El otro día murió Steve Jobs, el creador de Apple. Ya recogí el triste acontecimiento, pero hoy quiero volver sobre él debido a lo mucho que se le debe -todos le debemos- a este genio y figura que ha marcado un estilo de vida, una forma de entender las cosas: trabajo, sacrificio, creatividad, caer y volver a empezar, más trabajo, otra vez éxito empresarial...
Todo un icono para una sociedad en la que se echa de menos a este tipo de tipos. Es más habitual que en nuestras sociedades de la crisis abunden los vagos que huyen del trabajo para acomodarse en el no hacer nada; los que no caen porque nunca subieron, amoldados a la subvención de aquí, a la ayuda de allí, al enchufe de más acá; los abanderados del mínimo esfuerzo en las obligaciones, pero los máximos exigentes en sus derechos, los de ellos mismos, pero no en los derechos de los demás... en fin, aquellos que hacen grande, inmenso diría yo, el grupo de la mediocridad.
Steve Jobs frente a la mediocridad. Ojalá esos mediocres descubran algún día las maquinitas de Jobs. O mejor no... porque seguro que sólo las utilizan para.... los jueguecitos.
Todo un icono para una sociedad en la que se echa de menos a este tipo de tipos. Es más habitual que en nuestras sociedades de la crisis abunden los vagos que huyen del trabajo para acomodarse en el no hacer nada; los que no caen porque nunca subieron, amoldados a la subvención de aquí, a la ayuda de allí, al enchufe de más acá; los abanderados del mínimo esfuerzo en las obligaciones, pero los máximos exigentes en sus derechos, los de ellos mismos, pero no en los derechos de los demás... en fin, aquellos que hacen grande, inmenso diría yo, el grupo de la mediocridad.
Steve Jobs frente a la mediocridad. Ojalá esos mediocres descubran algún día las maquinitas de Jobs. O mejor no... porque seguro que sólo las utilizan para.... los jueguecitos.
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