Ayla vive en El Valle de los Caballos (Jean M. Auel. Círculo de Lectores. Barcelona. 2002) su particular aventura personal. Se trata del segundo de los cinco libros que conforman la saga Los Hijos de la Tierra. En el primer libro (El Clan del Oso Cavernario) nos cuentan cómo Ayla es recogida por la tribu del Clan del Oso Cavernario una vez que queda huérfana y completamente sola tras morir toda su familia, toda su caverna (el Clan de los Otros), a causa de un terremoto. Allí vive durante años hasta que su natural rebeldía hace que la convivencia sea imposible; por ello, es castigada a marcharse y no volver, como si estuviera muerta, dejando atrás incluso a su hijo de pocos años de edad.
Ayla inicia en este segundo libro la búsqueda de su gente, Los Otros. Llega a un gran valle que toma como residencia provisional para pasar el invierno y continuar su viaje en la próxima estación. Pero allí se queda más de lo previsto gracias a una magnífica relación con la naturaleza y con los animales de la zona.
Su vida cambia drásticamente cuando tiene su primer contacto con personas: los hermanos Jondolar y Thonolan, de la tribu de los Zelandonii. La autora vuelve a deleitarnos con una magnífica descripción de las relaciones entre representantes de culturas diferentes, a lo que se suma el siempre atractivo componente derivado de las conexiones/desconexiones hombre/mujer.
Jean Marie Auel es una auténtica experta en la época prehistórica, y así lo demuestra con interminables y aburridas descripciones de cómo aquellas civilizaciones construían barcos o herramientas, cómo eran sus cacerías o bodas, a la vez que realiza soporíferas descripciones de paisajes, plantas, comidas, animales... Es el componente divulgativo del que abusa en el primer libro, y que mantiene en este segundo; por ello, algo que podría quedar en unas 200 páginas sobrepasa las 600.
Frente a este elemento negativo, también encontramos uno positivo. Me refiero a la descripción que realiza de las relaciones entre las personas: sus principios y valores, sus miedos, sus costumbres, las diferentes actitudes que tienes clanes distintos frente a una misma situación (homosexualidad, papel de la mujer/hombre, religión, ciencia, relaciones sexuales...). Es lo que más me gusta, la historia en sí del libro que la autora relega a un segundo -y a veces tercer- plano en favor de demostrar su dominio de aquella época.
Entiendo que Jean Marie ha adquirido sus amplísimos conocimientos sobre la naturaleza, animales, costumbres... a partir de los yacimientos existentes por todo el mundo, y que ella ha estudiado minuciosamente. ¿También es posible eso con las relaciones humanas? Yo quiero creer que sí, sobre todo porque se nos presentan unas civilizaciones de hace miles de años con casi los mismos problemas que caracterizan a las sociedades del siglo XXI.
A pesar de los contras, me quedo con los pros. Ya me he hecho con la tercera parte.
Ayla inicia en este segundo libro la búsqueda de su gente, Los Otros. Llega a un gran valle que toma como residencia provisional para pasar el invierno y continuar su viaje en la próxima estación. Pero allí se queda más de lo previsto gracias a una magnífica relación con la naturaleza y con los animales de la zona.
Su vida cambia drásticamente cuando tiene su primer contacto con personas: los hermanos Jondolar y Thonolan, de la tribu de los Zelandonii. La autora vuelve a deleitarnos con una magnífica descripción de las relaciones entre representantes de culturas diferentes, a lo que se suma el siempre atractivo componente derivado de las conexiones/desconexiones hombre/mujer.
Jean Marie Auel es una auténtica experta en la época prehistórica, y así lo demuestra con interminables y aburridas descripciones de cómo aquellas civilizaciones construían barcos o herramientas, cómo eran sus cacerías o bodas, a la vez que realiza soporíferas descripciones de paisajes, plantas, comidas, animales... Es el componente divulgativo del que abusa en el primer libro, y que mantiene en este segundo; por ello, algo que podría quedar en unas 200 páginas sobrepasa las 600.
Frente a este elemento negativo, también encontramos uno positivo. Me refiero a la descripción que realiza de las relaciones entre las personas: sus principios y valores, sus miedos, sus costumbres, las diferentes actitudes que tienes clanes distintos frente a una misma situación (homosexualidad, papel de la mujer/hombre, religión, ciencia, relaciones sexuales...). Es lo que más me gusta, la historia en sí del libro que la autora relega a un segundo -y a veces tercer- plano en favor de demostrar su dominio de aquella época.
Entiendo que Jean Marie ha adquirido sus amplísimos conocimientos sobre la naturaleza, animales, costumbres... a partir de los yacimientos existentes por todo el mundo, y que ella ha estudiado minuciosamente. ¿También es posible eso con las relaciones humanas? Yo quiero creer que sí, sobre todo porque se nos presentan unas civilizaciones de hace miles de años con casi los mismos problemas que caracterizan a las sociedades del siglo XXI.
A pesar de los contras, me quedo con los pros. Ya me he hecho con la tercera parte.
1 comentario :
Todo lo que la autora nos describe (incluidas las relaciones humanas y sobre todo estas) son recreaciones. Si exceptuamos el clima, flora y fauna, paisajes y todo aquello que ha podido ser contrastado por arqueologos y estudiosos del paleolítico, lo demás es imaginación de la escritora. Discrepo de tu análisis sobre como coinciden las relaciones humanas y su problemática con la época actual.
Publicar un comentario