de esta aldea y mudarse a Ciudad de México, luego a Los Ángeles y finalmente a Nueva York, donde dirigiría su propia empresa en expansión.


- Pero señor, ¿cuánto tiempo tardaría todo eso?


- De quince a veinte años.


- Y luego ¿qué?


- El norteamericano soltó una carcajada y dijo que eso era la mejor parte:


- Cuando llegue el momento oportuno, puede vender la empresa en bolsa y hacerse muy rico. Ganaría millones.


- ¿Millones, señor? Y luego ¿qué?


- Luego se podría retirar. Irse a un pequeño pueblo costero donde podría dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con sus nietos, hacer la siesta con su mujer e irse de paseo al pueblo por las tardes a tomar unas copas y tocar la guitarra con sus amigos.


- Bueno, pero eso es lo que hago ahora señor ¿Por qué tengo que esperar veinte años?



domingo, 14 de noviembre de 2010

Sólo con el sentimiento no se come

Hoy he confirmado de manera empírica que esto del Real Jaén es un sentimiento.
En los últimos días he seguido muy de cerca el follón extradeportivo que se vive en el club... las penurias económicas de las que se derivan auténticos dramas personales y familiares. Quiero decir con esto que conozco bien lo que ocurre; sin embargo no ha sido hasta hoy, hasta esta mañana, cuando he visto a tíos como carros arrodillarse ante no sé bien quién o qué... digo que no ha sido hasta hoy cuando he sucumbido a la emoción. Y es que estos tíos piden de la manera más humillante que se puede hacer ante mi club... ante mí. Y lo peor es que no piden la luna, sino la nómina que les comprometieron en su día por hacer su trabajo. El trabajo lo hacen, pero el cobrar no.
Por todo esto entiendo perfectamente que se pidan responsabilidades al dueño del club, a Carlos Sánchez. Digo que lo entiendo, pero también creo que hay que tener cierta memoria histórica, y no olvidar de un plumazo que este al que ahora se sataniza fue quien salvó en su día al mismo club del que ahora se le quiere echar dándole una patada en el culete. Y lo peor es que él ha afirmado que no se niega a irse, sino que a pesar de todo el lío que se ha montado todavía no hay nadie que haya puesto una alternativa encima de la mesa; o al menos que conozcamos de manera pormenorizada y con visos de futuro, es decir, poniendo los billetes encima de la mesa.
Porque por mucho sentimiento que tengamos, que nos arranquemos, que usemos para cagarse en los... de alguien... al final, eso hay que tenerlo claro, con el sentimiento no se come. Lo que hace falta son euros, los mismos que todavía no han aparecido por ningún sitio.

jueves, 11 de noviembre de 2010

domingo, 7 de noviembre de 2010

Vergüenza y bochorno

La plantilla y el cuerpo técnico del Real Jaén parece que finalmente se han desplazado en taxi hasta Écija para jugar el partido de hoy. Y no lo ha hecho porque sobre el dinero, sino porque como no hay y no se pueden pagar los poco más de 400 euros que costaría el autobús, el club ha tenido que aceptar el ofrecimiento de la gremial del taxi de trasladarles de manera gratuita.
Una cuestión que no sólo da mala imagen, sino que ésta se empeora cuando nos enteramos de que la expedición ha salido de Jaén sobre la una y media de la tarde para que así los jugadores puedan comer en sus casas, y el club se ahorra pagarles la comida.
Con historias como estas, la situación del Real Jaén empieza a ser bochornosa. Pero si les unimos que el utillero ha reconocido en la prensa que, ante la falta del pago de la nómina, se alimenta pidiendo en los supermercados la comida que van a tirar, y que el banco amenaza con echarle del su piso; que algunos futbolistas empiezan a pensar en compartir piso; que un jugador ha tenido que pagarse de su propio bolsillo una operación de pubalgia porque el club no puede pagar seguros privados, y la mutua no hace más que eternizar los procesos; que el campo tiene cortada la luz por falta de pago, y todo funciona tan sólo un par de horas, por la mañana, que es lo que dan de sí los 20 euros de gasóil que se gasta el club al día; que las taquillas están embargadas para poder pagar a algún proveedor; que el servicio de autobuses también está suspendido porque tras numerosas facturas sin pagar, el propietario pide ya el dinero por adelantado -los padres de algún equipo de categorías inferiores han tenido que echar un porreteo para pagar algún desplazamiento; que al preparador físico de las temporadas pasadas se le adeudan varias decenas de miles de euros;... incluso alguien me ha dicho -no se si porque es verdad, o porque esta situación propicia la existencia de bulos que, ante la situación de precariedad, adquieren cierta veracidad- que la semana pasada los jugadores del San Roque se ducharon con agua fría, e incluso tuvieron que encender una especie de fogata en el vestuario para calentarse...
Todo esto, y algunas cosas más, hacen que el bochorno inicial se convierta en vergüenza. Si la semana pasada manifestaba aquí mi orgullo de ser jienense por lo bien que había salido la media maratón Paco Manzaneda, hoy no tengo más remedio que reconocer que me da vergüenza que el Real Jaén, que este Real Jaén, sea mi equipo.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Las pequeñas pero importantes cosas

Cierto que si hoy día valoramos las cosas por su precio, es mucho más importante algo que cuesta mil pesetas que aquello otro cuyo valor es un duro. Sin embargo, la utilidad de las cosas modifica sustancialmente esa escala de valores porque por muchos millones que nos puedan pedir por la mejor vivienda de España, su confort se pone seriamente en duda si, por ejemplo, se nos estropea en pleno invierto la caldera de agua caliente, y nadie viene a arreglarla, por poco que pueda costar su reparación. Una simple caldera se convierte en toda una joya, mientras que la joya que es nuestra casa se convierte más en una cueva inhabitable que en el palacio de nuestros sueños. Estamos ante el valor de las cosas, que es muy diferente al precio de las cosas.
Viene todo esto a que no entiendo muy bien que se hayan gastado una millonada en las obras del tranvía, y ahora, cuando el proyecto tiende a ver la luz, los ciudadanos empezamos a sufrir problemas ridículos pero muy importantes porque alguien no ha reparado en arreglar la caldera. Me refiero a los semáforos instalados en el tramo de la carretera de Madrid. Han instalado muchos, quizá más de los que sean necesarios, pero al margen de ese debate en el que no quiero entrar en este momento, sí es necesario puntualizar que un paso de peatones -cada semáforo lleva uno- es para que pasen los peatones. Por eso, si no hay peatones, no tiene sentido el paso.
En los pocos días que llevan funcionando estos nuevos semáforos, he pasado por allí un millón y medio de veces, sufriendo continuamente atascos provocados por semáforos en rojo para los coches y en verde para los peatones, pero que sólo en una ocasión he visto a alguna persona utilizándolos.
El problema radica en que los semáforos dan prioridad a peatones o vehículos de manera mecánica, cuando lo lógico en estos lugares donde el tránsito de personas es muy dispar sería el colocar en cada semáforo un botoncito para que el peatón que quiere cruzar la calle lo pulse, y entonces, sólo entonces, prioriza su paso al de las máquinas.
Un simple botoncito, o varios, está a día de hoy haciendo tambalearse el que la gente se plantee, otra vez, lo acertado de construir un tranvía. ¿Que no se lo creen? En ocasiones las colas llegan desde la rotonda de la Bariloche hasta el monumento de los Donantes de Sangre... e incluso más allá. Y es sólo un ejemplo. ¿Siguen pensando lo mismo?
Es, en definitiva, el valor de las pequeñas pero importantes, muy importantes, cosas.