Las cartas están ya encima de la mesa. Los sindicatos han confirmado la convocatoria de huelga general para el próximo 29 de marzo, y hoy han realizado una especie de simulacro con manifestaciones por todo el país. Piden al Gobierno que rectifique y evite el parón. Rajoy dice tenerlo claro, y asegura que no va a dar marcha atrás.
A partir de estas dos posturas, totalmente distantes y enfrentadas, las gentes/instituciones/partidospolíticos/organizacionesdetodotipo/etc se suman a una u otra.
Yo debo confesar que no lo tengo claro. Nada claro. Y lo he intentado. Desde que se anunciaron las reformas que dan origen a la huelga he estado leyendo e informándome aquí y allá para hacerme una idea de si la reforma es buena o mala. A día de hoy creo que es mala para quienes tienen trabajo, porque supone una disminución de sus derechos; pero parece ser que a la vez es buena para aquellos que están en el paro porque supone una mejor opción para incorporarse al mercado laboral. ¿Es entonces razonable convocar una huelga? ¿Y sumarse a ella?. Aún me encuentro en esta fase de... pensamiento.
Aunque el otro día alguien introdujo un nuevo elemento en este debate personal. José García Roa, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Jaén y tertuliano de ondajaén radio, se mostraba totalmente contrario a la huelga, y decía que los sindicatos actuales están anclados en el pasado, con una concepción del sindicalismo más propia del siglo XIX. Decía esta incuestionable voz autorizada en la materia económica que los sindicatos “entienden que hoy día el trabajador busca trabajar lo menos posible y ganar lo más posible, mientras que el empresario busca conseguir los mayores beneficios a costa de explotar a sus empleados, y él -el empresario- moviendo los cables desde su chalé, magníficamente vestido, y conduciendo un coche de alta gama”.
Sin embargo, continuaba García Roa, “esto no ocurre”. Como ejemplo ponía a la provincia de Jaén. “¿Sabéis cuántas SA hay en la provincia de Jaén? (preguntaba). Unas 500. ¿Y SL?. Unas 5.000. ¿Y autónomos?. Casi 30.000”. Es decir, “que el empresario tipo, mayoritario, hoy día es un currante que está toda la jornada laboral con el mono puesto, trabajando codo con codo con sus empleados, y que cuando alguien acude a la empresa preguntando por él no se le distingue del resto de trabajadores”.
Interesante, ¿verdad?. Otro dato para la reflexión. Ya hablaremos.
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