No tiene mayor interés lo que os voy a contar hoy, pero no he podido resistirme por la mucha ilusión que me hace transmitirlo.
Me ocurrió hace unos días. Iba yo a Las Infantas por una cuestión que no viene al caso, y cuando me disponía a entrar con el coche en el núcleo urbano me encuentro con que las puertas están cerradas. Sí... el paso a nivel con barreras estaba bajado porque venía el tren.
¡Vaya, vaya!. En mi vida había presenciado algo así, más allá de lo mucho que lo hemos visto en las películas.
Pues, nada. Aquí tenéis el momento en el que pasó delante mía el gigante de hierro. Como un niño, le dije sonriente ¡¡¡Adiós!!!.
¡Qué ilusión!
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