Me gusta mucho el anuncio de Pavofrío de Elena Salgado. Es ese en el que una mujer, que es la responsable de economía de su casa y que se llama Elena Salgado (igual que la ministra de Economía), nos va mostrando en el día a día de su hogar las políticas económicas que aplica para que el presupuesto no se desajuste. Una gestión excelente la suya, pero que lógicamente tiene un límite: se puede ahorrar en muchas cosas pero en los productos Pavofrío hay que anteponer la calidad de la marca a los precios más bajos de la competencia.
Brillante la idea del publicista que haya diseñado la campaña pues, una vez más, demuestra que se pueden vender cosas -o incitar la compra- desechando lo sensacionalista y exuberante para apostar por la originalidad, la imaginación, la inteligencia, la creatividad...
Además de todo esto, creo que el anuncio debe parte de su éxito a que muchos ciudadanos pueden sentirse identificados con la protagonista. A mí, al menos, me ocurre. No me son desconocidas, sino todo lo contrario, frases como ¿Vosotros creéis que el agua la regalan?, dirigida a los niños que juegan mientras se duchan; ¿Es de día, o de noche?, cuando esos mismos niños, u otros de más edad, se dejan la luz de la habitación encendida a pleno día; o ¿Usted se cree que yo soy millonaria?, cuando nos ponen una multa en el coche (como aparece en el anuncio), o en tantas y tantas situaciones en las que nos piden precios desorbitados por cosas tan comunes que, al sentirnos timados, nos surge la vena más beligerante que llevamos dentro.
Y es que Elena Salgado, como promulga el anuncio, no hay sólo una, sino muchas. Elena Salgado y Eleno Salgado, por supuesto. Yo, soy uno.
Brillante la idea del publicista que haya diseñado la campaña pues, una vez más, demuestra que se pueden vender cosas -o incitar la compra- desechando lo sensacionalista y exuberante para apostar por la originalidad, la imaginación, la inteligencia, la creatividad...
Además de todo esto, creo que el anuncio debe parte de su éxito a que muchos ciudadanos pueden sentirse identificados con la protagonista. A mí, al menos, me ocurre. No me son desconocidas, sino todo lo contrario, frases como ¿Vosotros creéis que el agua la regalan?, dirigida a los niños que juegan mientras se duchan; ¿Es de día, o de noche?, cuando esos mismos niños, u otros de más edad, se dejan la luz de la habitación encendida a pleno día; o ¿Usted se cree que yo soy millonaria?, cuando nos ponen una multa en el coche (como aparece en el anuncio), o en tantas y tantas situaciones en las que nos piden precios desorbitados por cosas tan comunes que, al sentirnos timados, nos surge la vena más beligerante que llevamos dentro.
Y es que Elena Salgado, como promulga el anuncio, no hay sólo una, sino muchas. Elena Salgado y Eleno Salgado, por supuesto. Yo, soy uno.
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