La postura de Junta de Andalucía y Partido Socialista en torno al tranvía de la ciudad de Jaén empieza a rayar lo intolerable, si no lo ha sobrepasado ya.
La Junta de Andalucía acabó hace siete años la construcción de un tranvía en Jaén en el que se gastó 120 millones de euros. Una cantidad lo suficientemente importante como para haber realizado previamente un proyecto de viabilidad y un estudio de mercado, elementos que hoy sabemos por el Tribunal de Cuentas que no se hicieron.
Fue un capricho de la entonces alcaldesa socialista, Carmen Peñalver, que apoyó desde el primer momento el gobierno -también socialista- de la Junta de Andalucía. Se hizo rápido porque, según dijeron, era gracias a fondos de la Unión Europea que se destinaban a proyectos medioambientales y de movilidad sostenible, y el tranvía lo era. Hoy sabemos, por el Tribunal de Cuentas, que aquello fue mentira porque todo lo pagó directamente la Junta de Andalucía.
En el proyecto inicial se dotó al tranvía de un carácter metropolitano, y por eso mismo se construyó en la zona norte de la ciudad, junto a la primera parada, un gran aparcamiento de coches gratuito para que quienes venían a la capital dejasen ahí sus vehículos, sin costarles un duro, y después moverse por la ciudad en tranvía.
Cuando el Partido Socialista perdió la alcaldía de Jaén, y la ganó el Partido Popular, el tranvía ya no le resultó interesante. Se desentendió hasta tal punto que anunció que no podría apoyarlo económicamente porque no tenía carácter metropolitano. Y las exigencias económicas al ayuntamiento eran brutales para que pagara unas facturas mensuales por los vagones que eran a todas luces inasumibles para una de las administraciones locales más endeudadas de España.
De la guerra declarada por la Junta al Ayuntamiento, se pasó a una Susana Díaz que empezó a suavizar su discurso, aunque por boca del consejero -jienense para más señas- Felipe López. Ante la postura firme del ayuntamiento de la capital de no asumir el costo de algo que ni había diseñado, ni podía pagar, la Junta decidió pagar el 40% de las posibles pérdidas anuales que tuviera el tranvía una vez fuese puesto en marcha. Después la propia Junta convenció a la Diputación provincial para que ésta asumiese el 20% de esas posibles pérdidas. Después -hace unos días y sin que nada hubiese cambiado desde el punto de vista de la propia infraestructura- la presidenta de la Junta dijo que el tranvía de Jaén volvía a tener carácter metropolitano, y por tanto ya podía prestarle ayuda económica. ¿Pero cómo es eso? ¿Qué ha pasado para el cambio de discurso si no ha cambiado nada? Quizá sean las cosas de la política, de la mala política.
Lo último ocurrió antes de ayer. Julio Millán, secretario general del PSOE de la capital, parlamentario socialista andaluz, y próximo candidato a la alcaldía de la ciudad de Jaén, informó a los medios de comunicación que su partido, el PSOE, va a proponer al gobierno -del PSOE- de la Junta de Andalucía que estudie la posibilidad de asumir directamente la gestión del tranvía de Jaén.
Es decir, se ha pasado del blanco al negro, y otra vez al blanco, sin que nada objetivo haya cambiado en el tranvía de Jaén. El único cambio producido es que el PSOE dejó de gobernar la alcaldía para pasar a la oposición, y ahora nos encontramos a un año de las nuevas elecciones municipales, en las que el PSOE quiere recuperar el gobierno local.
Igual estoy hilando demasiado fino, pero no me discutiréis que, como mínimo, la cosa no pinta muy limpia.
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