Pasado mañana, domingo 28 de octubre, me espera en Alcalá de Henares mi maratón número 15.
Hasta el momento de la salida, previsto para las 8,30 horas, no volveré a ponerme unas zapatillas para correr. Viene a ser algo así como el descanso del guerrero ante la inminencia de la gran batalla.
Empecé la preparación específica para la carrera el pasado 6 de agosto. Han sido 12 semanas de tiradas largas, cortas, series casi de todo tipo, madrugones, trasnoches, calor, lluvia (algún chaparrón impresionante ha habido), y sobre todo compaginar los entrenamientos con la vida familiar, laboral, de ocio...
Parece jodido, ¿verdad? Pues lo es. Lo que pasa es que, como sarna con gusto no pica, aquí estamos. Y, si no pasa nada, seguiremos mientras el cuerpo y la mente aguanten.
Ha sido un duro trabajo que tendrá su culminación en pocas horas. Creo que el entrenamiento ha sido bueno porque ha venido a completar el que ya hice para el maratón en pista de Jaén, a principios del pasado mes de julio. Entonces fue casi mi inicio de temporada y la cosa no fue muy bien; ahora espero y confío en una mejor carrera porque me encuentro en mejor estado físico. Aunque con el maratón nunca se sabe. Hacer las cosas bien no te garantiza nada porque son muchas las variables que influyen, pero las sensaciones son buenas.
A día de hoy llevo recorridos en lo que va de año 1.666 kilómetros (entre entrenos y carreras), de los que 620 kilómetros han sido de preparación para Alcalá de Henares. Todos compaginando mis Asics Glorify 3 y mis Brooks Launch 3. Han ido geniales las dos, pero el maratón lo correré con las Launch buscando los buenos momentos que viví en la anterior ocasión que las usé.
Tras un buen plan de entrenamiento, con tiempos con los que estoy bastante satisfecho, y un volumen de trabajo entiendo que también adecuado, mi idea es aproximarme a las 3 horas y 30 minutos. No me cito con ellas desde que en el año 2014 hice en París 3h27'23''; y desde entonces la cosa no ha sido demasiado buena: Zaragoza 2016 (3h40'06''), Estocolmo 2017 (3h47'55'') y el desastroso Jaén en pista 2018 -la peor marca de mi vida- (3h56'01'').
A ver si la tercera edición del maratón de Alcalá de Henares me regresa a la senda de los buenos tiempos, me acerco a esas tres horas y media, e incluso a mi mejor marca en la distancia que, con 3h25'10'', es del año 2012 en Sevilla. Y a ello estoy seguro contribuirá la liebre de lujo que llevaré: mi cuñao el granaíno. Pese a tener mucho mejor marca que yo, sacrifica -otra vez- su carrera por echarme una mano en intentar conseguir mi objetivo. Solamente por eso tengo la obligación moral de darlo todo... y esa es mi intención.
Son las ideas que me pasan por la mente echando la vista atrás a estas últimas 12 semanas, y también mirando a los dos próximos días.
Mi maratón número 15 está a la vuelta de la esquina. Alea iacta est.
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