A finales de los 80 y principios de los 90 el Rey de la radio matinal en nuestro país era un tal Luis del Olmo, a quien prácticamente nunca he seguido; mientras, la noche estaba dominada –y de largo- por alguien llamado José María García, a quien tampoco tenía el gusto de conocer.
Mis preferencias al acostarme se decantaban por un tipo joven, de nuevo cuño, a quien muchos le auguraban un futuro negro, pero que a mí me gustaba escuchar –quizá porque casi siempre suelo optar por las causas perdidas o por las contracorrientes-, y que se llamaba, y se llama, José Ramón de la Morena. Al despertarme me sonaban muy bien gente como Julio César Iglesias o Antonio San José, aunque mi partebacalao personal era Iñaki Gabilondo.
Con el tiempo me reafirmé en mis gustos, especialmente en la época en la que para un universitario de periodismo era obligado escuchar la radio, ver la tele y leer los periódicos –internet llegaría después-.
Gabilondo era, no un crack, sino EL CRACK. Así fue durante años hasta que optó por el radicalismo. No sé si por convicción personal o por un dejarse llevar por la corriente dominante en los medios. Lo cierto es que la cagó. Eso me llevó a retirarme de su senda, y ya sólo nos unía un hilito.
Su llegada a la televisión fue de la mano del mismo sectarismo con el que dejó la radio, y además apostando por un telediario demasiado americano, excesivamente de autor, del que tenemos poca costumbre por estas latitudes. Todavía tengo en la retina lo de la ministra reportera.
Estos días me he vuelto a aproximar a Gabilondo para ver cómo iba. Y lo cierto es que me ha sorprendido.... muy gratamente. Quizá porque el tiempo lo cura todo, pero he de decir que el de Cuatro es el mejor informativo de la televisión española, con diferencia. Información a quemarropa a través de los asuntos que marcan la pauta de la actualidad de cualquier sociedad: política y economía. Periodismo muy interpretativo donde los profesionales de la información no sólo dicen lo que pasa, sino que también dan su versión de las cosas, mojándose, interpretando y sacando conclusiones.... con Iñaki a la cabeza. Nada de deportes, ni de ecos de sociedad, ni de historias así que tanta fortuna hacen en otros canales. Periodismo de autor, con intención, atrevido y, sobre todo, muy gratificante ante el aburrido monólogo al que estaba acostumbrado.
¿Sabéis qué...? Es la radio, la buena radio, llevada a la televisión. Lo malo es que hacer un producto así no está al alcance de cualquiera.
Me gusta Gabilondo.
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