El pasado 12 de octubre Jaén acogió, y con el mismo éxito de siempre, la XXII edición de la Milla Internacional de Otoño Manuel Pancorbo. Una prueba que mantiene, casi un cuarto de siglo después, el objetivo con el que se puso en marcha: potenciar entre la afición, entre la base, el atletismo. Para ello se conjuga sabiamente la presencia de algunos de los mejores atletas del panorama internacional (en esta ocasión, la actual campeona del mundo de los 3.000 metros obstáculos, la palentina Marta Domínguez) y un buen ramillete de otros corredores de primer nivel con el simple aficioado o atleta no profesional que tiene en ésta quizá la única oportunidad de su vida de tener tan cerca -e incluso correr a su lado- a auténticos cracks del atletismo.
Me parece acertada esta filosofía, a la vez que considero acertadísima la idea de poner el nombre a la prueba del mejor atleta jienense de todos los tiempos. Lo que ocurre es que de un tiempo a esta parte están sucediendo cosas que no acabo de entender, y que en esta última edición han sido ya un poco el colmo. Manolo Pancorbo no estuvo en la prueba, no digo corriendo, sino simplemente engrandeciéndola con su presencia, y engrandeciéndose él mismo. Y no sólo no estaba sino que ni siquiera se le esperaba.
Sé dónde se encontraba Pancorbo y por qué, y aunque se trata de una magnífica razón, creo que es más bien una excusa que una razón real. Digo esto porque la ausencia de Manuel Pancorbo en la Milla no se limita al día de la carrera, sino que con anterioridad también estuvo ausente prácticamente siempre con la única excepción de la rueda de prensa de presentación de la prueba en la que, por cierto, no tuvo más remedio que tragarse algún sapo que otro, y sacar el capote para echarle una mano a la concejal, justificando algunas cosas que tienen más bien poca o ninguna justificación.
Lo peor de este asunto, de esta ausencia, de esta no presencia, es que no se trata de algo nuevo sino que viene de largo. Algo que creo sinceramente habría que reconducir porque me suena muy raro un ¡¡Viva el Rey!! pero sin el Rey.
Me parece acertada esta filosofía, a la vez que considero acertadísima la idea de poner el nombre a la prueba del mejor atleta jienense de todos los tiempos. Lo que ocurre es que de un tiempo a esta parte están sucediendo cosas que no acabo de entender, y que en esta última edición han sido ya un poco el colmo. Manolo Pancorbo no estuvo en la prueba, no digo corriendo, sino simplemente engrandeciéndola con su presencia, y engrandeciéndose él mismo. Y no sólo no estaba sino que ni siquiera se le esperaba.
Sé dónde se encontraba Pancorbo y por qué, y aunque se trata de una magnífica razón, creo que es más bien una excusa que una razón real. Digo esto porque la ausencia de Manuel Pancorbo en la Milla no se limita al día de la carrera, sino que con anterioridad también estuvo ausente prácticamente siempre con la única excepción de la rueda de prensa de presentación de la prueba en la que, por cierto, no tuvo más remedio que tragarse algún sapo que otro, y sacar el capote para echarle una mano a la concejal, justificando algunas cosas que tienen más bien poca o ninguna justificación.
Lo peor de este asunto, de esta ausencia, de esta no presencia, es que no se trata de algo nuevo sino que viene de largo. Algo que creo sinceramente habría que reconducir porque me suena muy raro un ¡¡Viva el Rey!! pero sin el Rey.
1 comentario :
A mí también me llamó la atención su ausencia. Me comentó donde estaba, y que otro Manuel Pancorbo, su hijo, había estado y bien presente en la milla. Pero no quise entrar en por qué él no estuvo. Pronto sabremos de sus ausencias en su milla.
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