Me extraña que alguien se extrañe de que una institución/organismo/entidad (aunque sea pública) celebre el día de su patrona, la Inmaculada Concepción, con, entre otros actos, una misa (aunque la Constitución diga que nuestro país es aconfesional). Creo sinceramente que mi ínclito colega no pensó con la suficiencia exigible en este tipo de cosas lo que dijo micrófono abierto y, como cada día, minutos después de la hora del Ángelus.
Manifestó incluso sentirse discriminado por haber recibido una invitación del Subdelegado de Defensa de Jaén -el coronel Ángel Sanz-, para ese día. Se trata de la fecha (8 de diciembre) en la que los componentes de las Fuerzas Armadas (cita textual de la invitación. Yo también la he recibido) celebran la festividad de la Inmaculada Concepción como Patrona de la Infantería, de los Estados Mayores, de la Sanidad... y de España. Por esto último precisamente es fiesta nacional en este país aconfesional en el que vivimos.
Hay previsto, como todos los años -el día 8, y no otro ni antes ni después como sí hacen otros-, el oficio de una misa en la capilla del colegio Cristo Rey, para seguir un acto institucional en la Subdelegación del Gobierno, y acabar con una copa de vino español en el Hotel Condestable Iranzo.
El protagonista de esta historieta se siente discriminado por eso, porque le inviten a un acto religioso de una confesión con la que no comulga. Por ello, indicó que, en caso de acudir al acto, sólo iría a la cervecilla. También criticó que el Ejército, que tiene entre sus principios la defensa de la Constitución, se posicione al margen de la aconfesionalidad del Estado y sus instituciones promulgada por esa misma Constitución.
Yo, sin embargo, veo lo más normal del mundo que en un país marcado históricamente -de siglos- por su catolicismo haya arraigado con cierta intensidad la religión católica y todo lo que ello supone y significa. Y ahí, en ese contexto, es perfectamente entendible que una institución como el Ejército mantenga -porque así lo quieren quienes lo conforman- su sintonía con cientos de años de tradición católica teniendo como patrona a la Virgen, y festejando su día con la máxima expresión de fe de los católicos: una misa.
Pero esto no es un caso aislado en nuestro país. Por poner algún ejemplo dentro del Ejército, Santa Bárbara es la patrona de la Artillería; San Fernando, de Ingenieros; Santiago, de la Caballería; y Santa Teresa de Jesús, de la Intendencia. Pero la cosa tampoco acaba aquí. En el país aconfesional en el que vivimos es fiesta nacional el nacimiento -por Navidad- del fundador de la religión católica; también la semana en la que murió; y en Jaén capital es cada año fiesta local dos de los tres siguientes días: San Lucas, Santa Catalina, y la Virgen de la Capilla.
¿Que alguien lo considera un anacronismo, algo inconstitucional, y exigible su desaparición? Me parece muy bien -aunque no lo comparto-; inicie usted los trámites oportunos para que todo esto desparezca. Pero también sea serio y fiel a sus principios, y mientras llega el día deseado de la anulación de las festividasdes religiosas, viva su vida privada de manera acorde con esos principios, y renuncie, entre otras cosas, a beneficiarse de las festividades religiosas.
Aunque, claro, así estaríamos predicando y dando trigo... ¿o no era así?. Por cierto, ¿celebrará nuestro protagonista el día de San Manuel?
P.D.- En demanda de cumplimiento de la Ley de la Memoria Histórica, y si lo considera oportuno, también puede iniciar los trámites para que desaparezca lo que instauró un tal Francisco para conmemorar no sé qué victoria: la paga extra del mes de julio.
Manifestó incluso sentirse discriminado por haber recibido una invitación del Subdelegado de Defensa de Jaén -el coronel Ángel Sanz-, para ese día. Se trata de la fecha (8 de diciembre) en la que los componentes de las Fuerzas Armadas (cita textual de la invitación. Yo también la he recibido) celebran la festividad de la Inmaculada Concepción como Patrona de la Infantería, de los Estados Mayores, de la Sanidad... y de España. Por esto último precisamente es fiesta nacional en este país aconfesional en el que vivimos.
Hay previsto, como todos los años -el día 8, y no otro ni antes ni después como sí hacen otros-, el oficio de una misa en la capilla del colegio Cristo Rey, para seguir un acto institucional en la Subdelegación del Gobierno, y acabar con una copa de vino español en el Hotel Condestable Iranzo.
El protagonista de esta historieta se siente discriminado por eso, porque le inviten a un acto religioso de una confesión con la que no comulga. Por ello, indicó que, en caso de acudir al acto, sólo iría a la cervecilla. También criticó que el Ejército, que tiene entre sus principios la defensa de la Constitución, se posicione al margen de la aconfesionalidad del Estado y sus instituciones promulgada por esa misma Constitución.
Yo, sin embargo, veo lo más normal del mundo que en un país marcado históricamente -de siglos- por su catolicismo haya arraigado con cierta intensidad la religión católica y todo lo que ello supone y significa. Y ahí, en ese contexto, es perfectamente entendible que una institución como el Ejército mantenga -porque así lo quieren quienes lo conforman- su sintonía con cientos de años de tradición católica teniendo como patrona a la Virgen, y festejando su día con la máxima expresión de fe de los católicos: una misa.
Pero esto no es un caso aislado en nuestro país. Por poner algún ejemplo dentro del Ejército, Santa Bárbara es la patrona de la Artillería; San Fernando, de Ingenieros; Santiago, de la Caballería; y Santa Teresa de Jesús, de la Intendencia. Pero la cosa tampoco acaba aquí. En el país aconfesional en el que vivimos es fiesta nacional el nacimiento -por Navidad- del fundador de la religión católica; también la semana en la que murió; y en Jaén capital es cada año fiesta local dos de los tres siguientes días: San Lucas, Santa Catalina, y la Virgen de la Capilla.
¿Que alguien lo considera un anacronismo, algo inconstitucional, y exigible su desaparición? Me parece muy bien -aunque no lo comparto-; inicie usted los trámites oportunos para que todo esto desparezca. Pero también sea serio y fiel a sus principios, y mientras llega el día deseado de la anulación de las festividasdes religiosas, viva su vida privada de manera acorde con esos principios, y renuncie, entre otras cosas, a beneficiarse de las festividades religiosas.
Aunque, claro, así estaríamos predicando y dando trigo... ¿o no era así?. Por cierto, ¿celebrará nuestro protagonista el día de San Manuel?
P.D.- En demanda de cumplimiento de la Ley de la Memoria Histórica, y si lo considera oportuno, también puede iniciar los trámites para que desaparezca lo que instauró un tal Francisco para conmemorar no sé qué victoria: la paga extra del mes de julio.
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