-José Amador Cámara Anguita.
-¡Votó!
He querido empezar así este Catite porque he votado hoy, hace tan sólo unas horas. Tengo que reconocer que siempre me ha gustado eso de acudir a la urna y depositar el sobrecito. Vas con cierto regustillo y un poquito de hormigueo en el estómago, y cuando dejas tu voto te da una gran satisfacción por lo grande que eres. No te digo nada cuando el presidente te deja a ti echar el sobre...
En esta ocasión he votado por correo. Ha sido la primera vez en mi vida. He acudido a Correos y la cosa ha sido distinta, muy distinta a lo del día de las elecciones. A mí me gusta eso de que el presidente diga en voz alta José Amador Cámara Anguita. ¡Votó!.
Pero lo de Correos es otra historia. Y eso que la chavala que me ha cogido el sobre era apañá, pero cuando le he dicho si no hacía algún tipo de simulación de meter el voto en la urna, con solemnidad, dando cierto caché al momento, que hiciera como si fuera jornada electoral, y dijera la dichosa frasecita... me ha mirado mal, o al menos raro. ¡Qué le vamos a hacer!
Pierde mucho de su pimienta lo de votar así. Además, ya digo que es la primera vez que lo hago. Un año solicité el voto por correo. Fue en mi pueblo y, como os podéis imaginar, no me llegaron los papeles para poder ejercer este derecho. Lo peor de todo es que cuando pides votar de esta manera, ya no puedes hacerlo el día de las elecciones, hayas enviado el voto, o no. A mí me fastidió lo de no poder votar, pero fui al colegio electoral y como el presidente era un amiguete, Guevara hijo, y como el presidente tiene potestad para hacer lo que quiera ese día, o casi, le dije que quería votar y lo que había pasado. Él lo aceptó con la condición de que si llegaba el voto por correo a mi nombre, no se contaría. Aceptaron el resto de los integrantes de la mesa... y yo. Por fin pude votar. Aquello sí tuvo salsilla. Lo de hoy, mucha menos.
Por cierto, ha sido mi voto más currado. He llegado incluso a leerme varios programas electorales de principio a fin. Lo ideal hubiera sido comparar unos y otros, pero eso ya es demasiado. Al final creo que no he votado mal. No es una opción que me convenza al 100%, pero eso creo que es casi imposible para todo el mundo. Hay que elegir aquel que más se aproxime a lo que piensas y quieres. Ya digo, tras muchas horas de lectura, bastantes momentos dedicados al análisis, y la toma de decisión final... me siento bien... hasta que salgo de Correos y pienso ¿me habré equivocado? ¿no debería haber votado a este o a aquel?... ¡Qué agobio!
Lo hecho, hecho está. Ojalá ganemos... aunque no lo creo.
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