No estoy teniendo demasiada suerte en este inicio de vacaciones a la hora de ir al cine. Digo buena suerte, porque mi experiencia estos días viene a ser algo así como "De bodrio en bodrio y tiro...".
Si el otro día os hablaba mal de Blancanieves y la leyenda del cazador, hoy os digo que, tras ver Tengo ganas de ti, yo le daba el Óscar a Blancanieves; incluso llegué a echarla de menos en esta segunda malísima experiencia.
La película no sólo es mala de solemnidad en lo que a argumento se refiere, sino que carece de total originalidad en cualquier de los aspectos que quisiéramos analizar. El único atractivo que tiene es ver al cachas Mario Casas que, como alguien ya me apuntó cuando le dije que iba a ir, "te vas a hinchar de verle el torso desnudo". Y básicamente así es. Bueno, a él, y las tetas a la protagonista femenina. A mí me atrae más lo segundo que lo primero, pero en cualquier caso no se trata de una razón suficiente como para gastarme más de seis euros en ir al cine.
Pobre, muy pobre.
Me consuela el que no fui el único desilusionado, sino que les pasó lo mismo a la casi totalidad de las jovencitas que poblaban la sala; incluso ellas no podían evitar soltar carcajada tras carcajada en determinadas escenas de la peli, y hubo algún grupete que abandonó el cine comentando entre risas lo mala que era la película.
Después he sondeado a posibles clientas del bodrio, y parece ser que en el sector se comenta y con fuerza que es muy mala, y que no vale la pena.
Pues nada. Ya no hace falta que os lo diga yo.
Poco fruto le han sacado a la historia de un chico que se debate entre el amor de dos chicas, con las también dudas y particularidades que tiene cada una de ellas de dicha relación.
En cualquier caso, y si finalmente decidís verla, os recomiendo cierta preparación psicológica previa. No viene mal.
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