domingo, 3 de marzo de 2019

Señores/as taxistas: ¡¡ASÍ NO!!

No soy un usuario habitual del taxi; ni siquiera esporádico. Prácticamente nunca lo utilizo, y cuando lo he hecho (muy de vez en cuando) ha sido por alguna situación extraordinaria y poco usual en mi vida diaria.
Haciendo memoria, recuerdo que lo cogí hace unos años cuando realicé un crucero, y al puerto el único transporte público que llegaba era el taxi. En alguna ocasión lo he usado para ir/venir de la Feria de San Lucas en Jaén. Ni siquiera cuando he viajado fuera de mi ciudad o de España he usado el taxi; siempre me he decantado por otros servicios públicos como el metro o el tren de cercanías. En otros países, como vamos en avión, he contratado desde España una furgoneta con conductor que nos recogía en el aeropuerto (íbamos como mínimo 4 personas) y nos trasladaba al hotel, y también realizaba el servicio de vuelta.
El motivo principal de mi casi nulo uso del taxi es que no entendí nunca, ni entiendo, que alguien ofrezca un servicio sin informar previamente al usuario cuánto le va a costar. El hecho no me cuadra de principio, y si a ello le sumamos casos de taxistas que en lugar de tomar la ruta más rápida y por tanto barata, han dado alguna vueltecita de más para que la ganancia fuera superior... digo que por todo esto siempre he evitado usar el taxi.
Este fin de semana he estado en Valencia, y me surgió la necesidad de desplazarme a una distancia considerable desde donde me alojaba. En lugar del taxi pensé usar un VTC. Últimamente se habla mucho de ellos, y opto por utilizarlo especialmente para ver cómo va eso. Por consejo de algún usuario me decanté por Uber. 
La experiencia fue magnífica: de antemano sabes el precio; en la app lo tienes localizado, y sabes por dónde viene; el vehículo llega en apenas dos-tres minutos;  compruebas que es el gps quien marca el recorrido -siempre el más rápido-; pagas sin necesidad de utilizar efectivo ni sacar tarjeta alguna... y aquí me quedo. No voy a entrar a valorar otras cosas. Limito mi satisfacción a algo tan simple como esto: información = comodidad.
Cuatro personas realizamos el trayecto de ida y vuelta (cogimos dos Uber) por apenas 15 euros, es decir, algo más de 3,5€/persona: casi más barato que el autobús urbano.
He quedado encantado con el servicio, muy distinto a esa espera desesperante cuando el taxi al que has llamado no llega y no sabes cuánto tardará; o ese dolorcillo de barriga que surge cuando nada más montarte compruebas que el taxímetro marca equis euros, y tú empiezas a usarlo en ese momento; el taxímetro sigue subiendo, temes algún atasco, lamentas ese semáforo que se pone en rojo cuando te toca pasar a ti....
Con el VTC, nada de eso. 
¿Por qué un VTC, que está recién llegado, puede ofrecerte el mismo servicio con una mayor comodidad/información, y el taxi no?
En estos pensamientos estaba yo mientras circulábamos ya de vuelta, confirmándome que a partir de ahora era un servicio que iba a usar más porque evitaba la incertidumbre que siempre me ha ofrecido un taxi... cuando veo que el conductor baja mi ventanilla. Estamos parados en un semáforo, un taxi conducido por una mujer se ha parado a nuestra altura, y la conductora le está diciendo algo al conductor de mi VTC. Él, amablemente, baja la ventanilla -después me lo explica- "por si me estaba avisando de que llevaba el maletero abierto o algo así".
Sin embargo la ventanilla se cierra rápidamente porque lo que está haciendo la taxista es insultarlo acusándolo de "ser un pirata", de "quitarle el trabajo"... y una serie de cosas más que evito reproducir aquí. 
Mi sorpresa es grande por la situación, pero se incrementa cuando compruebo que el taxi va con clientes. Y la conductora no ha dudado en provocar una situación incómoda para mí, y supongo que también para sus clientes; de hecho, a mí me pasa eso, y le pido a la taxista que pare allí mismo porque me bajo. 
Los insultos y el vocerío continúan hasta que el semáforo se abre y los coches se separan. En esos segundos me he sentido incómodo tanto por mí como por mis acompañantes, y también por el conductor (él me dice que está acostumbrado, y que no pasa nada mientras no lleguen a la agresión física como casi le ocurrió hace unos días a una compañera). Para evitar el bochorno he desconectado de los insultos, pero cuando todo ha pasado mis compañeros de viaje me dicen que la taxista también nos ha insultado a nosotros por usar ese servicio. Me parece el colmo.
El conductor del VTC quita hierro al asunto y dice que no le demos importancia, que esas situaciones sólo las protagonizan el 10% de los taxistas de Valencia, esto es, quienes tienen licencia en propiedad porque "el resto son asalariados como nosotros, y lo entienden".
¿Os imagináis a los propietarios de Mercadona insultando a los clientes que entran al masymas, o al revés? ¿O a un comercial de Movistar haciendo guardia a las puertas de establecimiento de Vodafone para que nadie entre, o al revés?
Me parece, señores y señoras taxistas, que estáis equivocando vuestra estrategia. Me pongo como ejemplo. Yo, que prácticamente jamás soy usuario de un servicio de taxi/VTC, tras mi experiencia en Valencia me he propuesto usar el VTC de forma más habitual, a la vez que he reforzado mi rechazo al taxi.
Y acabo con una máxima empresarial: "Si no cuidas de tus clientes, otros lo harán por ti".

No hay comentarios :