En esto del correr pasa como en la vida misma, es decir, un día estás fatal y al siguiente hecho un toro. Si hace dos domingos casi la palmo de la panzá de correr que me pegué, este último domingo acabé pletórico cuando mi participación en los diez kilómetros de Armilla -primera prueba del Gran Premio Diputación de Granada- se culminó con una media de 4,09 minutos por kilómetro. Mi mejor marca, y además con cierta solvencia. Incluso hay otros puntos interesantes que me sirven para subir la moral tales como que sólo me ganaron tres mujeres, o que quedé entre el 15% de los primeros llegados a meta.
Esto hace que afronte estas dos semanas previas al maratón (Sevilla, 19 febrero) con muchos ánimos porque me he demostrado a mí mismo que es posible. Ahora sólo falta rematar el tema con entrenamientos dimensionados y más o menos constantes, con otro día clave en este domingo donde haré a un ritmo tranquilo unos 20 kilómetros.
En ese momento ya estará todo decidido, y sólo restará ponerme en manos de Pili, mi fisio, para que me deje listo pal tostaero con una masaje de descarga... de escándalo. Ya tengo día y hora.
A pesar de todo, lo de correr un maratón sin prácticamente preparación me sigue pareciendo una locura; pero, como digo, a pesar de ello y cuando aún no he corrido el de Sevilla, ya estoy planteando otro, e incluso otros, para este año.
Ya os iré contando.
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