Dice un viejo proverbio chino que "Quien olvida su pasado está condenado a repetirlo". Por eso, porque no quiero volver a ser protagonista-afectado de una cacicada al más puro estilo chavista, es por lo que cada año, en este día, mantengo vivo el recuerdo de aquel episodio acaecido en Jaén.
No fue ni en la época franquista, ni revolucionaria, ni en tiempo de guerra, ni nada por el estilo, aunque más bien es propio de ese tipo de situaciones. Ocurrió el 16 de enero del año 2003. Un servidor, como trabajador de la radio y televisión local (Onda Jaén), acudió a cubrir una rueda de prensa -junto con el operador de cámara Cristóbal Macías- que ofrecía en su sede el entonces candidato del PSOE a la alcaldía de la capital, Marcos Gutiérrez. Y unos minutos antes de que comenzara la comparecencia del alcaldable, su jefa de prensa nos dijo -a Cristóbal y a mí- que Marcos no nos quería allí. Tras un intercambio de palabras, en buen todo por parte de todos pero nada agradable para ninguno de nosotros, no tuvimos más remedio que marcharnos.
Marcos Gutiérrez no sólo era el aspirante a dirigir un ayuntamiento en una sociedad democrática del siglo XX marcada, entre otras cosas, por el derecho a la libertad de información, sino que además era, y es, abogado y responsable de un exitoso bufete en la capital. Pero no sólo eso, sino que después de perder las elecciones pasó a formar parte del Consejo Consultivo de Andalucía, es decir, un órgano formado por prestigiosos juristas cuyo objetivo es asesorar al presidente de la Junta de Andalucía a la hora de ejercer su cargo.
Espero que después de aquello, y a la hora de ejercer su nuevo cargo, Marcos se leyera de nuevo la Constitución, o al menos el artículo 20. Es más, creo que aquello nos sirvió a todos. A él, para reconocer su error y reprimir en el futuro nuevas ansias dictatoriales que pudieran surgirle; y a un servidor porque estoy seguro que a día de hoy una acción similar no le saldría tan barata a quien la hiciera o pretendiera hacerla. Aunque creo sinceramente que en la actualidad resulta impensable que algo así pudiera suceder (lo malo es que entonces también lo parecía).
No fue ni en la época franquista, ni revolucionaria, ni en tiempo de guerra, ni nada por el estilo, aunque más bien es propio de ese tipo de situaciones. Ocurrió el 16 de enero del año 2003. Un servidor, como trabajador de la radio y televisión local (Onda Jaén), acudió a cubrir una rueda de prensa -junto con el operador de cámara Cristóbal Macías- que ofrecía en su sede el entonces candidato del PSOE a la alcaldía de la capital, Marcos Gutiérrez. Y unos minutos antes de que comenzara la comparecencia del alcaldable, su jefa de prensa nos dijo -a Cristóbal y a mí- que Marcos no nos quería allí. Tras un intercambio de palabras, en buen todo por parte de todos pero nada agradable para ninguno de nosotros, no tuvimos más remedio que marcharnos.
Marcos Gutiérrez no sólo era el aspirante a dirigir un ayuntamiento en una sociedad democrática del siglo XX marcada, entre otras cosas, por el derecho a la libertad de información, sino que además era, y es, abogado y responsable de un exitoso bufete en la capital. Pero no sólo eso, sino que después de perder las elecciones pasó a formar parte del Consejo Consultivo de Andalucía, es decir, un órgano formado por prestigiosos juristas cuyo objetivo es asesorar al presidente de la Junta de Andalucía a la hora de ejercer su cargo.
Espero que después de aquello, y a la hora de ejercer su nuevo cargo, Marcos se leyera de nuevo la Constitución, o al menos el artículo 20. Es más, creo que aquello nos sirvió a todos. A él, para reconocer su error y reprimir en el futuro nuevas ansias dictatoriales que pudieran surgirle; y a un servidor porque estoy seguro que a día de hoy una acción similar no le saldría tan barata a quien la hiciera o pretendiera hacerla. Aunque creo sinceramente que en la actualidad resulta impensable que algo así pudiera suceder (lo malo es que entonces también lo parecía).
1 comentario :
hay muy poca memoria amigo, muy poca
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