jueves, 8 de noviembre de 2018

Tosar, un gran James Bond al servicio de Su Majestad

No recuerdo antes de qué otra película vi el trailer de La sombra de la ley, pero sí tengo claro que me llamó tanto la atención, que a los pocos días estaba en la sala de cine donde la proyectaban.
Yo esperaba algo parecido a Los intocables de Eliot Ness, es decir, la eterna lucha entre policías que hacen bien su trabajo contra colegas corruptos, y por supuesto contra mafiosos, contrabandistas, asesinos... los malos. Y no sólo encontré eso sino mucho más.
La trama se desarrolla en la Barcelona de la España del año 1921. La situación social es tremendamente convulsa, y aunque no sé si la historia se basa en un hecho real, lo cierto es que hablamos del reinado de Alfonso XIII con una forma de gobernar más próxima a la dictadura que a la democracia, y con los militares teniendo un gran protagonismo prácticamente en todas las instituciones. De hecho, el gobernador civil de Barcelona en la película es un militar; y éste ha dado un ultimátum al comisario de la policía: o encuentra en 48 horas a los autores del asalto a un tren militar cargado de armas, o saca el ejército a la calle. Los principales sospechosos son los anarquistas, y no se quiere que puedan estar armados ante la inminente rebelión popular que se masca en al ambiente, con una población cada vez menos próxima al régimen establecido, y en consecuencia cercana a un cambio de la situación cuya opción más viable es unirse a las prácticas anarquistas.
Luis Tosar encarna el papel de Aníbal Uriarte, un polícia de Madrid que llega a Barcelona para ayudar en el esclarecimiento del robo. Pero Aníbal no sólo tiene enfrente a los bajos fondos de la ciudad, sino también a un buen número de policías corruptos cuyo principal interés es el propio.
En este contexto Uriarte empieza a hacer cosas raras, sorprendentes tanto para sus compañeros como para el propio espectador. Es como si su personaje escondiese algo, o igual es sólo una apreciación personal.
Me resulta tremendamente atractiva tanto la historia en sí, como su desarrollo, y especialmente las muchas dudas y contradicciones que debe afrontar nuestro héroe, Aníbal, ante una situación social complejísima donde buenos y malos hay en todos los bandos.
Uriarte viene a ser algo así como nuestro James Bond al servicio de Su Majestad, o el Capitán Alatriste de principios del siglo XX. Su lealtad al país no es cuestionable. Otra cosa es que no sepamos muy bien, o no esté perfectamente claro, qué significa eso, la lealtad al país. 
La película es un más que claro ejemplo de las sombras, y también las luces, que ha habido en el pasado, que hay en el presente, y que seguro siempre habrá en torno a la ley.

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