Hoy pudo haber sido un gran día, pero ha sido todo lo contrario. Y no estoy hablando de los resultados cosechados por los españoles en los Juegos Olímpicos de Londres. No.
Me estoy refiriendo al mundo del periodismo en este país, y en concreto a que hemos dado un pequeño paso atrás -confiemos en que no sea un gran paso para el resto de...- en lo que a periodismo de calidad se refiere. Efectivamente, me parece bastante negativo que se haya cesado a Ana Pastor de los Desayunos de TVE.
Estoy seguro de que nadie en este país está más contrariado que yo por ello -como mucho, lo mismo- porque, y quien me conoce lo sabe, ME ENCANTA ESTA MUJER!!. Me he declarado, y aún hoy lo mantengo, seguidor de Anita, que diría algún ínclito presidente sudamericano. En el mucho e intenso seguimiento que he hecho de su trabajo en estos años en RTVE creo haber disfrutado de algunos de los eventos más importantes del periodismo español -por prudencia no voy a ir más allá, pero se podría con total tranquilidad- al presentarse Pastor como una periodista incómoda, muy incómoda, para sus invitados. Y eso es siempre digno de agradecer en un país en el que, como el nuestro, todo está tan contaminado por la connivencia política.
Me declaro seguidor de cuando Ana hacía eso. Y también me revelo como su crítico más incisivo cuando, al tener enfrente entrevistados con los que era afín, la beligerancia entrevistadora se convertía en poco menos que una invitación al lucimiento del amigo. Sirva como ejemplo de estos dos casos la dura y para mí magnífica entrevista realizada al presidente de la CEOE poco antes de la última huelga general, y la muy deficiente que hizo a los líderes sindicales de UGT y CCOO en ese mismo contexto.
En cualquier caso, y valorando las unas y las otras, sigo defendiendo que Ana Pastor debería seguir en su puesto porque, seguro estoy de ello, ella misma va reconduciendo su parcialidad a una imparcialidad más que deseable para quien trabaja en un medio público.
Dicho esto, también quisiera mostrar mi perplejidad ante los tremendos ataques que están sufriendo a través de las redes sociales quienes la han cesado. Entiendo perfectamente la defensa que se hace de la periodista -yo también la haga hoy aquí-, pero también hay que tener en cuenta que cuando ella llegó, alguien tuvo que dejar el sillón que Pastor pasaba a ocupar. Es decir, se va de la misma forma que llegó: por la decisión de alguien.
Estoy totalmente en contra de que estas cosas se hagan así -Ana Pastor no es la única, hay, ha habido, y habrá más casos-, pero por suerte o por desgracia así es como está esto montado. Por tanto, y hasta que eso cambie, debemos aceptar la norma; y quizá a la vez trabajar, luchar, actuar... para que se cambie, y que RTVE en lugar de ser una televisión de partido político (como son también las autonómicas...), sea una televisión de país.
Hasta entonces, me parece muy mal lo de Ana Pastor, pero tengamos un poquito de honestidad, y analicemos su caso de igual forma que el de todos los periodistas... ¿de España?. De no ser así, estaríamos siendo tendenciosos. Y eso es lo que creo que está pasando.
Acabo: ¡¡Me encanta esta mujer!!
1 comentario :
Me gusta tu comentario, a excepción de ese conformismo de aceptar la norma. No hay ni debe haber tal norma. Los profesionales de los medios de comunicación públicos no debemos dar por bueno el cambio de responsables de informativos por el cambio de partido en el gobierno. Esta "norma", que en ningún sitio está escrita, hace mucho daño a nuestra credibilidad, también a la de los políticos, pero esa ya está bastante deteriorada.
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