De vez en cuento me llevo algún sustillo. Vamos, un día me faltó ná para quedarme tirado en plena autovía, en medio de ningún sitio, por la avería más tonta que puede tener un coche: falta de combustible. No fue porque no paré en ninguna gasolinera; paré en tres, pero como en todas era autoservicio, decidí continuar. A la cuarta fue la vencida... menos mal.
El otro día, sin embargo y muy a mi pesar, tuve que pasar por el aro y autoservirme. No tuve otra opción por la premura de tiempo que tenía en un viaje más o menos largo. Alguien que conoce mi guerra no dudó en inmortalizar el momento. Aquí os aporto la imagen. Espero, confío que no se vuelva a repetir.Mea culpa.
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