Para una vez que creía íbamos a ver una película que gustaría a toda la familia, resulta que me encuentro con un bodrio más, de esos muchos -demasiados últimamente- que se pueden sufrir por esas salas de Dios.
Mi preocupación, ya en el cine, era que mis niños -todavía son muy asustadizos, quizá en exceso- no tuvieran pesadillas tras ver Blancanievas y la leyenda del cazador. Ellos querían verla pese a que todavía hubieran necesitado unos añitos más para cumplir con la recomendación de edad que tiene la película, y yo acepté porque a mí me apetecía verla. Ya digo que me he tragado -y lo que te rondaré morena- auténticos bodrios simplemente porque ellos son quienes eligen... y aquí la cosa me beneficiaba.
Mi precaución inicial se convirtió rápidamente en una nueva desesperanza porque la película es malísima. Efectivamente el argumento de fondo es el clásico cuento de Blancanieves, aunque versionado con un trasfondo guerrero de la Edad Media, con damiselas, caballeros y príncipes. Y no falta ni la Reina malvada, ni la Princesa inocente, el caballero protector, el príncipe enamorado, los siete enanitos, el espejito espejito quién es la más bella, la manzana y, por supuesto, el beso.
La cosa podría haber ido más o menos bien, sobre todo teniendo a una tipa guapísima como Charlize Theron en el papel de la envidiosa oficial del Reino -envidia de guapura-, pero todo se viene abajo cuando de quien tiene envidia esta rubia impresionante es de la hierática Chris Hemsworth (la de los vampiros y hombres lobo de los crepúsculos, lunas nuevas, etc, etc, etc). ¿Cómo puede tener envidia la Theron de la Hemsworth?. Y no porque ni siquiera permita -yo- la comparación en lo que a belleza se refiere, sino tampoco en interpretación ya que la aspirante a vampira en películas anteriores lo borda sea cual sea el papel que haga, es decir, siempre tiene la misma cara que no dice nada, con la vista baja, interpretaciones forzadísimas y, sobre todo, diálogos casi inexistentes, quizá porque la chica no da más de sí. De hecho, da una arenga final a su ejército que seguramente pase a los anales de la historia del cine por lo absolutamente nada creíble que resulta.
Ya digo que entre comentarios y risas de lo mala que es la peli, alguna cabezadita de varios de los presentes -mi hija se quedó frita más o menos a la mitad-, la sensación final es que me quedo con la Reina en lugar de con la Princesa. Algo así como el cuento al revés, pero claro cuando optas por gente mala, el final no puede ser mucho mejor.
Como tantas otras, abstenerse de ir.
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