Gomorra (Círculo de Lectores, 2009) aúna dos de mis pasiones: el periodismo -que aquí es llevado hasta el extremo de poner la vida misma en peligro- y la mafia italiana -que tengo idealizada desde que hace unos años descubrí, gracias a mi hermano, El Padrino-. Por ello, y nada más saber que la obra de Roberto Saviano se había editado en España, no dudé en hacerme con ella a modo de regalo, un regalo muy especial con una dedicatoria más especial todavía.
Me esperaba otra cosa, algo parecido a The Godfather, pero me he encontrado la pura y dura, durísima realidad de la industria del crimen italiano cuya alargada sombra llega a los cinco continentes a través de extorsiones, crímenes, amenazas, redes ilegales... y en sectores productivos que no se limitan únicamente a las armas o las drogas, sino que también tienen florecientes negocios en el mundo de la construcción, ropa, zapatos, bebidas, distribución de alimentos, residuos tóxicos, hostelería, y un largo etcétera que parece no tener fin. No sé si he captado lo que Saviano ha intentado transmitir, pero la imagen que tengo de Italia a día de hoy está marcada por una mafia que lo inunda todo, de tal manera que los boss campan a sus anchas en todos sitios y a todas horas. Es precisamente para acabar con ese así son las cosas, y así deben seguir siendo por lo que Roberto Saviano ha escrito este libro. Un tipo que desde dentro del Sistema lo desmenuza con tanto detalle de nombres de personas, actividades ilícitas, lugares, fechas, negocios... que no ha conseguido más que poner precio a su cabeza.
Gomorra viene a ser un signo de rebeldía contra esa corrupción generalizada, contra ese estado mafioso que gobierna no sólo Italia sino otros muchos países, o al menos tiene gran presencia. Poder al que, salvo contadas actuaciones policiales, nadie se atreve a hacer frente. Roberto Saviano sí le planta cara aquí y ahora, al igual que una maestra -cuyo caso nos cuenta- que se atrevió a declarar como testigo, como único testigo de entre un centenar, de un asesinato de la mafia. Los dos han dado el paso al frente, y a los dos les ha cambiado la vida para peor, para muy peor. Lo mejor de todo es que lo hacen siendo conscientes de que ponen su vida en peligro, pero de no ser así, de no empezar a poner freno -aunque sea granito a granito y de la manera más humilde que se puede como protagonista anónimo de la Historia- nada cambiará. Y ya es hora de que vaya cambiando.
Roberto Saviano nos muestra la realidad de la mafia a través de una obra que, en muchas ocasiones, da la impresión de ser un compendio de reportajes periodísticos que, en lugar de editarse en papel periódico, se ha hecho a modo de libro.
Los casos son tan ilustrativos, el detalle es tan preciso, las pruebas son tan contundentes, que es imposible que a cualquier lector decente no le de asco la industria del crimen cuyo único fin es... GANAR DINERO. Sólo eso, ganar dinero a costa de todo y de cualquiera.
Al principio se ve vino abajo el mito de El Padrino, pero una vez concluido el libro, y tras la conversación mantenida en este sentido con otro amante de la mejor película de la Historia (Javier Nieto), creo que The Godfather no sólo supera a lo que ahora hay, sino que se encuentra a años luz. Actividad ilegal, efectivamente, y despreciable como la que más, pero totalmente respetables los códigos de honor de unos tipos, los Corleone, que ya quisieran muchos acercase a ellos, si quiera, de lejos.
Me esperaba otra cosa, algo parecido a The Godfather, pero me he encontrado la pura y dura, durísima realidad de la industria del crimen italiano cuya alargada sombra llega a los cinco continentes a través de extorsiones, crímenes, amenazas, redes ilegales... y en sectores productivos que no se limitan únicamente a las armas o las drogas, sino que también tienen florecientes negocios en el mundo de la construcción, ropa, zapatos, bebidas, distribución de alimentos, residuos tóxicos, hostelería, y un largo etcétera que parece no tener fin. No sé si he captado lo que Saviano ha intentado transmitir, pero la imagen que tengo de Italia a día de hoy está marcada por una mafia que lo inunda todo, de tal manera que los boss campan a sus anchas en todos sitios y a todas horas. Es precisamente para acabar con ese así son las cosas, y así deben seguir siendo por lo que Roberto Saviano ha escrito este libro. Un tipo que desde dentro del Sistema lo desmenuza con tanto detalle de nombres de personas, actividades ilícitas, lugares, fechas, negocios... que no ha conseguido más que poner precio a su cabeza.
Gomorra viene a ser un signo de rebeldía contra esa corrupción generalizada, contra ese estado mafioso que gobierna no sólo Italia sino otros muchos países, o al menos tiene gran presencia. Poder al que, salvo contadas actuaciones policiales, nadie se atreve a hacer frente. Roberto Saviano sí le planta cara aquí y ahora, al igual que una maestra -cuyo caso nos cuenta- que se atrevió a declarar como testigo, como único testigo de entre un centenar, de un asesinato de la mafia. Los dos han dado el paso al frente, y a los dos les ha cambiado la vida para peor, para muy peor. Lo mejor de todo es que lo hacen siendo conscientes de que ponen su vida en peligro, pero de no ser así, de no empezar a poner freno -aunque sea granito a granito y de la manera más humilde que se puede como protagonista anónimo de la Historia- nada cambiará. Y ya es hora de que vaya cambiando.
Roberto Saviano nos muestra la realidad de la mafia a través de una obra que, en muchas ocasiones, da la impresión de ser un compendio de reportajes periodísticos que, en lugar de editarse en papel periódico, se ha hecho a modo de libro.
Los casos son tan ilustrativos, el detalle es tan preciso, las pruebas son tan contundentes, que es imposible que a cualquier lector decente no le de asco la industria del crimen cuyo único fin es... GANAR DINERO. Sólo eso, ganar dinero a costa de todo y de cualquiera.
Al principio se ve vino abajo el mito de El Padrino, pero una vez concluido el libro, y tras la conversación mantenida en este sentido con otro amante de la mejor película de la Historia (Javier Nieto), creo que The Godfather no sólo supera a lo que ahora hay, sino que se encuentra a años luz. Actividad ilegal, efectivamente, y despreciable como la que más, pero totalmente respetables los códigos de honor de unos tipos, los Corleone, que ya quisieran muchos acercase a ellos, si quiera, de lejos.
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