El título puede parecer infantil. Tal vez también la historia que cuenta. Incluso la manera en que lo hace. Pero lo cierto es que ¿Quién se ha llevado mi queso? (yo tengo la 21ª edición, y el otro día vi en una librería la 40ª)debería ser de lectura obligada para todo el mundo. No sé si es un libro más de autoayuda, o no, -es el único que he leído- pero lo cierto es que cuando lo leí hace unos años me hizo ver, tanto en lo personal como en lo laboral, cosas que no había alcanzado a descubrir. Y me ha pasado lo mismo al releerlo estos días.
Cuentan que los borrachos y los niños son los únicos que dicen la verdad; y quizá por eso el niño que pudiera contarnos esta historia, de tanta inocencia que parece transmitir, nos abre puertas, o nos hace detectar claves, o simplemente nos dirige los ojos ante algo que tenemos justo delante de nuestras narices pero que no conseguimos detectar porque no hay más ciego que quien que no quiere ver.
Muchas veces -demasiadas- tendemos a complicarnos la vida cuando lo más fácil es simplemente eso, hacerlas fáciles. Aunque también ocurre que estamos tan cómodos como estamos, que no queremos ni oír hablar de la palabra cambio. Y eso, no siempre pero casi, es un error.
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