El cambio de formato no es lo único nuevo. Su carácter reivindicativo, marcado hasta la médula por lo político, pasa a un tercer plano. Es más, pretendo que El Catite sea una zona libre de política. Bastante protagonismo ha tenido ya. Esa es la intención, aunque seguramente resulte imposible evitar alguna puntada de vez en cuando. Precisamente por eso, para no desviarme demasiado del camino correcto he contratado a un censor: Juan. Conocerá el contenido de estos escritos cuando se publiquen en la red. No antes. Después tendrá voz para deshacer entuertos, dar tirones de orejas, llamar la atención sobre patas metidas hasta el corvejón, o, por supuesto, agasajar con las siempre bienvenidas palmaditas en la espalda. Es Juan Grillo y su trabajo será el de limpiar, fijar y dar esplendor.
No doy de lado a la política porque la considere negativa en sí misma. Todo lo contrario. Creo que es una de las artes más apasionantes y nobles de cuantas existen. Lo que fallan son los artistas. Por ello, y dado que mi vertiente creativa en este sentido no existió casi nunca, cultivaré otros campos. Unos personales, muy personales, otros menos próximos, incluso tal vez El Catite recorra caminos lejanos, ya veremos, pero siempre habrá un nexo común: el interés. Creo que ya tenemos una edad como para dejarnos de soplar gaitas, de no perder el tiempo más de lo estrictamente necesario. Mirémonos el ombligo, seamos egoístas, hagamos de nuestra capa un sayo y dediquemos nuestros ejércitos a plantear y ganar, en la medida de lo posible, guerras y batallas sobre aquello que nos afecta. Nosotros, sólo nosotros, y nuestras circunstancias. A partir de ahí que cada cuál defina su entorno.
Comencemos con un brindis. Salud por los que están y también por los que faltan.
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