Hoy se cumplen cuatro años de aquel glorioso día en el que la selección española de fútbol ganó su primer Mundial. Una celebración que es complicada de festejar por el contexto en el que nos encontramos, esto es, eliminados de la siguiente Copa del Mundo a las primeras de cambio (quizá porque San Benito ha estado esta vez de vacaciones).
Nunca me gustó Del Bosque como entrenador. Un amigo mío reduce el asunto al hecho de que el marqués es un mal entrenador pero un buen gestor de vestuarios. No sé yo si la cosa es así de simple, pero hay varios elementos en los que sustento mi tesis. Por ejemplo, aquella época en la que en este país era una tragedia el que no hubiera centrales para la selección porque se había lesionado Pujol; casualmente un tal Mourinho puso en esa posición a su lateral derecho (Sergio Ramos), el mismo que fue utilizado después, y con gran éxito, por Del Bosque en el combinado nacional. También podría servir el hecho de que Vicente siempre ha ido a muerte con su sistema, el mismo que utilizaba el FC Barcelona, y aunque triunfó hace cuatro años, ahora se ha caído con todo el equipo cuando, casualmente, también han naufragado los catalanes.
Acabo mis ejemplos con ese partido ante Chile, el último de la primera fase del Mundial, donde España iba perdiendo, estaba fuera, necesitaba cambiar, pero Del Bosque hizo lo mismo que hace siempre, y que hubiera hecho si, en vez de ir perdiendo, hubiera ido ganando, esto es, cambiar a los de siempre por los de siempre.
No digo que el sistema de Del Bosque sea malo -ganó un Mundial y dos Eurocopas-, ni la forma de actuar -me encantó aquello de que "a veces lo más injusto es tratar a todos por igual", pero confío en que lo ocurrido en Brasil le sirva para aprender de cara al futuro.
Creo sinceramente que Vicente es la persona más indicada para seguir al frente de la selección, y seguir gestionando el banquillo de la forma que lo ha venido haciendo hasta ahora. Lo que pasa es que también confío en que además de ese carácter simpaticón, haya adquirido un puntito de mala leche, así como la... gallardía para tomar decisiones arriesgadas en momentos límite. Y es que en esto del fútbol, como en la vida misma, poco se ha escrito nunca de cobardes, salvo cosas malas.
Por tanto, en el día de San Benito, y cuando nuestra estrella cumple cuatro años, deseo lucidez para el marqués.
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