Dice el octavo mandamiento de la Iglesia Católica que No darás falsos testimonios ni mentirás. Y la verdad es que me parece un consejo muy positivo para todo el mundo. Se trata ésta de una reflexión que cuenta con multitud de dichos que la apoyan tales como La mentira tiene las patas muy cortas, o Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.
El otro día escuchaba yo una conversación sobre este tema, y coincido plenamente con los tertulianos sobre que mentir no resulta rentable. No lo es en nuestra vida diaria; no lo es ante los medios de comunicación; no lo es cuando eres responsable público... quizá el único ámbito en el que la mentira se mueva como pez en el agua sea en el ámbito de la mala política, pero estoy seguro de que algún día la plebe dejará de hacerse el tonto (porque no lo es), y no permitirá que le sigan mintiendo. Ni siquiera me parecen acertadas las mentiras piadosas (que yo he practicado en alguna ocasión) por la simple razón de que, en caso de que fuera a ser yo el mentido, preferiría que me dijeran la verdad por aquello de que Más vale una vez morado que ciento colorado.
La mentira no es rentable por una razón muy sencilla: con ella nunca se llega a la meta. Siempre hay alguien que ve lo que realmente ocurrió; que escucha lo que realmente se dijo; o la situación es captada por aquella cámara indiscreta que, pese a estar colocada para otra función, grabó lo que se ha pretendido ocultar; o el amigo del alma hasta ese momento decide irse de la lengua para vengar esta o aquella afrenta.
Lo peor de que nos pillen en el engaño no es que a partir de ese momento quede en entredicho nuestra profesionalidad, prestigio, credibilidad... Quizá sea peor el vergonzón que pasaremos ante todos aquellos a quienes dijimos Diego cuando realmente era Digo.
Más vale una verdad jodida, pero que se afronta con firmeza y valentía, antes que una deshonesta mentira que no entraña más que cobardía y malas artes.
El otro día escuchaba yo una conversación sobre este tema, y coincido plenamente con los tertulianos sobre que mentir no resulta rentable. No lo es en nuestra vida diaria; no lo es ante los medios de comunicación; no lo es cuando eres responsable público... quizá el único ámbito en el que la mentira se mueva como pez en el agua sea en el ámbito de la mala política, pero estoy seguro de que algún día la plebe dejará de hacerse el tonto (porque no lo es), y no permitirá que le sigan mintiendo. Ni siquiera me parecen acertadas las mentiras piadosas (que yo he practicado en alguna ocasión) por la simple razón de que, en caso de que fuera a ser yo el mentido, preferiría que me dijeran la verdad por aquello de que Más vale una vez morado que ciento colorado.
La mentira no es rentable por una razón muy sencilla: con ella nunca se llega a la meta. Siempre hay alguien que ve lo que realmente ocurrió; que escucha lo que realmente se dijo; o la situación es captada por aquella cámara indiscreta que, pese a estar colocada para otra función, grabó lo que se ha pretendido ocultar; o el amigo del alma hasta ese momento decide irse de la lengua para vengar esta o aquella afrenta.
Lo peor de que nos pillen en el engaño no es que a partir de ese momento quede en entredicho nuestra profesionalidad, prestigio, credibilidad... Quizá sea peor el vergonzón que pasaremos ante todos aquellos a quienes dijimos Diego cuando realmente era Digo.
Más vale una verdad jodida, pero que se afronta con firmeza y valentía, antes que una deshonesta mentira que no entraña más que cobardía y malas artes.
1 comentario :
La mentira es el deporte nacional, Amigo Amador mentir es tan secillo como no decir la verdad y eso en los medios de comunicación hoy por hoy se da mucho, ¿sera que estais todos al servicio de qien os paga?
quiero decirte que hoy decir la verdad esta penado con la indiferencia ó con que te consideren del partido politico enemigo sea el perjudicado que sea hoy no se considera libre a nadie y los que somos tenemos que estar en el anonimato ó por el cintrario seremos enemigos del perjudicado de turno ademas e bichos raros, tu lo sabes.
un lector de todos pero desencantado de una gran mayoria.
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