Ahora que estamos conociendo determinadas cosas a las que éramos ajenos hasta no hace mucho, la verdad es que no sé cómo podemos sorprendernos de la crisis. Es más, creo sinceramente que ha estallado tarde, y que no está siendo tan grave como debería serlo según, como digo, los auténticos burros que hemos hecho volar estos años de bonancísima económica.
Un ejemplo (otro más) es la foto de la derecha, que hoy mismo me ha llevado vía e-mail, y ante la que me ha resultado imposible no hacerla protagonista de un catite.
No sé de dónde es el municipio de Estepa de San Juan. Tampoco sé qué partido político lo gobierna. Todo esto es accesorio. Lo verdaderamente importante es que un ayuntamiento de éste nuestro país ha gastado la pasta gansa que debe haber supuesto este impresionante cartelón (mejor no preguntar su precio) -con el visto bueno del gobierno central para promocionar su importantísimo Plan E- para vacilar de una obra tan fundamental como es el cambio de tres farolas.
Tienen, además, la desfachatez de incluir el abultadísimo presupuesto del proyecto (973 euros) y su ambicioso plazo de ejecución: tres meses. (¿Les habrá dado tiempo?).
Ésta, como digo, es una causa clara de la crisis, pero también es un ejemplo cristalino de por qué la clase política de este país debe ser sometida a una intensa operación de cirugía... incluso traumática.
Supongo que el alcalde promotor de este asunto se quedará sin su silloncete el próximo 22 de mayo. Porque, de no ser así, habrá que volver a decir aquello tan socorrido de "No tenemos mas que lo que nos merecemos".
Un ejemplo (otro más) es la foto de la derecha, que hoy mismo me ha llevado vía e-mail, y ante la que me ha resultado imposible no hacerla protagonista de un catite.
No sé de dónde es el municipio de Estepa de San Juan. Tampoco sé qué partido político lo gobierna. Todo esto es accesorio. Lo verdaderamente importante es que un ayuntamiento de éste nuestro país ha gastado la pasta gansa que debe haber supuesto este impresionante cartelón (mejor no preguntar su precio) -con el visto bueno del gobierno central para promocionar su importantísimo Plan E- para vacilar de una obra tan fundamental como es el cambio de tres farolas.
Tienen, además, la desfachatez de incluir el abultadísimo presupuesto del proyecto (973 euros) y su ambicioso plazo de ejecución: tres meses. (¿Les habrá dado tiempo?).
Ésta, como digo, es una causa clara de la crisis, pero también es un ejemplo cristalino de por qué la clase política de este país debe ser sometida a una intensa operación de cirugía... incluso traumática.
Supongo que el alcalde promotor de este asunto se quedará sin su silloncete el próximo 22 de mayo. Porque, de no ser así, habrá que volver a decir aquello tan socorrido de "No tenemos mas que lo que nos merecemos".
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