He oído hablar un millón de veces del famoso libro de Agatha Christie Asesinato en el Orient Express. También de la exitosa película que se hizo después. Pero nunca leí el libro ni vi la película.
Ahora he ido al cine a ver la nueva versión simplemente por descarte, porque no había ninguna otra opción que me atrajese más. Y no me he arrepentido.
Este Hércules Poirot es un lince. Con razón recorre el mundo desfaciendo entuertos y reclamado por las autoridades más variopintas. Ya nos da muestras de su destreza antes de embarcarse en el Orient Express, aunque es en el tren donde nos deja con la boca abierta con la investigación que realiza del asesinato de uno de los pasajeros, que es la trama de la película, y que lo hace tan bien que, de haber sido selectividad, yo le habría puesto un 14.
Como ni leí el libro ni vi la película, no sabía el desarrollo y desenlace de la trama, de ahí que esa ignorancia previa mía haya servido para sacarle más jugo a la trama. Así es porque estuve intrigado durante las casi dos horas de cinta, y jamás se me hizo pesada.
Poirot demuestra su maestría ante una docena de singulares sospechosos del que cualquiera podría ser el asesino; ¡¡hay incluso mayordomo!!.
El reparto de la película es de lujo, de altísimo nivel, y quizá por ello, por quienes participan, se hace más atractiva la historia.
Uno de los momentos que más me llamó la atención fue cuando el inigualable Poirot se revela humano, duda, no sabe cómo salir, no encuentra un camino a la investigación, está atascado porque sospechas hay sobre muchos, pero concluyentes, ninguna.
Al final pasa lo que pasa, Poirot se sobrepone, como siempre, con inteligencia, y acaba resolviendo el caso. Aunque el asunto es tan complejo que el mismo detective se ve ante la mayor encrucijada de su vida.
Yo creo que finalmente resuelve bien. Yo hubiera hecho lo mismo.
Película entretenida para ver sin más pretensión que la de echar un rato agradable. Aunque el final te hace pensar un poquito.
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