domingo, 24 de julio de 2016

Running: una filosofía de vida

Encontrar en una sociedad tan competitiva como la nuestra la obra Vámonos 42 (Rafael Ángel Aguilar Sánchez. Edición de autor. Sevilla. 2015) me sabe a soplo de aire fresco.
Rafa -compañero de facultad, ahora colega en esto del periodismo, y en su día miembros del mismo equipo en una de las cosas más interesantes que he realizado en mi vida- nos cuenta su experiencia a la hora de afrontar un reto tan importante como correr su primer maratón (42,195 kms).
Cordobés de nacimiento, sevillano de infancia y juventud -y algo más-, su primera cita con la distancia de Filípedes no podía ser otra que el maratón de Sevilla. Rafa nos transmite a lo largo de 91 páginas (es cortito y se lee rápido) sus sensaciones y experiencias en los duros meses de preparación, y también en el día tan deseado del encuentro con "la madre de todas las pruebas".
Vámonos 42 podría ser un diario, pero no lo es. Podría ser un plan de entrenamiento, pero tampoco lo es. Si alguien espera un libro de batallitas, no lo encontrará. Vámonos 42 no es nada de esto, pero contiene de todo esto.
El hilo conductor de la obra es correr un maratón, el primero, el de Sevilla. Eso ya tiene una carga sustancial de importancia. Pero en torno a este eje central encontramos pequeños afluentes de emoción, sacrificio, pasión, sufrimiento, mentiras piadosas, superación, amistad, familia, salud, trabajo, viajes... incluso algún puntito de sexo, y también creo haber encontrado un canto de amor platónico.
Esto del correr no podemos considerarlo algo aislado. Va completamente unido a nuestro quehacer diario. Cuanto ocurre en el entrenamiento afecta a nuestra otra vida (la que conforma la familia, el trabajo, el ocio, etc). Es más, una de las caras de esta doble vida que vivimos nos sirve como vía de escape de la otra, y viceversa. De ahí que el running no sólo sea machacar kilómetros y zapatillas, sino que es "una forma de vida, una filosofía, una religión si me apuras, una forma de estar en el mundo", como muy acertadamente recoge Rafa, y a la que tanto él como sus compañeros de fatigas se refieren con el grito de ¡¡Vámonos!!.
El libro me atrae porque lo ha escrito Rafa. También por lo que os he contado de su contenido. Pero para mí tiene un especial tirón aquello que apunté al principio: veo un punto de rebeldía contra esta sociedad caníbal y egoísta en la que lo único que vale es ganar y anular al contrario (no es nuevo porque hasta ABBA nos lo decía con aquel The winner takes it all): subir, destacar, estar en lo alto de la cadena alimenticia de nuestro ego...
Pues no. Rafa nos propone otra cosa. Él es un corredor modesto, con tiempos propios de un principiante que poco a poco va mejorando. Y sin embargo vive su pasión del correr, la superación de sus metas (que en ocasiones son simplemente hacer compatible el trotar un rato con el horario del trabajo) como si fuese el recordman mundial de maratón. Y yo me siento identificado con él.
¿Por qué el ganar tiene que significar tener más dinero, reconocimiento social, prestigio profesional, posesiones materiales...? Quizá el verdadero vencedor es aquel que así se siente consigo mismo sin necesidad de hacerlo público y notorio, y sin esperar que otros tengan que decírselo. Es un estadio de ánimo, algo interior más poderoso que todo el oro del mundo, y que nadie puede derribar sino uno mismo.
Acabo. 
Nos dice Rafa que "El running es un poco eso: estar solo en medio de más soledades. Creo que es una soledad no melancólica sino constructiva, edificante y saludable". ¡Qué bien lo has dicho, chaval! Y en relación con este párrafo de Vámonos 42, acabo con este otro muy ejemplarizante en relación a esta última idea: 

"Corro. Corro y pienso. Corro y rezo. Corro. Corro y estoy contigo. Pienso en ti. Y en ti. Y en ti. Y otra vez en ti. Corro y hago memoria. Pido disculpas, mando abrazos, doy las gracias. A los amigos que tengo, a los que tuve, a los que no veo nunca, a los que se marcharon para siempre, a los que me entendieron, a los que no lo hicieron, a los que volvieron, a los que están siempre ahí aunque no hablemos casi nunca. Pienso en mi hermana, en mi madre, en mi padre, en la bici morada que lleva grabado su nombre y el mío en el cuadro de metal".

Me ha parecido genial porque es una situación que vivo a diario. Aunque yo, Rafa, he llegado a hablar con el papa actual y nuestro anterior Rey. ¡¡Jejeje!!

Enhorabuena, amigo. Ya eres inmortal. 

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