viernes, 14 de marzo de 2008

Correr y correr

Ayer fui a correr para cumplir con un plan de entrenamiento que me marca cuatro salidas a la semana. Al llegar a los viales que unen el Bulevar con el polígono industrial de Los Olivares hubo algo que me llamó la atención: había un coche aparcado en zona de nadie, es decir, ni en las calles habitadas ni en la parte industrial. Además, eran las 6,45 de la mañana. Pero no reparé más en él hasta que llegué a su altura. Y lo hice porque tenía los cristales empañados y alguien, en el interior, estaba tumbado boca abajo y moviéndose muy rápidamente, como si hiciera flexiones.

Entonces recordé lo que me ocurrió el pasado 12 de octubre. Salí a rodar pero en esa ocasión por la Vía Verde. Eran aproximadamente las 9 de la mañana, y el elemento sorprendente fue, de nuevo, un coche. Estaba justo a la entrada de la Vía. Pero lo que más me sorprendió es que el chaval del interior me miraba con unos ojos tan abiertos que parecía que se le iban salir de las órbitas. Al sentirme observado, casi vigilado, me sentí en la obligación de defenderme. Clavé mi mirada en el chico del interior del coche, y su mirada, fijísima en mí, no era lo único llamativo de la situación. Estaba sentado en el asiento del conductor, aunque su cabeza descansaba en el respaldar del copiloto. Postura extraña, no se movía, mirada –más que fija en mí- parecía perdida…. ¿Le habrá dado un infarto? ¿Estará muerto? ¡¡¡!!!

La explicación fue, una vez más, la más simple. Al acercarme distinguí una cabeza que subía y bajaba frenéticamente a la altura de su entrepierna.

Todo esto me hace llegar a la conclusión de lo perra que es la vida para la gente a la que le gusta correr… cada uno en su disciplina.

No sé si sería interesante que las administraciones habilitaran un picaero, pero estoy seguro de que estaría siempre lleno. A lo mejor nos suena ahora a chiste, pero las tendencias van por ahí. En Ámsterdam, por poner un ejemplo y sin ir más lejos, el Ayuntamiento permitirá a partir del verano que estos deportistas puedan dar rienda suelta a su afición en los parques aunque, eso sí, sólo por la noche.

¿Y qué pasa con quienes practicamos atletismo en Jaén? ¿Y fútbol? ¿Y pádel? ¿Y balonmano?... ¿Y… vamos, cualquier deporte.

Las instalaciones deportivas brillan por su ausencia, a pesar de que algunos esgriman con brío impresionantes planes de inversión que pondrán esto patas arriba. Menos samba y más trabaillar.

Pero la culpa no es de nuestros dirigentes sino de quienes permiten que estén y sigan en sus puestos. Si Jaén ya está atrasada, y mucho, con respecto a cualquiera en cualquier cosa,… en lo deportivo clama al cielo. Pero, ya digo, no es que los políticos actúen mal; ellos hacen simplemente más o menos en función de lo que les aprieta el zapato, y en este sentido Jaén es campo abonado para el brindis al sol.

Por suerte, o por desgracia, cada uno tiene lo que se merece.

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