El 1 de diciembre está declarado como Día Mundial de la lucha contra el SIDA. Fue el pasado viernes, y cada vez que llega esta jornada me acuerdo de José María Sillero.
Era un médico de gran prestigio, de quien había oído hablar a mis mayores mucho y bien. Tengo que reconocer que por ello, porque era una eminencia, me dio miedo invitarlo a que asistiera a las tertulias que cada mañana, hace ya unos años, hacíamos en Ondajaén Radio. Rápida y muy amablemente nos dio su sí, y pronto lo tuvimos en el estudio, cada viernes, para la tertulia cultural.
Además de médico era una persona tremendamente culta, y en ese momento, en su etapa ya de jubilación que es cuando más tiempo tienes para tus cosas, y más cosas puedes decir sin tener que ser políticamente correcto, nos daba una lección magistral cada siete días.
Pero hablar sólo de cultura era demasiado lujo, de ahí que para la siguiente temporada Sillero pasó a los jueves, a una tertulia ya sin condicionante temática, y compartiendo micrófono con Ángel Sanz (entonces, subdelegado de Defensa en la provincia) y Paco Palacios (entonces, responsable de Justicia de CSIF en Jaén). Como diría mi compañero Rafa Rus: ¡¡TERTULIACA!!
Hablaban de lo que querían, y con un nivelazo tal que podrían haber sido sin ningún tipo de duda protagonistas de cualquier tertulia de ámbito nacional.
Conocí por tanto a Sillero en la etapa final de su vida, pero su lucidez, preparación, criterio, implicación, conocimiento... unido al plus que te da los años le hacían un tipo único y extraordinario en todos los sentidos.
Su áurea positiva prevalecía sobre ese lado oscuro que todos tenemos, y pese a lo mucho que se le ha ensalzado a lo largo de los años, tanto en vida como en muerte, creo que ni de lejos nos hemos aproximado a lo que se merecía.
Entre las cosas que pude compartir con él, me quedo con dos ideas:
UNA.- Como médico, dejó la sanidad pública porque le obligaban a destinar 2 minutos a cada paciente, y él se negaba a estar menos de 20 minutos con cada persona que acudía a su consulta.
DOS.- Como ávido lector, pronto aparcaba aquellos libros que no le gustaban siguiendo la máxima de que "hay tanto que leer, y tan poco tiempo en esta vida...".
José María Sillero también era una persona profundamente religiosa, algo que no sólo no ocultaba sino que exteriorizaba con gran normalidad. Ese sentimiento le llevaba a cuestionarse muchas cosas; siempre me llamó la atención aquella conferencia suya sobre la resurrección de Lázaro. Interesante qué tendría que decir un prestigioso doctor sobre la vuelta a la vida de una persona. Si no recuerdo mal, la conclusión a la que llegó fue que Lázaro no resucitó porque no llegó a estar muerto.
Siempre me quedé con las ganas de preguntarle su opinión, como médico, investigador y científico, sobre la otra resurrección, la de Jesucristo. Y también sobre la de su concepción (de Jesucristo). Jamás me atreví a planteárselo, y no sé bien por qué. Quizá por rubor. Ahora, me arrepiento. De eso y de tantas cosas...
Acabo volviendo al principio. La curiosidad de José María era tal, que mientras otros diagnosticaban y trataban el mal de aquel chico dentro de la normalidad de lo que se conocía en la época, Sillero no se quedó conforme, y siguió analizando y trabajando hasta descubrir el primer caso de SIDA que hubo en la provincia de Jaén.
Creo que, ante todo, fue un ser inquieto. Un ejemplo a seguir.
Descanse En Paz.
Descanse En Paz.
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