En más de una ocasión hemos tratado el dicho de que "segundas partes nunca fueron buenas". Lógicamente hay excepciones a esta norma, y de hecho contamos con ejemplos de que la segunda parte de algo (película, libro...) es mejor que la primera.
En esta "La Guerra del Planeta de los Simios" protagonizada por César hay que tirar de tópico porque si la segunda entrega de esta nueva trilogía en torno a la rivalidad entre hombres y simios era mala, la tercera parte que se estrenó hace unos días es peor todavía.
Lo que más me molesta es que estuvo bastante acertada la forma en afrontar el clásico de otra manera, pero se han dejado ir por algún no sé qué que lo ha ido estropeando todo.
Es más, esta tercera parte empieza con muy buena pinta, pero el argumento se pierde en el camino, priorizándose sobre la principal historias que deberían ser secundarias, y que sin embargo alcanzan tanto protagonismo que llega un momento en el que no sabes qué es lo que estás viendo.
Eso te hace perder el interés sobre una historia donde hay guerra, honor, venganza, liderazgo, lealtad, tradición, locura... y que de haber sido bien aliñados todos estos ingredientes hubiésemos obtenido un plato digno del mejor restaurante; sin embargo nos ha quedado algo que no superaría ni la primera ronda del Máster Chef menos exigente.
En esta "La Guerra del Planeta de los Simios" protagonizada por César hay que tirar de tópico porque si la segunda entrega de esta nueva trilogía en torno a la rivalidad entre hombres y simios era mala, la tercera parte que se estrenó hace unos días es peor todavía.
Lo que más me molesta es que estuvo bastante acertada la forma en afrontar el clásico de otra manera, pero se han dejado ir por algún no sé qué que lo ha ido estropeando todo.
Es más, esta tercera parte empieza con muy buena pinta, pero el argumento se pierde en el camino, priorizándose sobre la principal historias que deberían ser secundarias, y que sin embargo alcanzan tanto protagonismo que llega un momento en el que no sabes qué es lo que estás viendo.
Eso te hace perder el interés sobre una historia donde hay guerra, honor, venganza, liderazgo, lealtad, tradición, locura... y que de haber sido bien aliñados todos estos ingredientes hubiésemos obtenido un plato digno del mejor restaurante; sin embargo nos ha quedado algo que no superaría ni la primera ronda del Máster Chef menos exigente.
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