Me apetecía ver La forma del agua, y cuando lo hice no me arrepentí. Aunque escribo ahora este catite sobre la película, disfruté de ella antes de la gala de los Oscars. Prácticamente nunca suelo coincidir con los gustos de los académicos, de ahí que cuando supe que la cinta estaba nominada a 13 Oscars, me dio miedo.
Al final sólo se llevó cuatro premios (película, director, diseño de producción, y banda sonora), y respiré más tranquilo. Aunque me quedó mi cosilla porque consiguió dos de las estatuillas más preciadas.
La forma del agua es la versión de Guillermo del Toro de la vieja historia de la bella y la bestia. La trama se sitúa en plena guerra fría de mediados del siglo XIX cuando los estadounidenses llevan hasta un laboratorio secreto una especie de monstruo que han encontrado sabe Dios dónde.
Entre prueba y prueba científica y no tan científica de la criatura, una de las limpiadoras del complejo -Elisa, interpretada magistralmente por Sally Hawkins- (la protagonista de la película) entabla una estrecha relación con el bicho... y voilá: Bella y Bestia. A partir de ahí encontramos una historia de amor-odio-espionaje que en ocasiones raya el esperpento, pero quizá sea esa la intención del director: llevarnos a un extremo para hacernos ver algo.
Muy en la línea de El laberinto del fauno, la imaginación lo inunda todo, aunque a mí me da la sensación de que en esta historia hay más bestias de lo que parece a primera vista.
Elisa tiene una vida solitaria, marcada por una limitación física que la lleva a un mundo paralelo al real en el que sólo se relaciona con otras personas de su estilo. Vidas marginadas que finalmente se rebelan contra el mundo que debe ser porque no están de acuerdo con él.
¿Son los monstruos anónimos de nuestra sociedad que se identifican con esa cosa a la que todos consideran monstruo, y por ello consiguen con la bestia una conexión brutal que va más allá de las apariencias o de los convencionalismos superficiales?
Octavia Spencer (actriz secundaria de lujo en el panorama cinematográfico mundial), compañera de trabajo de Elisa, es quien mantiene -o al menos lo intenta- unida a Elisa al mundo real; aunque por mucho que se lo propone, difícilmente lo consigue.
Final sorprendente para una historia... sorprendente.
Hace ya unas semanas que se estrenó, y quizá no esté en demasiados cines. Pero seguro que si os lo proponéis, podéis verla. Yo lo intentaría.
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