Lo que le ha ocurrido al Club Deportivo Linares es una mala noticia para todos; tanto para quienes han seguido -y seguro que aún seguirán- al equipo desde la grada, como a todo aquel que se declare futbolero. La desaparición de un equipo de fútbol (¡¡otro!!) tiene un especial significado en el momento en el que nos encontramos; me refiero a una crisis económica mundial que encuentra en el balompié a uno de sus principales damnificados. Lógicamente no me estoy refiriendo a quienes conforman la galaxia de las estrellas donde se utilizan los millones de euros como si fueran céntimos. Hablo del fútbol modesto, de ése que da trabajo a miles de personas pero sin tantos dispendios, de ése que lleva en estado crítico tantas décadas y que ahora más que nunca se ve con los dos pies más en el otro barrio que en otro sitio.
Un fútbol modesto que, quizá llevado por la euforia de las primeras divisiones, ha pagado en épocas de bonanzas unos sueldos millonarios que ahora son impensables. Con la crisis ha perdido atractivo para unos inversores que ya sólo miran para arriba o para otro sitio, por lo que la política de la austeridad se ha convertido, no ya en un consejo o una recomendación, sino en una obligación. Y a pesar de ello, hay quien no lo soporta y abandona acuciado por las deudas generadas en esos años pasados de vacas flacas.
Resulta casi una cuestión de Estado hacer una profunda revisión del fútbol actual. Decía una amigo mío hace algunas semanas, mucho antes de esto del Linares, que hoy por hoy no se podía mantener una estructura donde hasta el más insignificante pueblo de nuestra España tenga un equipo de fútbol, y además que sea rentable. Aquel día me parecieron duras sus palabras, pero hoy las comparto completamente. Ha llegado el momento de dar un paso hacia adelante con la vista puesta atrás. Un paso firme, seguro, definitivo donde se mantenga quien tenga estructura para ello, mientras que el resto se vea en la obligación de cerrar el chiringuito. Nuevamente suena duro, muy duro, pero es la única manera de, cortando ahora por lo sano, evitar males mayores en un futuro.
Este es el mensaje, o al menos uno de ellos, que nos llega desde Linares (y desde otros sitios).
Un fútbol modesto que, quizá llevado por la euforia de las primeras divisiones, ha pagado en épocas de bonanzas unos sueldos millonarios que ahora son impensables. Con la crisis ha perdido atractivo para unos inversores que ya sólo miran para arriba o para otro sitio, por lo que la política de la austeridad se ha convertido, no ya en un consejo o una recomendación, sino en una obligación. Y a pesar de ello, hay quien no lo soporta y abandona acuciado por las deudas generadas en esos años pasados de vacas flacas.
Resulta casi una cuestión de Estado hacer una profunda revisión del fútbol actual. Decía una amigo mío hace algunas semanas, mucho antes de esto del Linares, que hoy por hoy no se podía mantener una estructura donde hasta el más insignificante pueblo de nuestra España tenga un equipo de fútbol, y además que sea rentable. Aquel día me parecieron duras sus palabras, pero hoy las comparto completamente. Ha llegado el momento de dar un paso hacia adelante con la vista puesta atrás. Un paso firme, seguro, definitivo donde se mantenga quien tenga estructura para ello, mientras que el resto se vea en la obligación de cerrar el chiringuito. Nuevamente suena duro, muy duro, pero es la única manera de, cortando ahora por lo sano, evitar males mayores en un futuro.
Este es el mensaje, o al menos uno de ellos, que nos llega desde Linares (y desde otros sitios).
No hay comentarios :
Publicar un comentario