Más de una conversación he tenido sobre la religión y el mucho daño que ha hecho a la Humanidad a lo largo de la Historia. Y digo esto desde mi activa militancia católica, que nunca he ocultado sino todo lo contrario, y en la que en un día como hoy ratifico.
Ante acontecimientos como los ocurridos esta mañana en Francia me acuerdo de una de mis más agresivas contendientes en esos debates de mesa camilla a la que no consigo meter por verea, y vaya si lo intento y le pongo ganas. Pero no hay forma de hacerle ver que eso de meter casi por los ojos a quienes tienes a tu alrededor lo bueno que es la religión suele tener el efecto contrario: el rechazo.
Desde hoy tengo un nuevo argumento para desechar eso que lleva hasta un extremo difícil de entender lo que llegó a nuestra sociedad para hacer el bien, o al menos intentarlo. ¿Cómo se puede tergiversar algo de esta forma como para hacer todo lo contrario del fin para el que se creó? Y lo peor es que el asunto va a más.
Ojalá la siempre sabia Providencia vierta la luz necesaria para solventar el -quizá- mayor problema que ha existido a lo largo de la Historia porque creo que ningún elemento como esa otra religión dejó tras de sí un rastro de sangre tan extenso. Apelo a la Providencia porque no sé a quién se puede recurrir para meter por cintura a una especie tan dañina como la humana.
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