Hace unos días estuve en el cine viendo Un monstruo viene a verme. Quiero empezar diciendo que, de haber sabido de qué iba, hubiera optado por otro título. Esto no quiere decir que la película sea mala. Ni mucho menos. Pero entiendo que es fundamental conocer su temática antes de comprar la entrada porque, de lo contrario, te puedes llevar una sorpresa. Como me pasó a mí.
Por eso os aviso de que se trata de la historia de un niño de diez o doce años de edad cuya madre tiene cáncer. El niño es el protagonista: sus miedos, su cansancio, sus temores, su impotencia, su rebeldía, el amor a su madre, su hartazgo de casi todo... y su monstruo.
Decía antes que hubiera preferido no ir a ver esta película porque no me apetece sufrir en el cine; o, al menos, con temáticas de este tipo.
La historia no es en absoluto novedosa, aunque quizá sí el modo de afrontar la situación: un monstruo viene a aconsejarnos.
Película de mucho llorar y de esas que te hacen pensar, replantearte muchas cosas. Es aconsejable invertir, de vez en cuando, los cinco euros de la entrada en removernos la conciencia aunque sólo sea un poquito. Pero, ya digo, hay que ir preparados.
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