El pasado 5 de abril publicaba en este espacio un Catite de los que más me gustan: con muchas incógnitas. Eran, en concreto 3, que por cierto me comprometía a desvelar.
UNA ya se ha cumplido. La marca de aceite con la que Dylan promocionaría nuestro principal sector productivo durante su concierto en la capital. “Empieza por N y acaba por A”, adelanté. Y la utilizada finalmente fue “NINGUNA”.
La SEGUNDA incógnita, también cumplida ahora, rezaba así: “Otra de dinero. Un concejal, aficionado últimamente al género epistolar, se ha cabreado y mucho cuando, a pesar de ser –en teoría- quien más manda sobre los euros, le ha pedido a alguien de dentro –que es quien los tiene pero en la cera de enfrente- que le envíe una cantidad de siete cifras y éste, el socio, le ha remitido a Rita la Cantaora”. Era –desvelo- el incombustible Martínez Plaza. En su afán por cuadrar los presupuesto y tener liquidez para hacer cosas pidió a Somuvisa –uno de los dos que tienen dineros en el Ayuntamiento- varios millones de euros. Pero la respuesta del socio (¿?) de gobierno fue clara: NO. Ahí empezó a gestarse la pequeña-gran gota que finalmente rebosó el vaso y dio con el capitán fuera del barco. Martínez Plaza se va.
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