lunes, 2 de junio de 2008

El director-político, o al revés

En el Instituto de Enseñanza Secundaria Santa Teresa, del Polígono del Valle, había problemas. La biblioteca tenía el techo apuntalado, y la entrada a la habitación estaba prohibida por si caía algún cascote. El portero del edificio también se quejaba de la situación de su vivienda, integrada en el propio instituto.

Utilizando alguna artimaña intentamos entrar para grabar, pero fue imposible. Nos resignamos a irnos sin más, sobre todo porque habíamos grabado también un impresionante boquete que había en la parte trasera del edificio, y que dejaba al descubierto los pilares. Se veía desde la entrada al Sebastián Barajas, y tenía muy mala pinta, pero nos dijeron que todo estaba controlado y que no había riesgo para nadie salvo en la zona afectada.

Al día siguiente me desayuno con una foto de la famosa biblioteca en un periódico local. Cabreado, y tras hablar con mi jefe, vamos de nuevo a protestar ante el director del centro que el día anterior ni siquiera nos pudo recibir. O entramos todos, o ninguno. ¿Qué es eso de seleccionar medios? El hombre entendió mi enfado y amablemente nos dejó grabar. Se disculpó porque no sabía cómo podían haber tomado la fotografía; insistió en que él no dio permiso, pero como el mal ya estaba hecho, nos permitió tomar imágenes. (Después hablé con el fotógrafo en cuestión y me contó su truquillo. Por cierto, siempre que lo he utilizado, ha dado resultado).

El director, amabilísimo, nos acompañó en todo momento con una excesiva –en mi opinión- timidez, como si quien hubiera venido a visitarme fue él a mi, en lugar de estar yo en su casa. La biblioteca tenía una mala pinta impresionante, y pese a recordar mientras grabábamos que no había peligro, lo cierto es que unos días después –y van seis años- el Santa Teresa cerró sus puertas y nunca más volvió a ser utilizado como centro escolar por peligro de derrumbe. Allí está todavía, en pie, o medio.

El otro día volví a ver al director. Estaba en el pleno del Ayuntamiento y defendía, como máximo responsable del área de Hacienda, las cuentas de la capital para el año 2008. Casi 300 millones de euros. Ahí es nada. Menos tímido que entonces, pero poco. Más convincente que entonces, pero poco.

Ojalá Martínez Plaza tenga más suerte al gestionar esta crisis que la otra. Sobre todo por lo que nos toca a todos.

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