lunes, 20 de febrero de 2012

Objetivo Sevilla (VI): ¡¡¡MILAGRO!!!

Para que luego haya gente que diga que los milagros no existen. Yo vi uno ayer, en Sevilla. En el maratón. Y para más inri, se obró en mí mismo.
Y es que de no existir los milagros, lo que me ocurrió en la carrera tiene difícil explicación. Sabéis que llevado por la euforia del Maratón de Valencia (pasado mes de noviembre) donde no sólo bajé de las 3h30' (mi gran objetivo) en los 42,195 kilómetros sino que lo hice con solvencia al parar el reloj en 3h26'08''... digo que llevado por esa euforia, me lié la manta a la cabeza y me apunté al Maratón de Valencia, que tuvo lugar ayer.
El problema no era correr dos maratones en apenas tres meses, cuando yo suelo correr un maratón al año. Lo complicado estaba en que, tras Valencia, mi entrenamiento ha sido básicamente aceitunero, es decir, simplemente no he corrido porque los fines de semana me iba a la aceituna. Cierto que como este año la recogida ha acabado antes de lo habitual, he tenido unas semanillas para hacer unas tiradas más o menos largas, pero las sensaciones no eran ni mucho menos buenas cuando, después de un entreno de 28 kms, casi me da un infarto.
Acudí a Sevilla más por cabezonería que por otra cosa, y aunque yo decía que mi objetivo era bajar, por segunda vez en mi vida, de 3h30', en el fondo sabía que iba a ser casi imposible. De ahí que para mis adentros lo que pretendía era simplemente pasármelo bien corriendo mi primer maratón en una de las ciudades que más me gusta (es el sexto maratón de mi vida).
Sin embargo corrí bastante bien, me sentí muy cómodo, me encantó el recorrido, la gente animó muchísimo, yo no me dejé llevar por la euforia inicial y desde el primer momento mantuve el ritmo objetivo y al final, ya digo, ¡¡¡MILAGRO!!!. No me afectó el muro que tan duramente me golpeó hace dos años en Málaga (llegó en el kilómetro 25 y pase los últimos 17 kilómetros malísimos) o el año pasado en Valencia (llegó más tarde, en el km 37, y no sufrí tanto). No me vine abajo, mantuve el ritmo, y finalmente bajé mi mejor marca al llegar a meta con un marca real de 3h24'57'' y un tiempo oficial de 3h25'10''.
Estoy encantadísimo. Y las zapatillas, las NB 1080, también cumplieron a la perfección.
Por cierto, desde aquí un saludo a mi cuñao, el granaíno, que por primera vez en su vida -y eso sí que es joío- ha bajado de 3h00'.

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